¿Patria? ¿Familia? ¿Libertad? Sí. ¿Qué quieren decir esos conceptos, con los que se lanza el PAN a una renovación política?

Primero una obviedad, en México las elecciones, todavía, son “periódicas”, según el artículo 41 de la Constitución; y por lo tanto renovar o relanzar a la oposición para convertirse en alternativa en las próximas elecciones no debería ser noticia, sino normalidad del pluralismo. Preparación para intentar conquistar el poder. Pero el mero intento, la simple preparación provoca escozor al oficialismo. La crítica libre al relanzamiento es el primer triunfo de Jorge Romero. Veamos:

La palabra “Patria” debe comprender el concepto de “patriotismo constitucional”, que teorizó Jürgen Habermas o Maurizio Viroli, y cuyo eje teórico son una serie de valores ciudadanos, base del Estado, consiste en animar el “deber cívico” de esos ciudadanos en el cuidado de la república. Por tanto “patria” significa “república” y niega cualquier monarquía o cacicazgo, es decir, anula el poder de una persona. “Patria” es un compromiso con el equilibrio de poderes. Y fundamentalmente “patria” es límite al poder político, y el límite principal de la patria al poder político, se llama “derechos humanos”. La “patria” subraya que si un cártel de criminales, como los que solapa Morena en muchas regiones del país, mata a un líder de limoneros en Michoacán, esa patria exige orden. Sí, mano firme. Y exige a los ciudadanos una “virtud cívica” para defender esos valores compartidos de manera pacífica.

La “familia” es el núcleo de más amor y confianza que tenemos todas las personas y el Estado lo debe cuidar. Debe ser tarea central de los gobiernos, ante la enorme desconfianza que tiene un representante popular, un alcalde, un gobernador, un policía y ahora, con Morena, hasta un soldado. ¿A quién están recurriendo los veracruzanos por la tragedia natural de su entidad, a su familia o a la gobernadora morenista inútil? Estado fallido frente a las familias. Y una familia es una madre sola que cuida a sus hijos en Michoacán, porque el padre trabaja en Estados Unidos. Es familia dos hombres o dos mujeres, o como se autodefinan que viven juntos y se aman. Es familia dos muchachos universitarios que vive en pareja en un departamento con su perro. Es familia un asilo o un orfanato que Morena ni pela. A la familia no la define una orientación sexual, mucho menos una condición personal. ¿Qué se cree la “izquierda” para expedir certificados morales de buena familia? ¿Quiénes somos los partidos políticos para verificar las sábanas de nuestros prójimos?, pero la familia también es un padre y una madre que deciden vivir juntos, y jurarse amor eterno en la ceremonia religiosa en una sinagoga o una basílica. Con poquita reflexión se llega al siguiente cierre: Las familias no son pasado, son garantías de futuro. La izquierda privatiza criminalmente la educación, salud y seguridad públicas, y muchos criticando a la familia que da educación, salud y seguridad.

La “Libertad”. Bueno, por espacio simplemente diré como algún pensador: “Cuida la libertad, que la verdad se cuidará sola”, y esa verdad exige decir, que el PAN no debe abandonar “lo social”. Lo enseñó el mejor y más olvidado presidente del PAN, Adolfo Chiristlieb Ibarrola, y el candidato presidencial contra el populismo echeverrista, Efrían González Morfín. Economía social de mercado. El PAN debe hablar de empresas no de empresarios, es decir de la unión de patrones y trabajadores, de participación de utilidades, de salario justo, de aguinaldo sin impuestos, de seguro social eficiente, de educación pública de calidad; y por supuesto exigir seguridad pública. No hay libertad sin una derrota clara y rotunda sobre los criminales y sus complicidades gubernamentales de Morena.

Algunos críticos al PAN le agregan “Dios”. Ningún panista lo propone. El compromiso con la libertad religiosa y el Estado laico es indudable y claro. Morena juega con “detentes”, divinidades indígenas en el Zócalo, se viste con falda guadalupana y hace bendecir al Papa Francisco, para regalarla a México una rosa de plata (no de un artesano de Taxco) sino de un argentino, Adrian Pallarols, que también trabaja para Javier Milei. ¡Hipócritas! No porque no crean en Dios, están en su derecho. Sino porque no creen en la Patria, le rezan a AMLO, y desprecian la libertad de las familias.

Diputado federal

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