México enfrentará en los próximos meses un huracán.

La economía está rota. Se enfrenta un grave desafió externo. El crimen se vuelve asfixiante y la corrupción de la nueva burocracia es cada vez más patente.

Estamos inmersos en un ciclo recesivo. Ya hubo un trimestre de contracción. Si la economía se encoge un segundo trimestre, oficialmente habremos entrado en recesión.

Ésta golpearía de frente a dos ámbitos sensibles: la generación de empleo y la recaudación.

Ya se registró una destrucción de 405 mil empleos en diciembre pasado. Malas noticias. El saldo del primer trimestre de este gobierno en generación de empleo es de 242 mil empleos menos.

Igual la economía. En el primer trimestre de la nueva administración la economía cayó 0.6%. Si hay menos crecimiento, habrá menos recaudación. Con menos dinero, la repartición de programas sociales, 1.1 billones de pesos, se vuelve más gravosa. Ni modo: a recortar otros rubros o a endeudarse, porque con dinero baila el perro y es lo que importa. ¿Hasta cuando? Hasta que el cuerpo aguante.

Esa es la trayectoria económica normal que se avizora si todo sigue igual. Pero viene lo anormal.

El lunes, Trump nos dará su sentencia: cumplimos o no. ¿Aranceles? Veremos. Si se dan, olvídense. La economía se colapsará (aún sin canto del Mayo). Mal empieza la semana para el que ahorcan en lunes.

Pero si las amenazas de la Casa Blanca contra los cárteles se cumplen, y no tienen porqué no cumplirse, y se fractura la soberanía al abrir “las puertas del infierno” a los cárteles, no sólo la economía, sino la gobernabilidad, recibirán un shock externo adicional.

Por lo pronto, el crimen parece no creer las amenazas o, al menos, estar bien seguro de su apuntalamiento interno. Puede ser. Hay 110 políticos siendo investigados en EU por nexos con el crimen, según publicó ayer Salvador García Soto. Como el horror no cesa, las víctimas crecen. Y llegará un momento de hartazgo ante la complicidad con los criminales.

Está mezcolanza se explica por una corrupción de la nueva burocracia morenista ya inocultable. Es burda y grosera. La gente percibe que hay un abuso de poder. Que hay agandalle. Y que las cosas son como antes. Todo se transformó para que nada cambiara.

Ese huracán se aproxima.

Como todo huracán, está avisado.

Pero nadie está llamando a los albergues, Quieren mantenerse, alegres, parados en el segundo piso.

@fvazquezrig

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