Al paso de cerca de 20 años, en este espacio hemos tenido el privilegio de revisar y analizar la marcha del turismo en el mundo y en México. La idea que me viene a la mente para contextualizar este periodo es la de que este ha sido un tiempo trepidante.

Así, dimos testimonio de una de las más graves crisis de la industria a finales de la primera década del siglo, producto de los impactos de la Gran Recesión que, en el caso de nuestro país, se vio acompañada, también, por la epidemia de influenza AH1N1 y un exacerbamiento del tema de inseguridad.

En tiempo real cuestionamos la inutilidad de la propuesta del Ejecutivo federal por desaparecer la Secretaría de Turismo en aquel lejano 2009, y pudimos ver cómo paulatinamente el turismo mexicano remontó la denominada ‘tormenta perfecta’ de esos tiempos.

En su momento, cuestionamos la alegría de algunas de las cifras con las que se trataba de disimular la severidad de la situación, y también fuimos documentando la fuerza de la recuperación turística de la segunda década del siglo, en línea con un periodo de gran expansión del turismo mundial, cuya tasa de crecimiento de pronto se asemejaba a la de los años 70 del siglo pasado.

En el ejercicio crítico que realizamos, cuestionamos también algunas de las cifras que se generaban en el turismo fronterizo por parte del Banco de México, y el tiempo nos daría la razón, pues, efectivamente, había un sobredimensionamiento en uno de los componentes de este fenómeno.

La inédita crisis del sector que acarreó la pandemia de Covid-19 fue un tema recurrentemente abordado, al tiempo de documentar también las pocas energías puestas por el aparato público para acompañar a las empresas, las cuales vivieron horas críticas, y muchas de ellas no lograron sobrevivir a esta contingencia sanitaria.

Por tratar de extraer algunas conclusiones de lo que ha pasado con el turismo mexicano, señalaría en primer término su extraordinaria resiliencia pues, a pesar de todo, el sector sigue siendo crucial en la mejora de las condiciones de vida de millones de familias mexicanas, además de realizar extraordinarias contribuciones de carácter macroeconómico.

Por otro lado, sigo pensando que la narrativa sobre la importancia del sector se ha quedado corta, y este es un tema que deben reconocer y atender los actores de la industria.

Al mismo tiempo, se debe insistir en que no debemos de acostumbrarnos a la inseguridad. Este es un lastre para un pleno despegue de todo lo que el turismo puede seguir haciendo por México.

DESPEDIDA. Este recuento de hechos está pensado a propósito de que esta es mi última colaboración en EL UNIVERSAL. Agradezco la deferencia y la gran oportunidad de plasmar y compartir mi pensamiento desde esta tribuna durante estos años y, aunque parece obvio, debo subrayar que este ejercicio no fue nunca objeto de ningún tipo de censura.

Soy un convencido de que el turismo mexicano demanda espacios para amplificar su voz, y reconozco lo que este importante medio aportó, dando lugar a estas colaboraciones de ‘En Clave Turística’.

Director del Sustainable Tourism Advanced Research Center (STARC) Anáhuac Cancún. X: @fcomadrid

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