Las cadenas de valor y logística globales están en shock. No atinan a regular el mercado, ni a conectar bien las necesidades de proveedores y consumidores. Sean estas personas como usted y como yo, o bien grandes conglomerados empresariales. Millones de toneladas de soya están varados en EUA esperando ser despachados a Asia, o bien cientos de productos de consumo como bicicletas estacionarias o dispositivos electrónicos están embodegados en China y Vietnam, en espera de contenedores para su embarque.
La pandemia, así como los cambios de consumo que trajo, han puesto un “estrés” inusual en lo que normalmente fluye con cierta normalidad. Creando desabasto, disrupción y/o congestionamiento.
El comercio mundial es una máquina que para ser eficiente y “barata”, debe funcionar con precisión, predictibilidad, y trazabilidad. Esto también bajo la premisa de un sistema aduanero eficiente y exento de trabas para el movimiento de mercancías. Ya el mercado ilegal de drogas, así como el terrorismo, había puesto un punto de dolor o “Pain-Point” en la operación aduanera desde hace más de 20 años. Sin embargo, la estructura de la cadena de valor había salido con remedios efectivos (bueno, hasta cierto punto), como el Customs Trade Partnership Against Terrorism (C-TPAT), o el de Operador Económico Certificado (OEA).
Pero la pandemia del Covid-19 y los cambios en los patrones de consumo que vinieron con este fenómeno, nunca fueron considerados. Aunque ya habíamos tenido incidentes parecidos, con lo del Tsunami en Japón, pero nunca nada a escala global.
El paro de operaciones por todo el mundo debido al confinamiento fue ganando “momento” y pronto tomó forma de un Tsunami económico. Muchos países respondieron con paquetes de incentivos para sus empresas y/o consumidores, pero esto está probando ser impredecible en cuanto a su resultado. Dinero en manos de muchos consumidores para incentivar la economía, pone presión al abasto de productos que no tienen un correlativo en producción, pues la cadena de valor está rota. No digo la cadena de valor esté parada, pues China ya ha recuperado mucho de lo perdido, y en México sus exportaciones están casi al nivel “pre-pandemia”, pero hay muchos huecos en dichas cadenas de proveeduría, que están generando estrés.
¿Cuál será el efecto de dicho estrés? o ¿Cómo lo sentiremos en los diversos mercados? Pues muy sencillo, con desabasto y precio.
EUA acaba de autorizar otro paquete de estímulos que llevará más dinero a la economía, pero sigue el componente oferta no respondiendo. Falta de “chips” para un sin número de equipos electrónicos, desde batidoras hasta automóviles, desde un simple controlador de acceso a un estacionamiento, hasta sistemas complejos de CCTV y videovigilancia. Millones de toneladas de productos perecederos se han podrido, como también ha padecido la manufactura de medicamentos por la falta de sus sales básicas o excipientes.
El comercio mundial está como una bañera llena de agua después de un terremoto, por un lado tirando agua, y por el otro con su nivel muy bajo. Esto está prolongando los efectos de la disrupción y los paros de producción, los cuales tomará un tiempo en nivelar y programar adecuadamente. El delicado balance de los sistemas logísticos y de abasto, están en una etapa crítica. Pero se ajustarán para finales del 2021. ¿Pero qué subyacerá después de esta tormenta? ¿Volveremos al “business as usual”? O ¿Qué esperar de los acomodos?
Todavía hay muchas incógnitas y variables no ponderadas en el futuro escenario de la logística global y las cadenas de valor. Sin embargo, algo si podemos asegurar, dichas cadenas de valor van a ser más cortas y se ve inminente una regionalización de estas. Las recientes declaraciones de Joe Biden, sobre la dependencia de la manufactura de “chips” o semiconductores de los EUA de Asia, ya tiene una estrategia clara, y es la de depender menos de estos productores. Sé fomentará la producción regional de muchos productos y sus materias primas, al menos hasta donde sea económicamente factible.
La seguridad regional desde el punto de vista de los EUA pasa necesariamente por México, y es parte del T-MEC. Pero está oportunidad no es definitoria. Si México, y cuando digo México me refiero a sus gobiernos, no se pone las pilas para volver a este país el socio estratégico que requiere EUA, estos no se van a esperar a que suceda. De seguro tomarán acciones y México dejará pasar una oportunidad dorada que no volverá en 50 años.
Decía mi querida madre, ¡a río revuelto, ganancia de pescadores! Pero los pescadores deben ser hábiles y prontos para “approfittare” en esta oportunidad que se les presenta. Desgraciadamente, no veo a este gobierno tomar cartas en el asunto.
Consultor en Comercio Internacional e Inversión Extranjera
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