La gobernanza del país está dislocada. Hay una sociedad indignada y harta, que saldrá a manifestarse masivamente el sábado.

Los fuegos encendidos son demasiados.

Hay un hartazgo por la inseguridad que ha superado al miedo. La economía está detenida y la industria, en recesión. El sábado retomarán el espacio público ciudadanos, víctimas, madres buscadoras. Protestarán médicos sin medicinas en los hospitales públicos. Agricultores y campesinos. Transportistas.

La mayoría de los gobiernos locales son inservibles. Hay cientos de municipios que están tomados por criminales.

Existen fisuras reales y profundas dentro del nuevo partido hegemónico. El fuego amigo devora a unos y a otros. Las presiones del gobierno, pero ahora también de legisladores y empresas de Estados Unidos, están ajustando el nudo de la soga que Morena se puso en el cuello al violar cínicamente el tratado y al aliarse con el crimen organizado.

El asesinato cobarde de Carlos Manzo fue la gota que derramó el vaso.

Las redes se inflamaron, los medios se volcaron contra los gobernantes ineptos, corruptos y cómplices. La torpe respuesta a la crisis desbordó la rabia como gasolina.

Hoy, la sociedad tiene un mártir, un símbolo y una causa.

Falta perder el miedo y despertar. Los liderazgos llegarán solos. El rasgo más interesante de estas dos semanas es que hay una efervescencia y un activismo político más allá de los partidos.

A la olla de presión social, Morena respondió atrincherándose, muy al estilo de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

La reforma judicial, la electoral, el agandalle del congreso y la intentona de alinear la revocación de mandato con las elecciones intermedias demuestran que la estrategia es apoderarse de todo y aguantar la embestida.

Pero México no es ni Venezuela, ni Nicaragua ni Cuba.

Nuestro país es un interés estratégico de Estados Unidos. La sociedad que hoy despierta recuerda los momentos más simbólicos, pero también más violentos, de la historia.

Jesús Reyes Heroles alertó sobre el peligro de despertar al México bronco.

A la magnitud de desafíos, se le enfrenta un gabinete pequeño y gris.

Por eso los conflictos brotan como hongos en toda la geografía nacional.

Sin talento político, con instituciones débiles, sin un ecosistema de gobernabilidad genuinamente nacional, el único soporte que le queda al régimen son las fuerzas armadas.

Pero habría que recordar a Talleyrand: las bayonetas sirven para muchas cosas, menos para sentarse en ellas.

@fvazquezrig

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