Partamos de una premisa, tomando como criterio las cifras que proporciona el SESNSP del homicidio doloso por municipio en el 2024, Michoacán no es un estado en llamas. De sus 113 municipios, solamente 18 (15.92%) tuvieron una tasa de homicidio doloso por encima de la media nacional: 25.6%, para ese año; los restantes 95 municipios (84.08%) estuvieron muy por debajo de la media nacional; aún más, de estos 95 municipios, 31 de ellos (27.43%), que representan más de la cuarta parte de los municipios michoacanos, tuvieron una tasa de cero homicidios dolosos en 2024, es decir, no tuvieron ni un solo homicidio doloso.
A los 18 municipios con una tasa de homicidio doloso por encima de la media nacional, los ubico en tres grupos principales, de acuerdo con el mercado criminal en disputa. Un primer grupo, al norte del Estado, en la región de Cuitzeo, formado por Copándaro, que tuvo la más alta tasa (184.22%) en 2024, al tener 18 homicidios dolosos, en una población de solo 9 mil 771 habitantes; Cuitzeo (93.7%) y Álvaro Obregón (68.25%). Por el territorio de los tres municipios pasan ductos de PEMEX (mercado de hidrocarburos) que van de Morelia a Salamanca a todo lo largo de la Carretera Federal 43 (https://goo.su/bxBvnk)
Un segundo grupo lo integran municipios de la región de Tepalcatepec: Apatzingán (116.5%); Buenavista (37.68%) y Parácuaro (32.59%), en los que los homicidios siguen obedeciendo a las disputas entre organizaciones criminales por el mercado del aguacate y del limón, bajo la forma de extorsión o el despojo de huertas; a estos municipios debe agregarse, en la región Purépecha, Uruapan (48.68%) y su próspera economía aguacatera. El tercer grupo lo forman tres municipios de la región Lerma-Chapala: Jacona (83.03%); Zamora (81.11%) y Tangamandapio (47.04%), se trata de municipios urbanos en donde la lucha criminal es por el control de los puntos de venta de drogas, (mercado del narcomenudeo); del secuestro y de la extorsión (mercados predatorios).
En suma, el problema de la violencia en Michoacán no se extiende a todos los municipios. Existe una geografía del homicidio concentrada en municipios muy específicos en los que las organizaciones delictivas pelean por el control de los mercados criminales, ya sea bajo la forma de mercados ilegales (robo de combustible, drogas, minería ilegal, narcomenudeo, tráfico de armas y de migrantes, piratería, venta de contrabando, prostitución, etc.) o delitos predatorios (extorsión, secuestro, despojo, robo a transportistas, etc.).
Lo que hemos visto en Michoacán en los últimos treinta años, también deja en claro que una organización criminal pueda llegar a ser muy poderosa (Valencias, 1996-2001; Zetas, 2001-2006; Familia Michoacana, 2006-2010; Caballeros Templarios, 2011-2013), sin embargo su existencia está condicionada a los enfrentamientos que tiene con otros grupos rivales (Valencia vs Zetas; Zetas vs. Familia Michoacana; Familia Michoacana vs. Caballeros Templarios; Caballeros Templarios vs. Autodefensas) por el control de los mercados criminales, al punto incluso de desaparecer, obligando a sus miembros a reagruparse y crear nuevos grupos delictivos, con menos capacidades logísticas y operativas. Al día de hoy, este último escenario de fragmentación criminal, provocó que se pasará de una situación monopólica criminal a una constelación de múltiples grupúsculos en pugna (más de 25) y la presencia de cuatro pesos pesados (CJNG, Cárteles Unidos, Viagras y Nueva Familia Michoacana) que incrementan exponencialmente la violencia.
A diferencia de los grupos delictivos, los mercados criminales funcionan con una dinámica diferente ya que una vez que se establecen y logran consolidarse como economías paralelas en determinados territorios, se mantienen en el largo plazo, independientemente del grupo criminal que en forma provisional tenga dominio de los mismos. El control por la explotación de los mercados, aún más entre gente armada y proclive a la violencia, genera las pugnas.
Por eso, más que objetivos prioritarios o generadores de violencia, fácilmente sustituibles, la acción del Estado debe centrarse, primero, en identificar los mercados criminales y los eslabones de la cadena de valor que integran su economía ilegal; segundo, las organizaciones criminales que controlan esos mercados; y, finalmente, las cabezas de los aparatos (brazo armado, político, económico y social) que sostienen la estructura de la organización: el crimen organizado nunca opera en el vacío, para sus propósitos ilícitos construye puentes y suma fuerzas con otros poderes (legales o fácticos).
Michoacán requiere no una, varias estrategias, focalizadas por región de acuerdo a su problemática; cada una con al menos cinco frentes de batalla (delictivo, político, económico, social, fortalecimiento de la cultura de la legalidad); y diferentes operadores, dependiendo del tipo de organización criminal de que se trate (Alfa/trasnacional y paramilitar, Sedena; Beta/nacional, Guardia Nacional; Gama/estatal, policías estatales; Delta/municipio o barrio, policías municipales), para que las responsabilidades en materia de seguridad pública se encuentren repartidas de acuerdo a ámbitos de competencia y no recaiga siempre en el gobierno federal tener que resolver el problema.
PD Muy lamentable el homicidio artero de Dn. Carlos Manzo; y muy eficiente la respuesta del Secretario Omar García Harfuch para comenzar a detener a los responsables.
Miembro de Número de la Academia Mexicana de Criminología

