Dicen que la enfermedad es la madre de la modestia, pues nos recuerda que somos mortales. Miguel Ángel Russo adoptó esa modestia desde 2017 (al menos de otra manera), año en que fue diagnosticado con cáncer de próstata, y dentro de esa modestia incluyó no dejar de dirigir desde la banca. Esta semana, murió el director técnico de Boca Juniors, tras una larga batalla contra esa maldita enfermedad. Tan sólo 15 días antes de su fallecimiento, dirigió su último partido en La Bombonera, contra Central Córdoba, donde ya muy cansado, en la conferencia de prensa, externó “saber manejar los tiempos y las formas”, respecto a un criticado empate.
“Los tiempos y las formas”. De pronto, un día, otro director técnico, Rubén Omar Romano, se ausentó del canal de televisión donde trabaja, para someterse a una cirugía. Luego de un chequeo periódico, el antígeno prostático apareció alterado y Rubén hizo lo que le correspondía... Tal como lo ha hecho en cada una de sus múltiples operaciones (incluida una reciente del corazón), y tal como lo hizo en cada uno de sus equipos.
La cirugía fue un éxito, se le retiró la próstata, pero no la atención hacia un padecimiento que hoy en día representa el segundo cáncer en hombres a nivel mundial (después del pulmón) y es la quinta causa de muerte por cáncer. Se dieron los tiempos, se emplearon las formas y, pocos meses después, Romano preside y encabeza el movimiento nacional “Liga Azul”, que promueve la detección temprana del cáncer de próstata y que en poco tiempo ha sumado a diferentes personalidades del deporte, espectáculo, política y medios de comunicación.
En medio de una enorme crisis de Boca Juniors, Juan Román Riquelme, presidente xeneize, dio un golpe de timón al cesar a Fernando Gago e invitar a su exentrenador Russo para hacerse cargo del equipo, de cara al Mundial de Clubes. El respeto y la confianza del exjugador hacia quien le llevó a ganar la Copa Libertadores en 2007 desató muchos comentarios, por su frágil estado de salud. Boca fue eliminado en la primera ronda, pero el respaldo hacia su técnico fue absoluto y los resultados llegaron, al grado de que Russo fue testigo, en su último partido en vida, desde su casa, de la contundente victoria sobre Newell’s (5-0).
“Uno tiene que tratar de intentar ser uno, ¿sabes lo que es no ser vos?, ¿alguna vez te lo preguntaste?”, dijo Russo en una entrevista, no mucho antes de partir, respecto a las decisiones que tomaba en el banquillo.
Si la enfermedad es la madre de la modestia, debemos reflexionar —con toda humildad— que el mañana debe ser hoy, que se deben manejar tiempos y formas en la medida de nuestras posibilidades y que hay tipos llenos de lecciones hasta el último día, como nos enseñan Russo y Romano.
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