Recientemente, realicé una certificación en cirugía oncológica de cabeza y cuello en el MD Anderson Cancer Center, en Houston, Texas. Y la pregunta es inevitable: ¿Qué tiene eso que ver con el golf?
La respuesta es sencilla. Para mí, el golf es un reflejo fiel de mi vida personal y profesional. En medicina, cada día exige tomar decisiones sobre cuál debe ser el siguiente paso, cómo minimizar riesgos en un caso complejo dentro del quirófano o cómo actuar con sensibilidad frente a un paciente que espera un diagnóstico y un pronóstico que puede cambiar su forma de ver la vida.
Es también la alegría de ese momento en el que, después de un tratamiento complejo que ocasiona alteraciones físicas y emocionales, podemos decirle a alguien: “Ya no tienes cáncer”.
¿Y qué ocurre en el golf?
Tomaré como ejemplo el Memorial Park Golf Course, sede del Children’s Houston Open. En el campo, también hay que minimizar riesgos para conseguir el mejor resultado. Basta ver el hoyo 2, un par 3 de 157 yardas, que parece sencillo, pero castiga con un río si te quedas corto, con un búnker a la derecha y un green en bajada que cae de izquierda a derecha.
Es el compañerismo de celebrar el buen approach o el putt de 15 pies con el que tu compañero salva el par, y festejarlo con la misma alegría como si fuera propio.
Es escuchar al veterano local, que conoce el campo mejor que nadie, y te aconseja, en el hoyo 6, par 4 de 380 yardas, evitar quedar corto y a la izquierda en el segundo tiro, porque esa loma que protege el green puede convertir incluso el bogey en un desafío.
Es la emoción de pegar la bola al centro del fairway en el hoyo 14, un par 5 de 480 yardas, que te permite intentar llegar de dos y buscar un birdie.
Es disfrutar esos 18 hoyos con amigos o desconocidos que comparten lo mismo: Satisfacción, frustración, tolerancia y paciencia en cada tiro, en cada green, siempre con el único objetivo de dar lo mejor y disfrutar el momento.
Como médico, en una especialidad tan gratificante como compleja, he encontrado en el golf esa distracción necesaria: Un espacio para reflexionar y, a veces, negociar las emociones del día a día. Y es ahí, en ese respiro que el golf nos regala a quienes lo vivimos con intensidad y pasión, donde aprendemos a agradecer lo más importante de la vida, aquello que con frecuencia olvidamos hasta que lo perdemos: La salud.
Gabriel Pacheco Juárez
Cirujano oncólogo de cabeza y cuello
@gabriel_pj6

