Este miércoles se dio a conocer de tres jornaleros muertos en un camino de terracería en Tumbiscatío, Michoacán, por la detonación de un artefacto explosivo improvisado. Apenas el jueves de la semana pasada cuatro militares perdieron la vida por la misma causa, en los límites de Tepalcatepec y Aguililla, también en Michoacán, al realizar labores de reconocimiento. En ambos casos se trata de brechas y/o caminos de terracería que convergen en el codiciado municipio de Aguililla, cuna del narco michoacano y plaza de plazas del narcotráfico en México.
Un mapa de carreteras del municipio nos muestra a Aguililla en aislamiento ya que solo tiene un acceso que une Apatzingán con la cabecera municipal por una carretera estatal de 83 kilómetros. Pero en realidad es un aislamiento aparente porque tiene accesos en sus cuatro puntos cardinales.
Un aspecto poco conocido de la riqueza del ecosistema de Aguililla, es el ramal del río Grande de Tepalcatepec que se une en su curso con el Río Neixpa que forma parte del sistema fluvial costanero hasta llegar a la costa. Se trata de una ruta fluvial que atraviesa la Sierra de Coalcomán desde el municipio de Aguililla hasta la costa y que, en paralelo a la afluente del río, ha formado una vereda, creando una ruta con salida al Océano Pacífico. Si, por otra parte, realizamos la trazabilidad de los caminos de terracería que existen alrededor del municipio, identificadas por el INEGI, vemos que conectan a Aguililla con Coalcomán, Tumbiscatío y Tepalcatepec.
Todas estas son valiosas rutas para el narcotráfico que se protegen a sangre y fuego, lo que explicaría las detonaciones recientes de los artefactos explosivos improvisados en Tepalcatepec (29 de febrero) y Tumbiscatío (5 de marzo); y la emboscada en un punto entre El Aguaje y Naranjo de Chila (1º de marzo).
El camino de terracería a Tepalcatepec es particularmente importante porque es la ruta que lleva a Jilotlán de Dolores, Jalisco, donde presuntamente se encuentran los laboratorios clandestinos de los jaliscos y conecta a Aguililla con la carretera federal que va a Guadalajara y la carretera federal que lleva al puerto de Manzanillo; en tanto que el de Tumbiscatío entronca con la carretera federal que conduce al puerto de Lázaro Cárdenas. Por ambos puertos presumiblemente llegan de Asia los precursores químicos para la elaboración de las drogas sintéticas que luego suben a los laboratorios clandestinos y sale cocaína colombiana para los mercados asiáticos.
La parte noreste del municipio de Aguililla tiene valles que forman parte de la región que se conoce como Tierra Caliente, idóneos para pistas clandestinas, que facilitan el movimiento de hombres, drogas, armas y dinero; pero en la parte suroeste se encuentra una derivación de la Sierra Madre del Sur, que es una región montañosa, con maderas preciosas, que cuenta con las condiciones climáticas ideales para la siembra y cultivo de mariguana y amapola. Existen documento en el Archivo Histórico de Michoacán, que he podido consultar, que demuestran la existencia de estos cultivos desde los años 50’s del siglo pasado.
Se trata de cerros altos que pueden ser protegidos por pequeños ejércitos de hombres y son de difícil acceso para las fuerzas del Estado, por lo que pueden ser fácilmente utilizados para el establecimiento de laboratorios clandestinos; como zonas de refugio, escondite o residencia de criminales y para realizar emboscadas con todas las ventajas tácticas a favor.
Parte de la riqueza del ecosistema de Aguililla son sus yacimientos de fierro, plata, oro y cobre. No he podido determinar el valor en pesos de lo que producen anualmente sus minas, pero en el 2019 el valor total de la explotación minera en el estado fue de más de 36 mil 691 millones de pesos (Panorama Minero del Estado de Michoacán, Servicio Geológico Mexicano, 2020). El expresidente municipal de Aguililla, Israel Mendoza, en algún momento llego a afirmar que la rentabilidad de la explotación minera en el municipio es un factor que fortalece la presencia del crimen organizado en el municipio, cuyas utilidades por el cobro de derecho de piso a las compañías mineras, solo por esta actividad, pueden llegar a ser de entre 20 y 30 millones de pesos mensuales.
Esta suma de recursos, naturales y estratégicos, ha hecho que Aguililla sea una plaza en disputa constante por las organizaciones criminales, lo que podemos ver con sus altísimas tasas de homicidio doloso en la serie de tiempo que va de 1990 a 2020. Con base en las estadísticas vitales del INEGI, Aguililla tuvo en 1990 una tasa de 258.26 homicidios dolosos por 100 mil habitantes que rebasó en exceso, para ese año, tanto la tasa nacional (17.25) como la tasa de Michoacán (31.66). En el 2006 tuvo la tasa de homicidio doloso por 100 mil habitantes más alta de su historia (315.40). Más recientemente, en el 2020, su tasa de homicidios dolosos fue de 122.00 por 100 mil habitantes, que también rebaso con mucho tanto la tasa nacional para ese año (28.78); como la tasa estatal (49.22) de homicidios dolosos.
Estas cifras nos muestran los enfrentamientos permanentes que han existido entre organizaciones criminales por el control del municipio a lo largo de más de tres décadas, contexto dentro del cual debe insertarse el homicidio del expresidente municipal de Aguililla, César Valencia, apenas el 10 de marzo del 2022 y como la posición geoestratégica del municipio para el narcotráfico, la riqueza de su ecosistema y las rutas de acceso a dos de los más importantes puertos del pacífico mexicano, son factores explicativos determinantes para entender la violencia endémica y estructural en el municipio, así como la presencia de artefactos explosivos improvisados en los caminos de terracería aledaños, colocados con la clara intención de mandar el mensaje de la protección que se le va a dar al municipio por parte de las organizaciones criminales.
En este marco expuesto, las valerosas y siempre leales fuerzas del Estado mexicano (Guardia Nacional y Fuerzas Armadas), en su ingreso al municipio, en operativos o simplemente para realizar labores de reconocimiento, por cualquiera de las rutas que se han mencionado, deben tener siempre presente que Badiraguato es a Sinaloa, lo que Aguililla es a Michoacán: territorios con fuerte presencia de organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico; y no escatimar el diseño de planes táctico-operativos que consideren los movimientos y desplazamientos exactos, metro por metro, que permitan: proteger sus vidas, estar alertas para posibles emboscadas y realizar con éxito su encomiable misión.