Fue inevitable mirar el retorno de El Supremo pregonando su disposición a volver a la arena política y salvar de nuevo a la Patria, si así se lo demandare, en caso de que se propicie un golpe de Estado ya blando, ya duro, que asedie a su heredera, la aprendiz de Suprema. Si ya salvó a la Patria una vez ¿por qué no habría de salvarla de nuevo?

El retorno ocurrió en un sitio particular que se llama Finca La Chingada, ubicada en Palenque, propiedad de El Supremo, pero no malhabida sino heredada, en el centro de cuya hectárea hay una mansión serena, rodeada de jardines esmeraldinos y de un sendero por el que pasea, peripatético, meditando sobre la grandeza nacional, rodeado de árboles fastuosos a veces visitados por guacamayas, monos y sarahuatos que son como sus asesores espirituales.

Ahí se plantó El Supremo para explicar urbe et orbi que escribió un libro en el que explica al Pueblo la Grandeza de sus culturas originarias para aumentar así su sabiduría y, de pasada, regañar a los españoles cuya única grandeza fue mandar a unos españoles vagabundos llamados López para que llegaran a las Indias y fundasen una estirpe española de la que nacería un Supremo que habla y escribe, en español, sobre cuánto aborrece a los españoles.

También llamó la atención la abundancia de gallinas (españolas) que picoteaban los jardines buscando gusanitos mexicanos y, sobre todo, la aparición majestuosa de dos pavorreales machos sin perspectiva de género que paseaban su elegancia ante el Pueblo televidente que tanto ama al Supremo.

Era inevitable no ver en esos pavorreales jacarandosos al pájaro más altanero y pedante que hay, el epítome del pajarraco fifí, aristocrático y oligarca, autócrata e hipócrita, racista, clasista, corrupto, aspiracionista, ladino y sabiondo que no pone huevos ni canta ni vuela ni nada, pero que obviamente le da placer estético al Supremo sobre todo (como se mira en el video) cuando le muestran el colorido culo gallináceo.

¿Por qué razón preferirá El Supremo a los burgueses pavorreales del Olimpo europeo, que sin duda practican violencia política de género, a las gallinas nacionales, humildes y discretas? Gallinas que son Pueblo trabajador, proletarias del mundo unidas, sin joyas ni petulancias; gallinas que sí saben qué es la honestidad y la solidaridad, que no tienen mansiones en Tepoztlán ni plagian sus tesis ni andan en avión privado ni venden huachicol; virtudes que aprendieron de nuestras culturas originarias, remisas a cualesquier fifideidad y cacarean fuchi caca a los engreídos que se creen muy muy.

¿No sería ya hora de que las gallinas laboriosas se rebelaran y pasaran por la guillotina a esos pavorreales neoliberales, aunque pertenezcan a El Supremo? A fin de cuentas, las gallinas son movimiento popular que está en el poder; “el movimiento social más importante del continente si no es que del mundo, que defiende sus conquistas y se siente identificado con su gobierno porque no lo hemos traicionado”, como dice nuestra presidentA.

Así estuvo la cosa. El Supremo odia a los buitres y a los zopilotes, pero tiene debilidad por los pavorreales, en especial si se apellidan como él. Y sobre todo admira lo que simbolizan: el volver a nacer, y el vivir en constante vigilancia, mirándolo todo con los múltiples ojos de su cromática cola.

En fin. No siempre es sabio el Pueblo, ni siquiera cuando canta: el pavorreal no es cualquier animal, y el arbolito donde dormía no piensa ni caerse ni callarse…

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