Terminó la incómoda e indeseable gira de México por Sudamérica. Quedará como una simple anécdota lo que sucedió en Brasil y Argentina, porque no cumplió en nada con el objetivo trazado: Preparar a los jugadores para la próxima Copa del Mundo.
Al final, resultó un tipo de “retiro espiritual/deportivo” con Javier Aguirre.
Los afines a la Selección defenderán las visorías de jugadores, el Vasco mantendrá el discurso de lo bien que se portaron los jóvenes y la tremenda presión que le metieron a los “buenos”.
Los críticos diremos que, además de abaratarse la playera de la Selección, lo más interesante fue ver la irreconocible reacción de Aguirre por el escaso o nulo apoyo al equipo nacional.
El vaso medio lleno o medio vacío, aplaudir o cuestionar, alabar o debatir, sobreproteger o polemizar.
La auténtica Selección, la que va a jugar el Mundial de 2026, se juntará hasta marzo para enfrentar las semifinales en la Liga de Naciones de la Concacaf o el Final Four; es decir, 16 meses antes de comenzar la justa mundialista.
El tiempo se le acaba a Javier, cada vez es menos. Se le viene encima para alcanzar el nivel que quiere de su gente.
No hay trabajo con los “buenos”. Por eso, son los señalamientos a este viaje para disfrutar el verano en aquella parte de nuestro continente.
No está de más insistir en que no es momento para descubrir chamacos.
En este 2025, Javier Aguirre tendrá 16 partidos más para aplicar sus conocimientos a los “buenos”. Es una obligación aprovechar cada minuto de las concentraciones; de lo contrario, el ridículo en el Mundial será inminente.
@elmagazo