Nuestra realidad se desenvuelve en dos mundos complementarios e interdependientes; la naturaleza y la cultura. Cada uno de ellos se rige por leyes distintas; mientras que las leyes naturales son indefectibles, pues siempre se cumplen y no hay ninguna posibilidad de que no sea así, las normas jurídicas pueden ser transgredidas, en cuyo caso debe compensarse su incumplimiento con una sanción. Sin embargo, hay otro tipo de normas sociales que, sin estar escritas, corresponden al funcionamiento de la sociedad y de sus instituciones, por ejemplo, la obligación ética para que quienes son designados como titulares de un alto cargo público lo asuman plenamente en cuanto a su ejercicio.
En el caso de la transmisión del poder ejecutivo, México ha tenido ejemplos tersos y otros que no han podido serlo. A partir del asesinato del presidente Carranza, son múltiples los ejemplos; de los tersos, los realizados entre Obregón y Calles, entre Cárdenas y Ávila Camacho o este y Alemán, o Ruiz Cortines y López Mateos. Entre los que han puesto en predicamento las instituciones y el sistema, destaca el Maximato de Calles, cuyos presidentes tutorados por él tuvieron un desempeño pobre y efímero; Ortiz Rubio ocupó el cargo por 2 años y 6 meses; Portes Gil por 1 año 2 meses y Rodríguez por 2 años 2 meses.
Otros titulares recobraron la dignidad presidencial de forma frontal frente a su predecesor. A Cárdenas le llevó 2 años salir de la férula de Calles; Ruiz Cortines lo hizo de Alemán el mismo día de su toma de posesión; Echeverría de Díaz Ordaz tardó 6 meses, el 10 de junio, cuando murieron los estudiantes en manos de los halcones; López Portillo con Echeverría demoró 6 meses; y, de la Madrid lo hizo cuando al integrar a su gabinete prescindió de José Ramón López Portillo y de Rosa Luz Alegría.
La duda hoy no es si se va a producir o no, sino cuándo y cómo; si de esa confrontación se vuelve al esquema callista de un Maximato, las instituciones y México se verán profundamente dañados. Si, por el contrario, la estructura formal del gobierno asume la responsabilidad jurídica y política de ejercer el mando, es posible que la tranquilidad vuelva a nosotros.
Profesor Facultad de Derecho, UNAM