Uno de los prejuicios más arraigados sobre el consumo de cannabis es su supuesta relación con el deterioro cognitivo y la disminución del coeficiente intelectual. Esta narrativa, sostenida durante décadas, ha permeado políticas públicas, debates sociales y la percepción general del cannabis. Sin embargo, un estudio reciente publicado en la revista Brain and Behavior desafía estos estereotipos al demostrar que el consumo de cannabis no está asociado con un deterioro significativo del coeficiente intelectual a lo largo de la vida.
La investigación, realizada por científicos daneses, analizó datos de 5000 hombres a lo largo de 44 años. Se midió su coeficiente intelectual en dos etapas: la adultez temprana (edad media de 22 años) y la mediana edad (edad media de 62 años). Contrario a lo esperado, los participantes con antecedentes de consumo de cannabis mostraron un deterioro cognitivo menor en comparación con aquellos que nunca consumieron.
En promedio, el deterioro cognitivo observado entre todos los participantes fue de 6.2 puntos de coeficiente intelectual durante el período estudiado. Sin embargo, entre los consumidores de cannabis, esta disminución fue 1,3 puntos menor que en el grupo de no consumidores. Este hallazgo permaneció significativo incluso al ajustar por factores de confusión como nivel educativo, consumo de tabaco y alcohol, y antecedentes socioeconómicos.
Los autores del estudio concluyen que "no existe una asociación significativa entre el consumo de cannabis y un mayor deterioro cognitivo". Además, ni la edad de inicio ni la frecuencia del consumo influyeron de manera negativa en las capacidades cognitivas de los participantes.
El estudio se suma a una creciente evidencia científica que refuta las creencias de que el cannabis afecta negativamente al coeficiente intelectual de manera significativa o irreversible. Por ejemplo, una revisión publicada en JAMA Psychiatry señaló que los déficits cognitivos asociados con el consumo de cannabis en adolescentes y adultos jóvenes son pequeños y clínicamente irrelevantes para la mayoría. Además, investigaciones previas han encontrado que estos déficits disminuyen o desaparecen tras un período de abstinencia mayor a 72 horas.
Otros estudios longitudinales, incluidos aquellos que analizan a gemelos donde uno consume cannabis y el otro no, tampoco han encontrado efectos adversos significativos del cannabis sobre la cognición o el coeficiente intelectual. Esto refuerza la hipótesis de que las diferencias en el rendimiento cognitivo podrían estar relacionadas con factores familiares compartidos más que con el consumo de cannabis en sí.
Estos hallazgos tienen profundas implicaciones tanto para la política pública como para la percepción social del cannabis. Los resultados contradicen uno de los estereotipos más destacados y antiguos sobre el cannabis y los consumidores de cannabis. A pesar de la evidencia, los estigmas persisten, limitando un debate informado sobre la regulación y el uso terapéutico del cannabis.
Por otro lado, los resultados también plantean interrogantes interesantes sobre la relación entre el cannabis y las funciones cognitivas. Los investigadores daneses sugieren que las características de los consumidores de cannabis, como niveles educativos más altos, podrían explicar en parte la diferencia observada en el deterioro cognitivo. Sin embargo, estudios en modelos animales han indicado que ciertos cannabinoides podrían tener efectos positivos en la memoria y la función cognitiva, lo que abre una línea de investigación prometedora sobre los posibles beneficios del cannabis en la salud cerebral.
La ciencia tiene el potencial de desmontar mitos profundamente arraigados. Este estudio aporta datos robustos que cuestionan la narrativa de que el consumo de cannabis conduce inevitablemente a un deterioro cognitivo significativo. Sin embargo, aún queda trabajo por hacer para entender completamente los efectos del cannabis, tanto positivos como negativos, en la cognición y otros aspectos de la salud humana.
A medida que avanzamos hacia una regulación más equilibrada y basada en evidencia, es muy importante que estudios como este reciban la atención que merecen. Solo así podremos superar los prejuicios y construir una comprensión más matizada sobre el cannabis y su impacto real en nuestras vidas.