Visto desde el firmamento, un mar azul turquesa se encuentra con riscos insulares que son hechizos regalados por la naturaleza. Aunque en otras ocasiones - y desde una perspectiva diferente - es la tierra la que parece abrazar a un mar gentil y calmo: hasta pareciera que es el núcleo de toda una región. Estamos en el noroeste de México donde un mar interno separa y a la vez une a una península generosa en maravillas naturales y la porción principal de la parte continental de tierra que llamamos México.

Un día el oceanógrafo, Jacques-Yves Cousteau, llamó a sus aguas cristalinas de gran diversidad biológica "el acuario del mundo". No se equivocaba. El Golfo de California es también la casa más generosa de las especies marinas del planeta.

Quienes hemos vivido en sus inmediaciones lo conocemos como parte de nuestro hogar. A este golfo también le llamamos México. Y sin embargo, pocos tienen hasta ahora conciencia de que ese mar tan nuestro, no nos pertenece.

Así es. Hoy el Golfo de California no se encuentra reconocido en la Constitución Política, la legislación mexicana, ni en el derecho internacional, como parte integrante del territorio nacional y el Estado Mexicano no ejerce la soberanía sobre el mismo.

Pareciera increíble, pero así es. Resulta inquietante cuando vivimos en una época en la que del otro lado de la frontera mexicana rige un gobierno cuyo líder ha verbalizado, y está demostrando en los hechos, ambiciones por ocupar la tierra y los mares que pertenecen a otras naciones. La intentona de cambiarle el nombre al Golfo de México y la misma retórica de la grandeza americana, mañana podría impulsarle a querer apropiarse del Golfo de California, bajo la premisa jurídicamente sostenible, de que no pertenece a México. En otras circunstancias, esto parecería un escenario apocalíptico e irracional. Pero hoy sabemos que el riesgo es real. Las incursiones aéreas y marítimas no son imaginarias. Son los tiempos que vivimos.

Por eso, como mexicanos, como amantes de nuestra tierra y sus mares, es el momento de reivindicar lo que desde siempre debió ser reconocido como nuestro. El Golfo de California debe ser de México, no por un motivo chauvinista, sino porque es nuestra responsabilidad histórica legarlo como plenamente mexicano a las futuras generaciones. Los mexicanos estamos llamados a mantenerlo en su belleza y riqueza natural. Queremos prosperar en él. Queremos navegarlo y que sus aguas sean como un bautizo en el que nos regeneramos. Y con generosidad, que siendo nuestro, pueda ser disfrutado por toda la humanidad.

Hoy, una parte sustancial del Golfo se encuentra clasificado solamente bajo el régimen de Zona Económica Exclusiva (ZEE). Es decir, México no ostenta el control absoluto sobre la navegación, la explotación de recursos y la seguridad marítima de esta parte de ese gran cuerpo de agua.

Por ello, es imperante reformar diversos artículos constitucionales y ordenamientos legales para reclasificar al Golfo de California como bahía histórica y, en consecuencia, sea reconocido como mar interior de México. Como legislador federal, representante de los habitantes de las entidades ribereñas al Golfo, formalmente he presentado ya la iniciativa de reforma en el Congreso de la Unión.

Aunque parezca increíble, México no tiene a esta fecha reconocido su imperio sobre el Mar Bermejo, lo cual debilita nuestra soberanía al no poder enfrentar amenazas como la pesca furtiva, la contaminación, la depredación de sus ecosistemas, así como la incursión flagrante y retierada de aeronaves y embarcaciones militares extranjeras.

Los cambios que hay que hacer para recuperar el control del Golfo de California son posibles dentro del marco de nuestra Constitución y luego en el ámbito del derecho internacional. Hay sobrados precedentes históricos que respaldan la legalidad y legitimidad de las reformas constitucionales y legales propuestas.

Recorramos el camino legal necesario en lo doméstico y también en el ámbito internacional, para que ese mar cristalino, que vive entre dos tierras nacionales y que brilla bajo un sol intenso, permanezca mexicano en nuestro imaginario colectivo, pero que ahora también sea reconocido en la Constitución y en la ley.

Llegó el momento de actuar. No permitamos que el Golfo de California permanezca en riesgo de pasar a manos o ser controlado por una potencia extranjera. Nuestra historia patria es dolorosa en lecciones acerca de la pérdida de partes significativas del territorio nacional.

El llamado a la acción es para todos los mexicanos y mexicanas que no quieren ver disminuido nuestro País por la indolencia y la pasividad. Lo es de manera especial para los bajacalifornianos y sudcalifornianos, que se regocijan con sus aguas al oriente peninsular, y para los sonorenses y sinaloenses cuyos ojos miran al oeste al también llamado Mar de Cortés. El exhorto es para todos los legisladores federales y locales que tenemos en nuestras manos el procesamiento de la reforma constitucional y legal propuesta. Pero, sobre todo, y como Jefa de Estado, el emplazamiento primordial está destinado a la Presidenta de México para que ejerza el liderazgo nacional y convoque a la unidad en esta reivindicación histórica. ¡Hagamos nuestro, de una vez por todas, al Golfo de California! ¡Hagamos realidad la soberanía de la Nación mexicana sobre nuestros mares y territorio! ¡Digamos todos, con orgullo: el Golfo de California ya es mexicano!

Abogado y diputado federal

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