La OCDE cimbró el lunes al mundo financiero con la revisión a sus pronósticos del crecimiento de la economía mundial, que bajo el impacto del virus, podría desplomarse de 2.95 a 1.5%: clara recesión. Ello sustentado en tendencias recesivas en China, Japón, Corea y Alemania, grandes motores económicos. De nuevo México a la baja 0.7%. Detonó una reacción casi de pánico de las autoridades financieras del G-7, que se comprometieron a medidas de estímulo fiscal y monetario ante el riesgo de una verdadera “pandemia económica”. El Fed baja la tasa de interés en medio punto porcentual, ¿y México qué?
En las condiciones actuales mundiales, el gobierno debería reforzar sus lazos de cooperación con la OCDE, organismo clave, dirigido por un mexicano distinguido, José Ángel Gurría. Desafortunadamente es un caso en que nuestra política inició exactamente “de cabeza”. El Presidente recibió y el Senado también a la Sra. Lagarde, directora del FMI, organismo que es el gran símbolo del “neoliberalismo”. En cambio se “cerró la puerta” a Gurría, que más bien fue objeto de “diatribas” mañaneras como “pecador neoliberal”, porque el organismo expresó correctamente que el crecimiento mexicano iba a la baja, Pemex era un riesgo y los proyectos favoritos: Dos Bocas y ferrocarril maya contravenían acuerdos ambientalistas de la COP-París. Esto comienza a corregirse. Acertadamente los secretarios de Hacienda, Educación, Economía y Energía han mantenido el diálogo técnico.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, con sede en París, fue creada bajo el Plan Marshall para apoyar la “reconstrucción europea”. Hasta 1974 fue el “club” de los países ricos. México ingresó en 1994 (como Corea), como apertura a los países más aventajados de la “clase media”. En 1999 se eligió a México en la persona de su secretario de Hacienda Gurría para presidir la reunión Anual Ministerial. Propuso un cambio histórico innovador, que en forma conjunta se realizara una reunión Ministerial invitando a los principales países no miembros: China, Rusia, India, Brasil, Sudáfrica, Indonesia, como los nuevos grandes actores mundiales. Se institucionalizó para el futuro y los países son ahora considerados “socios estratégicos”. Gurría, con su prestigio como secretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores, y el gran éxito de la reunión, fue electo en 2006 secretario general de la organización. Ha logrado ampliar la membresía latinoamericana: ya ingresó Chile y está aprobada la de Colombia. México sin duda juega en la OCDE el papel de “potencia intermedia”, dos embajadores de México hemos presidido el importantísimo Comité de Presupuesto.
La OCDE siempre ha tenido una agenda de vanguardia de los temas mundiales más importantes. México, que el año pasado cumplió 25 años de membresía, se ha beneficiado de ello. Análisis de nuestra política económica se intitulan apropiadamente: “ir por el crecimiento”. Ha elaborado sendos estudios y propuestas sobre “educación a lo largo de la vida”; sus estudios comparativos PISA reflejan el atraso de nuestros niños en lectura, habilidad matemática y ciencias; gasto insuficiente y deficiente; se aboca a preparar países para la revolución digital y tecnológica, y amortiguar sus efectos sobre el empleo; reformas del sector salud y pensiones; urgencia de una reforma fiscal, donde tenemos los indicadores más bajos; estudia la desigualdad y la “movilidad social”, “un elevador descompuesto”. Desde luego trabaja en temas de equidad de género, protección del medio ambiente y, un Acuerdo Mundial Anticorrupción.
El gobierno mexicano debiera reactivar un Acuerdo Marco de Cooperación con la OCDE para diseñar con expertos las mejores políticas en los temas prioritarios de la 4T, suscrito con el Presidente mismo. Un documento sobre México se intitula “Hacerlo Bien: una Agenda Estratégica”, ¡qué relevante! La cooperación es todavía más necesaria ante la pandemia económica que se avecina y para la que no estamos preparados.
Exembajador de México en Canadá.
@ suarezdavila