La FIFA debe estar berreando por bajar el precio de los boletos para el Mundial del próximo año.
Al órgano rector del futbol en el planeta no le gusta perder dinero; el gran negocio no puede dejar de producir cientos de miles de millones de dólares.
El Mundial es el gigante que entrega riqueza a manos llenas.
Gianni Infantino, seguro, estaba renuente a dejar bastante plata en el camino, pero lo hacía o corría el riesgo de ver estadios semivacíos; el ridículo iba a ser mayúsculo.
Sin embargo, dentro de las pérdidas, tendrá —por lo menos— algunas ganancias, pues —a diferencia de otros Mundiales, como el de Qatar 2022— no va a regalar miles de entradas para evitar que se vean enormes huecos en las tribunas dentro de las tomas de la televisión.
Ante las feroces críticas por el alto costo de las entradas, la FIFA decidió ser buena con los aficionados y se inventó una nueva categoría, para que los verdaderos amantes del futbol disfruten de su deporte dentro de los estadios y la llamó “grada básica”, algo así como el lugar para la gente de menos recursos —por no decir algo más incómodo—, lo que les “permitirá asistir a los partidos de sus equipos de un modo más asequible”.
Gracias Gianni, eres bien buena onda por dejar entrar a tu reino de opulencia a los que asisten regularmente a los estadios para ver a sus equipos y no sólo a los fanfarrones que colman las gradas cuando llega la Copa del Mundo.
Esta iniciativa, que estoy seguro aceptaron de mala gana Infantino y sus secuaces, otorga un precio de 60 dólares el ticket, casi mil 100 pesos mexicanos, al tipo de cambio en estos días.
Celebro el disgusto de la FIFA, porque este magno evento no debe ser únicamente para unos cuantos.
Es increíble que un boleto en el portal oficial sea ofrecido en 70 o 100 mil pesos; impagable para muchísimas personas.
En México, son una grosería estos precios.

