“La gente quiere que esté contento —dice Andrés Suárez— y no les hable más de desamor (…) pero la gente no sabe de ti”.

Así me pasa en estos días.

México es un árbol que se va marchitando. Los colores del árbol de la vida fueron palideciendo y no hay, por lo pronto, restaurador posible. Todos parecen ser árboles de las noches tristes.

Agoniza la decencia, la cortesía, el afecto y la solidaridad con la desventura del otro.

La decadencia se percibe por todas partes.

Una nueva burocracia arrogante y corrupta. El nuevo régimen ostenta descarnado no sólo su poder y arbitrariedad: también su pequeñez. Nada como Fernández Noroña obligando a un ciudadano a arrastrarse ante su trono, sintiéndose el Papa Gregorio VII cuando sobaja a Enrique IV en la célebre humillación de Canossa.

“El pueblo no sabe de visas”, dice la gobernadora de Baja California, ante el cerco estadounidense que le retira la posibilidad de entrar a su territorio. No es una gobernadora cualquiera: es la Presidenta de la Comisión Nacional de Gobernadores, ni más ni menos.

En medio de esta embriaguez de poder, ejecutan a dos funcionarios cercanísimos a la Jefa de Gobierno mandando un mensaje siniestro a la nación: “nadie, absolutamente nadie es intocable”.

Pero terrible la reacción. Noroña, otra vez: el ataque fue auspiciado por la derecha. Ricardo Anaya: fue un crimen de estado. Se ha perdido la responsabilidad, el pudor por mantener la estabilidad de la República. El velorio se convierte en mitin en respaldo de la Jefa de Gobierno. El luto roto por las matracas. Patético.

Pero la epidemia de cinismo nos consume a todos como sociedad.

¿No lo creen?

Televisa abre una empresa para hacer guerra sucia contra sus enemigos. Un patrocinador era el entonces Presidente de la Suprema Corte y artífice hoy de la Reforma Judicial. El daño moral, la calumnia, usurpación de identidades, montajes. Todo ilegal. Se rescata la máxima política. “Calumnia, que algo queda” .

Los maestros de la CNTE abandonan a sus alumnos para poner de cabeza a la capital. Que los estudiantes esperen en su ignorancia.

Las bandas de narcocorridos ponen sus letras que hacen apología del delito para que la gente las cante y así, todos felices, violan la ley. Pero en un palenque, el cantante explica que no puede cantar narcocorridos y la gente destroza todo.

Así es: la gente no sabe de ti.

Si alguna vez hubo un país de valores, civismo y moderación se ha esfumado. No hay memoria de ello, como en aquella epidemia de insomnio en Macondo que termina con la memoria de todo lo que fuimos.

Puede ser que México nunca fue lo que imaginamos y somos esta imagen que nos devuelve el espejo.

Puede ser que tanta violencia, corrupción, demagogia, arrasó lo que sí existió alguna vez.

O puede ser que México, como dijera Colosio de Manuel Camacho antes de ser asesinado, simple y sencillamente, no tiene remedio.

Qué tristeza.

@fvazquezrig

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.