La Feria Internacional del Libro (FIL), es un bazar de las nuevas creaciones literarias y, además, un nicho de la causa democratizadora.

A lo largo de las 35 ediciones anuales, la FIL ha sido foro del debate y la discusión democrática mundial, especialmente de Iberoamérica, región en la que no se ha logrado revertir la inercia al autoritarismo. Sigue pesando el emblemático caso de Cuba, modelo y guía de las regresiones autoritarias de Venezuela, Nicaragua y, potencialmente, de otros que se encaminan y, lo más grave: por la vía de elecciones, comicios en los que la opción favorita es radical (de izquierda o derecha).

La FIL ha sido un desfile de visitantes ilustres por su talento literario y también por ser exponentes de alguna zona de la geografía ideológica en América Latina. Uno de sus consentidos: Gabriel García Márquez, el “Coloso de Aracataca”, autor de pensamiento de izquierda con el que se inauguró el llamado Salón Literario en 1993, y quien asistió a la mayoría de las ediciones de la FIL durante 27 años consecutivos, hasta su muerte en 2012.

Un momento crítico fue cuando a pesar de las advertencias del gobierno federal a los directivos de la FIL de no invitar al polémico Fidel Castro, la visita ocurrió por lo que se despejaron dudas sobre su autonomía. Y a la inversa, por tratarse de un literato de “derecha” hubo, en distintos momentos, molestias del gobierno federal por las visitas de Mario Vargas Llosa a quien se atribuye la frase: “México la dictadura perfecta”.

La FIL ha corrido en paralelo con el largo proceso democratizador del México de finales del Siglo XX y lo que llevamos del Siglo XXI.

En esa dirección, la FIL ha brindado voz a instituciones democráticas como el Instituto Nacional de Transparencia (INAI) y el Instituto Nacional Electoral (INE).

INAI e INE son creaciones de la transición democrática y termómetros de la legalidad cívica, con la que se han venido ensanchando los planos de la participación ciudadana. Una, desde la lógica del ejercicio del sufragio durante la renovación republicana del poder público y, la otra, como vía para la rendición de cuentas arrancando a las gobernantes explicaciones sobre el quehacer público.

El INE antes IFE, comenzó con un espacio para promover sus actividades y funciones en 2003.

El INAI, antes IFAI, coloca el Pabellón de la Transparencia desde 2013, unido con el Instituto de Transparencia del Estado de Jalisco, ITEI, que inició en 2006. Desde hace unos años, ese punto se ha convertido en reflector de los 33 institutos semejantes del país (el Sistema Nacional de Transparencia).

En esta edición 2021, la coordinadora del pabellón fue mi compañera Comisionada del INAI, Julieta del Río Venegas. En el programa participamos los siete comisionados, en forma presencial y remota, y contamos con un elenco de intelectuales, académicos y activistas de la sociedad civil en paneles y presentaciones de libros. Así, confirmamos la tradición de promover los derechos que tutelamos: la apertura informativa y la privacidad a partir de los datos personales: fuentes también de la vocación democrática mexicana.

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