Tarde que temprano, la ‘bomba atómica’ detonada por los aranceles impuestos en los primeros escarceos de la guerra comercial emprendida por la gestión de Donald Trump, repercutirá en los flujos turísticos mundiales y, por supuesto, en los relacionados con nuestro país.
Aunque es temprano para dimensionar todos los efectos que desencadenará el nuevo estado de las cosas para el turismo, parece razonable adelantar los que podrían suceder con mayor factibilidad:
1. Tanto por preocupaciones por la nueva política migratoria como por una justa reacción a las majaderías del Presidente estadounidense a potenciales turistas, como los que provendrían de Canadá, es de esperar el desencanto y rechazo de viajeros de diferentes latitudes por visitar Estados Unidos. En febrero de 2025 se reporta ya una contracción en el arribo de turistas internacionales por vía aérea de 4.8%.
2. El camino sin escalas de la economía de EU rumbo a la recesión, de la mano de una creciente inflación, son malas noticias. En particular, porque eventualmente impactará los bolsillos de las familias estadounidenses, con el consecuente recorte en sus viajes, especialmente en aquellos que realizan fuera del país. Estados Unidos sigue siendo el mercado de viajes más importante del que se nutre el turismo mexicano.
3. Un frente adicional al de la guerra comercial será la conflagración monetaria. Fluctuaciones en las divisas repercutirán en el redireccionamiento de las decisiones de viajes.
4. El estrecho vínculo entre la economía mexicana y la de EU puede hacer que la recesión sea un mal contagioso, con lo que el mercado interno de nuestro país puede verse también afectado y, de mantenerse los niveles observados en la paridad con el dólar, repercutiría en menos viajes al extranjero, algunos de los cuáles pueden ser redireccionados al interior del territorio nacional.
5. Es de esperar que la dureza en la presión migratoria estadounidense obligue a México a mantener restricciones en la misma materia, así como en la política de visados a latinoamericanos que derivará en que viajeros de Colombia, Perú, Brasil y otras naciones busquen alternativas, como ha sucedido en el pasado reciente, con el aumento en la captación de turistas de estos mercados obtenida por República Dominicana.
6. La incertidumbre, signo de los tiempos actuales, afecta a la inversión, pues el capital tiene aversión a ella y buscará refugio donde esta condición sea más reducida, lo que podría traducirse en menos dinero para servicios turísticos. De igual forma, tasas altas de inflación conllevan un precio más alto del dinero, lo que afecta también a la inversión y los créditos al consumo.
En el marco de este somero análisis, se hace necesario que, en el contexto de las medidas anunciadas recientemente para proteger a la economía nacional, la industria turística mexicana encuentre un lugar y, desde la política del país para el sector, nunca como ahora se hace más evidente la necesidad de diversificar mercados internacionales, reconociendo que la actual coyuntura es el momento más promisorio para impulsar una jugada estratégica.
DISLATE TURÍSTICO
En línea con su reciente suspensión como integrante del Consejo Coordinador Empresarial, sorprende que quien por un poco afortunado mandato legal ostenta la representatividad de la hotelería mexicana —Concanaco— abogue por la causa de Airbnb en nuestro país. Pero, además, lo hacen con el poco decoro de presentar un estudio realizado… con el apoyo de Airbnb, como se puede constatar en el comunicado generado por esta marca, que señala; “La Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo… con el apoyo de Airbnb…”. El estudio exalta los supuestos beneficios, pero no hay una sola reflexión sobre los perjuicios causados a la hotelería nacional por tener en el mercado cerca de 375 mil habitaciones que no cumplen con los mismos lineamientos legales y reglamentarios que deben reunir los hoteles formales.
Director del Sustainable Tourism Advanced Research Center (STARC) Anáhuac Cancún
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