Si la presidenta Sheinbaum quiere liberarse de las cadenas que le atan, es ahora o nunca.

La larga agonía de un grupo de impresentables que le fueron impuestos y la cercan, se ha convertido en un estado comatoso.

Las detenciones de altos mandos de la Marina y de Hernán Bermúdez Requena son la coyuntura perfecta para romper el cerco, reagrupar sus fuerzas y lanzar una contraofensiva.

Librarse de la herencia podrida, maldita, de López Obrador, le traería una alta popularidad, incluso dentro de Morena, donde más de una mitad de simpatizantes le darían su apoyo contra un tercio que se lo daría a su antecesor.

La presidenta enfrenta un dificil dilema interior: su sentido de lealtad y gratitud contra su lugar en la historia. Al final, dice la sabiduría popular, duele más el pellejo que la camisa.

En realidad, la presidenta no tiene mucho de dónde elegir. Si no actúa, su responsabilidad política será enorme, pero podría también convertirse en un problema legal con el paso del tiempo.

Además, los estudios de opinión revelan que la corrupción y las ligas con criminales de la cúpula del sistema morenista lastrarán, de no atenderse, su presidencia.

No actuar la mantendría en cautiverio político y la confrontaría con Estados Unidos.

Independientemente de la influencia que haya o no tenido el poderoso vecino, lo cierto es que los certeros golpes de la semana pasada fueron ejecutados por el mejor operador —-quiíza el único— que tiene a su alcance: Omar García Harfuch.

El mapeo de la corrupción y el crimen es brutal. Más que un tumor, es una metástasis.

Llega al Senado y a una decena de gobernadores. Llega a los familiares más cercanos del antecesor. Las declaraciones ministeriales de un marino, hoy testigo protegido, hablan de un conflicto entre Andy López y el Secretario de Seguridad.

El volúmen del negocio es de vértigo: 170 mil millones de pesos anuales. El rastro indica que las operaciones se incrementaron en 2021 y 2022, un mes antes de las elecciones de ambos años.

Hay señales encontradas. Los “suicidios” y accidentes fatales se han tratado de meter bajo la alfombra. Se ha ratificado a Adán Augusto López. Rubén Rocha Moya y Américo Villarreal siguen tan campantes.

Por otro, están las detenciones, filtraciones y golpes precisos y medidos, que responden a un tablero estratégico.

El país no puede seguir con este nivel de podredumbre. Morena tampoco: no habrá repartidera que alcance para frenar el descontento. El mandato real de la presidenta se juega en las siguientes semanas. Su legado, también.

Las oportunidades en política no se repiten.

Es ahora o nunca.

@fvazquezrig

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