Hoy se inicia el Gobierno del Presidente Biden culminando uno de los procesos electorales más convulsos e insólitos en la historia de su país: “insurrección” del Presidente contra su legislativo para anular una elección válida, 2º “impeachment”… Así finalmente tenemos su inauguración, “bajo ley marcial”. ¡Año Nuevo, Presidente Nuevo! ¿Qué seguirá?

No empezamos bien nuestra relación. Acumulamos un proceso de provocaciones a Biden y los demócratas con la inoportuna visita a Washington, difiriendo la felicitación, la absurda oferta de asilo al enemigo Assange, ninguna solidaridad ante la “insurrección”, desencuentros con la DEA. Todos actos sin sentido. Afortunadamente Biden es un hombre sensato y profesional. Pero el Partido Demócrata, que controla el Congreso, recordará estos hechos cuando convenga a sus intereses.

¿Cuál es el escenario al que nos enfrentamos? México se encuentra en una de las situaciones más frágiles de su historia, su economía con la mayor caída desde 1932, pandemia descontrolada, dependiente de cadenas de valor automotrices y exportaciones agrícolas, vulnerable al proteccionismo por tener el 2º mayor superávit comercial.

La Agenda en la era Trump era muy sencilla, bitemática: la migración y el comercio. Ahora tenemos una multitemática muy compleja. Los temas pueden ser clasificados. Primero los de “coincidencia”: cooperar para la recuperación económica, que requerirá transformaciones como en el sector automotriz de gas a electricidad, inclusive aprovechar el T-MEC para una iniciativa trinacional, para impulsar nuevos sectores, con nueva tecnología e inversión para mejor competir con China. La cooperación en la lucha contra el CV-19, en que necesitaremos vacunas, medicinas y equipamiento. Compartimos el interés hacia una nueva política migratoria y legislación de protección a los migrantes, sus familias, los asilados que se acumulan en la frontera. Biden comparte la visión de AMLO de atacar las causas del problema en Centroamérica, donde podemos cooperar. Mayor aceptación sobre el control del tráfico de armas.

En segundo lugar, habrá temas de discrepancia o conflictos: la necesidad de avanzar hacia energías limpias, el tratamiento a empresas americanas en materia energética, la lucha contra el cambio climático y, la aplicación de reglas laborales bajo el T-MEC. Habrá problemas por el impulso que dará Biden a los derechos humanos, la democracia, con una compleja elección en México. Biden puede representar un contrapeso benéfico.

En tercer lugar, temas con un potencial para derivar hacia coincidencias o hacia conflictos: claramente en Seguridad. En la Agenda multilateral o regional, que revivirá Biden en un complicado entorno geopolítico, ¿qué temas propondrá ante el Consejo de Seguridad, los dilemas derivados del conflicto comercial y tecnológico con China; qué enfoque con Venezuela y Cuba?

Tenemos que reconocer que frente a esta relación compleja y asimétrica estamos mal preparados. Tendremos que transitar del “entreguismo servil” a la “provocación bravucona” hacia una relación madura, equilibrada. Biden está formando un gabinete de gran nivel, de experiencia y competencia profesional, que nosotros siempre teníamos.

Pero ante un cierto desmantelamiento de la Administración Pública y la Cancillería, ¿cuáles son nuestras contrapartes ahora? Una nueva Secretaría de Economía y un nuevo Embajador, ambos de alto nivel, pero sin experiencia diplomática, con el grave error de la desaparición de la Subsecretaría de América del Norte. Más aún, carecemos de una política exterior, porque no interesa, lo importante es la doméstica-electoral. Pero ahora por lo menos debemos estructurar una buena política bilateral, sumando los esfuerzos de Cancillería y valiosos “think tanks”, académicos que ya trabajan en ello.

Hay pues la oportunidad para hacer “un buen borrón y cuenta nueva” y transitar a la era Biden que, con una buena relación, puede contribuir a impulsar una nueva ruta favorable también de la 4T.

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