¿Qué hacemos con los pobres? Se preguntaba Ignacio Ramírez ya en el siglo XIX.
Desde entonces, no ha habido respuesta. El nuevo régimen afirma haber reducido en más de 5 millones el número de pobres.
Pero eso es un buen deseo. Ha disminuido, sí, la pobreza medida en ingreso, gracias a una descomunal transferencia de efectivo a más de 30 millones de personas y al incremento sostenido del salario mínimo. Pero las familias, pese a recibir más, gastan más. No hay medicinas. No hay consultas médicas.
El régimen, poco a poco, por ineptitud, corrupción y desinterés ha privatizado el sistema de salud. Los consultorios de las farmacias están repletas: otorgan 120 millones de consultas al año, según la Asociación Nacional de Farmacias. Aquellas que venden medicamentos similares y genéricos se han multiplicado: 84% del total de medicamentos que se consumen en México, según la secretaría de Salud.
La inflación también les ha comido el gasto a las familias. El encarecimiento de los alimentos no ha tenido freno.
Súmese el costo del pago de extorsiones y derecho de piso.
Con todo, un tema sigue siendo central: la falta de empleo formal bien pagado.
La informalidad ronda 54% de las personas ocupadas y un cuarto de la economía.
Esas personas no tienen un salario legalmente regulado, ni prestaciones, ni seguridad social ni pensiones. Una bomba de tiempo.
Pero, aún con su dramatismo, la cifra es engañosa.
La informalidad en el Bajío, occidente y el norte ronda alrededor del 40%. Pero en el sureste, los datos son dramáticos: en Oaxaca 81 de cada 100 personas son trabajadores informales; en Guerrero, 78; Chiapas, 73; Puebla 69; Veracruz 68, en Morelos, 66.
Más: 45.2% de los municipios registran tasas de 80% de informalidad o más: 1,115 municipios. Pero hay otros 583 que registran más de 70%.
No habrá forma de salir de la pobreza sin que tengamos una forma de innovación social en esta vastedad del territorio. Se requiere, por un lado, compactar grupos poblacionales; por otro, dotarlos de recursos educativos, de salud, nutrición y crear mercados. Hay que inyectar emprendedurismo en la sociedad.
Por supuesto, nada se logra sin que crezca la economía. El sexenio pasado fue el de peor crecimiento, casi cero, en medio siglo. El actual sexenio va igual: ni un 1% de crecimiento. Estamos en un ciclo recesivo. Veremos si caemos en recesión técnica, pero la generación de empleo es patética: hasta mayo, se habían generado 23 mil empleos formales, de unos 600 mil que son demandados por la población en el mismo periodo.
La dependencia de las personas a las pensiones que regala el gobierno pero que no se fondean con contribuciones de trabajadores jóvenes, llevará a la quiebra financiera al gobierno y a la quiebra moral al país.
Urge un cambio de rumbo. Poner en el centro de toda la política pública a las personas y generar un gran acuerdo nacional en favor de la inversión.
No hay otra salida.
Ni tiempo que perder.
@fvazquezrig