En una conversación de BlackBerry intervenida por la DEA, un tal Superman hablaba con el narcotraficante Juan Francisco Patrón Sánchez, El H2, del Cártel de los Beltrán Leyva. Patrón Sánchez quería saber si “El Padrino” con el que Superman había hablado varias veces y que daba protección al cártel era o no el general Salvador Cienfuegos, entonces secretario de la Defensa, “porque me dicen que es un personaje retirado el contacto que tenemos… y me deja bien agüitado cuando me dicen eso”.
Patrón Sánchez razonó que si su contacto era en realidad un militar retirado, ¿qué pasaría con todo “el cariño” (el dinero) que le habían dado? Superman le contestó: “Que yo sepa no, no está retirado”.
Respondió Patrón: “Pues Cienfuegos noo, cómo va a estar retirado si es el secretario de la Defensa”.
Superman describió entonces al hombre con el que se había reunido para pactar la protección al Cártel de los Beltrán: “Alto, blanco, cacarizo, medio llenito….”.
La DEA seguía a Patrón Sánchez desde el año 2013. En las comunicaciones intervenidas apareció frecuentemente un personaje señalado como “Zepeda” o como “El Padrino”.
En un mensaje con ortografía atroz que según la DEA había sido enviado por el general Cienfuegos a un sobrino de Patrón Sánchez, el secretario de la Defensa supuestamente escribía: “diga le a su tio que le mande para los refrescos a mi amigo y de pasada ami bueno si se puede”.
En otros mensajes, el sobrino del narcotraficante avisaba que finalmente se había reunido con El Padrino, que este se había presentado como “salvador sinfuego sepeda” y que mandaba decir que “usted duerma tranquilo que a usted un operativo no le entran” y “que a usted jamás se lo van a chingar con marinos ni con militares y que a partir de mañana tampoco con la pfp”.
Todo esto es parte de las “evidencias” que la DEA recabó en contra del general y que forman parte del expediente que el gobierno de Estados Unidos entregó luego al gobierno mexicano.
Desde luego, todo lo anterior suena extremadamente delirante.
Hay otra cara de la historia: el periodista J. Jesús Esquivel, autor del libro “A sus órdenes, mi general. El Caso Cienfuegos y la sumisión de AMLO ante el poder militar”, relata que la DEA había encontrado el nombre del general Cienfuegos en las declaraciones de cerca de 40 operadores y lavadores de dinero de los Beltrán. Esa información, cuenta Esquivel, fue entregada al entonces subprocurador Richard Donoghue.
Hoy se sabe que el primero en involucrar a Cienfuegos con el crimen organizado fue el exfiscal de Nayarit, Edgar Veytia, acusado de narcotráfico, y quien buscaba que el gobierno de Estados Unidos redujera su sentencia.
La investigación que dio origen a la Operación Padrino y terminó con el arresto del general en un aeropuerto de Los Ángeles en 2019, fue tejida por la DEA en secreto. Esquivel pudo seguirle la pista gracias a fuentes del gobierno de Estados Unidos que conocían de cerca las pesquisas y que no estarían de acuerdo con la presidenta Claudia Sheinbaum de que “no hubo pruebas suficientes” en contra del exsecretario.
Según la acusación del Departamento de Justicia, el exsecretario Salvador Cienfuegos había perseguido a los rivales de los Beltrán, había facilitado las operaciones criminales de Patrón Sánchez y había alertado a este sobre operativos llevados a cabo por agentes de Estados Unidos: era, en resumen, cómplice en el tráfico y la distribución de estupefacientes.
Los cargos penales en contra del exsecretario fueron retirados, sin embargo, “por un asunto de política exterior, en reconocimiento a la fuerte alianza judicial entre Estados Unidos y México” y para que Cienfuegos pudiera ser investigado y acusado de acuerdo con las leyes mexicanas. Sostiene Esquivel que el expediente armado por el gobierno de EU era muy distinto, mucho más sólido, que el que al final se entregó al gobierno mexicano. En todo caso, la FGR exoneró al general “por falta de pruebas”, pero esa investigación nunca se conoció. Lo que sí se supo fue que el gobierno de AMLO había pedido la liberación del general, por presiones del Ejército, con la amenaza de que en caso contrario serían expulsados los agentes de la DEA que operaban en México.
El dinero que Cienfuegos habría recibido del narcotráfico nadie lo ha encontrado. Y hay que recordar que en aquellos días trascendió incluso que al dejar la Sedena había comprado un Audi a crédito.
“¿Tú crees que si el gobierno de Estados Unidos hubiera tenido realmente algo en contra del general Cienfuegos lo habría liberado?”, preguntó el lunes la presidenta Claudia Sheinbaum con extraña ausencia de memoria.
Al hacer este recuento, con algunos datos extraídos de columnas de años anteriores, me llama la atención la súbita credibilidad que hoy Sheinbaum concede al gobierno de Estados Unidos: es algo que hay que tener en cuenta en previsión de acontecimientos y anuncios futuros.
Y llama la atención también la defensa que ella y su fiscal han hecho de un alto secretario del régimen neoliberal, que ha sido acusado de ser tapadera, cómplice impúdico del narcotráfico. ¿Por qué será?
@hdemauleon