En el siglo XVIII, un sabio judío español, Joseph de la Vega, escribió un libro clásico: Confusión de confusiones, para entender los grandes cambios económicos de la época. No sería mala idea que el Gobierno tuviera una iniciativa similar para desenmarañar su propia “confusión de confusiones”, que con desatinos y políticas equivocadas está generando momentos de gran peligro para México.

Nuestra “recapitulación” de las confusiones económicas:

1) Preocupa la confusión de conceptos básicos: el PIB mide producción y empleo, brújula vital frente a un etéreo concepto de bienestar; sin crecimiento no hay desarrollo, sólo se reparten miserias y, si la espiritualidad desplaza al materialismo, los economistas estaremos desempleados y se contratarían filósofos, monjes cartujos y budistas, y el FMI ¿dispensaría indulgencias y no recursos?

2) La crisis 2020 la provoca un hecho imprevisible, una epidemia de gigantescas proporciones globales y no el “neoliberalismo”. Éste recibió un golpe mortal desde la Gran Recesión de 2008, que dejó una estela de estancamiento, irritación social y populismos. Ante la pandemia, todos los grandes países adoptan políticas fiscales, keynesianas, contracíclicas, sustentadas en mayor deuda. Casi el único país fiel a las políticas neoliberales es el nuestro. Por ello llegamos a la crisis tan mal parados: crecimiento anual de “0” y 5 trimestres de crecimiento negativo, su ineludible responsabilidad, ahora agravada por nuestra negativa a seguir políticas contracíclicas (¿por ser neoliberales?), más bien vamos a contracorriente, magnificada por la “austerocracia” de recorte de gastos contraccionista, practicada en Europa y que arruinó a Grecia. Al recortar el gasto caen los ingresos y entramos en una espiral descendente.

3) Para crecer se necesita mayor inversión pública en buenos proyectos, no para despilfarrar sólo en los “emblemáticos”: el tren maya en que se confunde que siempre hay apetito de constructores, el problema es encontrar operadores, sí habrá pérdidas y será ambientalmente nefasto. La refinería de Dos Bocas subacuática y anacrónica, hunde más a una empresa ya quebrada. Santa Lucía es un aeropuerto cuyas rutas restan y no suman al actual aeropuerto por usar el mismo espacio aéreo. Indignamente distrae a nuestros soldados de sus funciones y los convierte en albañiles, quitándoles trabajo a estos. En cambio, se canceló el de Texcoco, un gran megaproyecto de desarrollo regional, ya financiado.

4) La inversión privada depende de que haya demanda y prevalezca la confianza. Con el último “portazo” a las “68 ideas” de un grupo destacado de la sociedad, que supera en mucho la falta de políticas del gobierno, se fractura esa confianza.

5) Pemex no puede ser considerado un motor de crecimiento, es una empresa quebrada, tonel sin fondo, que acabará por hundir las finanzas públicas.

6) Se confunde la diferencia que existe entre un “rescate arbitrario a potentados Fobaproa II”, frente apoyar la estructura de la planta productiva con programas normados, como los adoptados por otros gobiernos para proteger empleo, salarios, ingreso familiar e impedir un desplome económico generalizado.

7) Los instrumentos de “beneficencia” clientelar, discrecionales, insuficientes y fragmentados, desmantelando lo que funcionaba, como Progresa o Seguro Popular, están lejos de conformar una Política de Bienestar Social “estructurada”, como el modelo de la Social Democracia, con un sistema de salud universal, bien financiado, un seguro de desempleo, y los programas de ingreso básico, cuya necesidad la pandemia evidencia.

8) El Presidente debe definir las grandes orientaciones de política, pero gobernar no es hablar y hablar, requiere “administrar” con un gabinete de la gente más competente, no sus más leales cuates. Ahora se tiene una orquesta cacofónica en que casi ningún ministro toca su partitura.

Las pandemias proporcionan la oportunidad para resolver confusiones, aclarar ideas y precisar políticas para lograr una verdadera transformación. La “peste negra” apresuró el fin del feudalismo y el inicio del renacimiento. Aquí, ¿qué?

Exembajador de México en Canadá.
@ suarezdavila

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