No suelo involucrarme en polémicas ajenas, ni intervenir en discusiones a las que no me invitan.
Nunca me ha gustado ser partícipe ni entrometerme en grillas, y tanto en las escuelas donde estudié, como en las oficinas a las que pertenecí, siempre fui el último en enterarse de los chismes.
Sin embargo, ayer se me ocurrió responder a un tuit y ¡pum!, se desató la tuitiza; de pronto, me vi en medio de la controversia:
“No eres hueco. Eres lo que sigue”, me respondió Bere Aguilar (@bereaguilarv) desde su cuenta. “Como no es tu hija, pues te vale madre. Por eso estamos así; divididos y aplaudiendo las injusticias. De corazón, te deseo que jamás lastimen o señalen a tus hijos por alguna condición que los haga diferentes. Adiós”.
Todo esto, derivado de que María Scherer (@scherermar), a quien desde hace tiempo sigo en la misma red por su destacada labor periodística, anunció que hablaría en el programa de radio de Javier Risco y Gabriela Warkentin acerca de que en la Copa Timón, torneo que se juega en la Universidad Anáhuac del Sur de la Ciudad de México y que patrocina CI Banco, no se permite jugar a niñas en equipos de niños de ocho años de edad.
“Es increíble y lamentable que las excluyan por su género. ¿No se enteran de lo que está pasando en el futbol en el mundo?”, apuntó, a lo que yo repliqué que los mismos responsables de ese torneo organizan otro exclusivo para niñas —donde no se aceptan niños—, que se llama Copa Giro, en el cual mis hijas participan desde hace varios años.
Aquello fue suficiente para que Bere Aguilar me tachara de promotor de las injusticias, de dividir al país, de correligionario de la Universidad Anáhuac y de los Legionarios de Cristo, cuando ni a misa voy y ni me sé el Salmo responsorial. Ni siquiera tengo a mis hijos en sus escuelas, pues tampoco soy partidario, ni de su filosofía, ni de la pobre educación que imparten, por lo menos cuando yo sí fui ahí de niño.
Me parece que —a veces— nos complicamos mucho la vida asumiendo que todo se trata de una lucha campal Mujeres vs Onvres, cuando todo podría verse desde un punto de vista más sencillo: Hay un torneo para niñas y uno para niños, y ya.
No queramos encontrar conflictos donde me parece que no los hay. Yo no veo aquí exclusión, ni discriminación, ni una injusticia, pero —como le decía a María— respeto su opinión.
Nadie gana con enfrentamientos de esta índole, que —lejos de contribuir a la unión, la equidad y la igualdad— nos separan.