Aunque la presidenta llama a modificar la ley de comunicaciones, el “tic” quedó. Todos vimos el reflejo censor. Morena nos quiere regresar cuatro siglos en la civilización, en la manera de convivir y comunicarnos. El ambiente del fanatismo es el oscurantismo.

Morena quiere normas de la época donde apenas se empezaba a construir el pueblo de Dolores Hidalgo en Guanajuato; no existía Hermosillo, Sonora; no había nacido Ana María Gallaga, la madre del cura Miguel Hidalgo; todavía andaba en México (entonces Nueva España), un aventurero pintoresco que acabó en la hoguera, precisamente por expresar ideas libres contra la esclavitud y contra España: Guillén de Lampart.

El proyecto de ley de telecomunicaciones de Morena nos lleva derechito en camino al siglo XVII, apogeo de la Santa Inquisición, cuando Europa estaba metida en la famosa Guerra de los Treinta Años, gobernaba España el rey Felipe IV, que se creía dueño del planeta; pero en realidad mandaban sobre la voluntad de las personas la superstición, brujería, ocultismo y nigromancia. Asomaba una esperanza para la ciencia, acababa de nacer Isaac Newton. Es el año 1643 y concretamente en Inglaterra.

Entonces, la gran isla europea cuna de la libertad, se disputaban el poder autoritario; por un lado el déspota Carlos I, y por otra el Parlamento voraz. Desde el Palacio de Whitehall salían “leyes personales” (como las ahora famosas “órdenes ejecutivas” de Donald Trump) que avasallaban al parlamento, incluso usó la Cámara Estrellada (Star Chamber), para abrogar toda labor parlamentaria durante más de una década, y juzgar calumnias y traiciones al rey. Pero el Palacio de Westminster, no se quedaba atrás en sus agresiones, provocando una guerra civil que terminó cuando le cortó la cabeza al monarca en 1649. A su muerte la monarquía fue abolida y se instauró una República (Mancomunidad) con Oliver Cromwell, que generó algunas simpatías, pero degeneró en una dictadura militar. Todo lo generó la censura. Ante el silencio de las palabras, sólo se escuchan las armas, lamentos y gemidos de dolor. El terror suplantó a la libertad.

El parlamento aprueba en ese citado año de 1643 una ley “Orden de licencias” (igualito pretende el oficialismo morenista), con todo y su Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones, que se llamó “Compañía de libreros” (Company of Stationers) con la facultad de autorizar, previo fisgoneo y purga la publicación y circulación de los libros y panfletos. Podían fiscalizar y confiscar cualquier material que afectara, dirían los morenistas hoy, el interés público. Pretexto para amorrar.

Ya los escuchamos a esos senadores guindas hablar en nombre de la “información veraz”, como hacían hace cuatro centurias los funcionarios de Inglaterra. ¿Cuál es la verdad no censurable? Inglaterra en ese año, 1643, inicia el primer gran debate intelectual sobre la censura, y lo da el poeta John Milton (1608-1674) con un texto que recordaba al Areópago de Atenas donde se hablaba libremente de dios y la naturaleza. (Pablo de Tarso predica allí al “dios desconocido”).

El “Dante inglés" que había estudiado en Cambridge, advirtió el peligro del atentado gravísimo a la libertad, y de inmediato arremetió contra la ordenanza de las licencias previas a los libreros en un panfleto: “Areopagítica”, donde desnudó los intereses políticos y económicos detrás de la decisión, sobre todo de los libreros para que asegurarían una protección y monopolio sobre el mercado de sus libros previamente elegidos. ¿Busca eso Morena? ¿Le interesa la verdad a los nuevos interventores? No. Quieren tapar la boca “a la campaña de desprestigio sistemática y permanente contra los gobiernos federales de 2018 a la fecha… (porque) “con criterios arbitrarios y caprichosos…manipulan a la opinión pública” (La Jornada, Editorial. 25.04.25). Sueñan enmudecer a los que levantan la voz contra AMLO y Claudia.

Milton decía, en “Areopagítica” que “todos los pareceres” y “también todos los errores” son de “capital servicio y validamiento para la ganancia expedita de la libertad”. Morena quiere verdad pura. Milton aboga por “el conocimiento y examen de los vicios de este mundo son necesarios para la constitución de la virtud humana, como lo es el análisis del error para la confirmación de la verdad”.

No quieren “chantajes mediáticos y geopolíticos”, dijo otro senador oficialista. No tienen la más remota idea de la vulnerabilidad en que pone al país esa censura digital, porque en Estados Unidos no existe subordinación de una autoridad de telecomunicaciones para operar un sitio web, una aplicación o una plataforma, y porque existen compromisos internacionales en donde se favorece legal y proporcionalmente al mundo digital que agrega valor a los servicios prestados por plataformas digitales; pretender regular eso unilateralmente, sólo genera confusión y problemas en nuestra deteriorada relación cultural y comercial con Estados Unidos. ¿Ya lo escucharon YouTube, Facebook, Instagram? Los que se quejan del bloqueo a Cuba, quieren bloqueo de las plataformas digitales. Desean, lo dijeron con todas sus letras: “defender el control de nuestras narrativas, de nuestras pantallas” en telecomunicaciones y radiodifusión. Tragar sólo el sermón obradorista.

¿Dónde está garantizado el principio de neutralidad de la red? ¿Quién se encargara de las áreas menos favorecidas en el acceso a internet que la Constitución reconoce como un derecho fundamental? ¿Dónde está el principio de proporcionalidad en las consecuencias de un eventual bloqueo temporal? No quieren libertad. No saben que en política se trabaja con “verdades probables”. Sólo saben seguir frases huecas, dogmas vacíos, soliloquios en el espejo de Macuspana, pancartas lambisconerías al poderoso y consignas pseudonacionalistas.

La democracia se justifica en la discusión de las ideas, en edificar argumentos, en la competencias de saberes, en el duelo de inteligencias para que, en elecciones libres, se decida el rumbo de un país y a los titulares de los poderes públicos.

Morena, está henchido de poder, soberbio, no conoce la tolerancia al otro, de la que hablaban Voltaire y Locke. Se creen depositarios del canon verídico. De la única fe verdadera. Son monaguillos de un sacerdote que inclinan la cerviz y se arrodillan en cuanto les tocan el cencerro del bienestar. Un político verdadero actúa con razón posible, donde todo es temporal, revisable, medible, perfectible, verificable. Nada en un parlamento es palabra de dios, indiscutible. De hecho Milton también acusaba de censura a la iglesia.

El mundo de la comunicación tiene una audiencia a la que se debe garantizar su libre elección de aparatos y plataformas, la no discriminaación a opiniones o contenidos, su privacidad en los datos personales, la transparencia en la gestión del tráfico, calidad y velocidad del servicio, y un desarrollo sostenido de innovación en la infraestructura para evitar la obsolescencia tecnológica. El mundo habla de inteligencia artificial, y aquí el diario oficialista, trajo a cuento la necesidad imperiosa de “asentar la presencia del Estado en ese ámbito a fin de garantizar que las radiofrecuencias, las concesiones y las plataformas nacionales no sean usadas de manera contraria al interés nacional”. ¿En serio, existen mexicanos que creen ser soberanos digitalmente sin interconexión con el mundo? ¿Ya está lista y en órbita en la galaxia la Agencia espacial del Bienestar? ¿En serio creen poder controlar a Google, Amazon, Microsoft, Facebook y Apple? Esas empresas están hechas de ciencia, de saber, de ensayos y errores, de probabilidades. No de soflamas patrioteras. ¿Quieren domar a Larry Page, Jeff Bezos, Bill Gates, Mark Zuckerberg, y Tim Cook? Esos personajes sacaron talento de las universidades. No fueron a las calles a pedir votos para levantar sus emporios. ¿Con quién vamos a ser soberanos frente a ellos? ¿Con Lenia Batres, Yasmín Esquivel, Loretta Ortíz, Arturo Zaldívar y Manuel Bartlett?. No pueden distribuir medicinas eficientemente. No controlan las carreteras de Michoacán. No generan crecimiento sostenido con un tren en la península de Yucatán. ¿Operarán con digitalismo exclusivo mexicano el aeropuerto en Zumpango, Estado de México? Ni una base de datos de Excel, pueden llevar eficientemente porque se les cuelan candidatos a jueces vinculados con el crimen. ¿Así defenderán la soberanía en telecomunicaciones y radiodifusión? ¿Despreciarán la lucidez, el conocimiento y el ingenio de los funcionarios del Instituto Federal de Telecomunicaciones, como a los del Poder Judicial Federal?

La estatua de Juan Gutenberg en Estrasburgo, Francia, tiene en sus manos un papel que dice “Et la lumière fut”. (“Y se hizo la luz”, primera frase de la Biblia). La imprenta ocasionó miedo en los ignorantes, como hoy la web. Los clérigos veían amenazados sus pregones, los libreros su monopolio copista. Morena, cuatro siglos después, quiere volver a apagar la luz en México, maldecir a todos los nuevos Gutenberg que han hecho posible que con un “clic” en su computadora de expresen y encuentren sabiduría.

No se si el morenismo apruebe la semana que entra esa ley que controla la voz de los mexicanos. Lo que quedó claro: es un “tic autoritario” de lo que quieren gobernar con fantasías y fanatismo y privilegios a algunos concesionarios, y, además, meterles una mordaza en la boca, o de plano, ponerlos en la hoguera, como hace cuatrocientos años a sus opositores. ¡Fracasarán, como lo demuestra la historia! Miles de Milton viven. La roca de Areópago no se derrumba. ¡No nos callarán!

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