Esa tarde de junio, sentados en la sala de su espectacular departamento/museo en la Plaza Tirso de Molina, acompañados por un tequila, súbitamente Joaquín confesó que la última no era en realidad la última y que habría una post última gira en 2025.
Poner fin a un tren de vida con tanta adrenalina, emoción, creatividad e interacción popular no es una decisión de todos los días... Y es que aceptar el final de una etapa, de una carrera o de una ovación automática, es tan obligado como doloroso y tan confuso como deprimente.
Lo que ha creado Sabina en estas décadas, en que se ha mitificado a través de su música y sus letras, le permitiría salir al escenario y, contrario a que le escuchen cantar, ser él quien escuche a su público entonar todas sus canciones.
Para todos nosotros, quienes hemos seguido muy de cerca la carrera de Joaquín Sabina, consideramos que siempre hay un espacio para la última... Y no se diga para la post última.
Han pasado casi 30 años de aquel primer encuentro en el Tenampa, en 1996. Aquella primera vez, también acompañados por el tequila, Sabina —de pronto— se acercó, me abrazó y me dijo en privado: “Yo quiero que seamos amigos, pero si acaso vamos a serlo, te informo que muchas veces voy a decepcionarte”. Y es que en Joaquín también existe un espacio muy especial para la primera vez, no sólo para estas últimas. La primera caída, el primer ictus, el primer exilio, el primer gato adoptado, el primer Auditorio Nacional, el primer gol del Atleti o el primer encuentro con la música de José Alfredo. Por lo mismo, cuando mi mujer le preguntó: “¿Qué sería un buen regalo para alguien que hoy lo tiene todo?... No dudó en responder, mientras señalaba un apartado muy especial de libros en una mesa de centro: “La primera edición de alguna novela clásica”.
En el último concierto de Sabina en México (que coincidió con su cumpleaños 76) decidió no cantar la última canción: Princesa. Sólo él sabe la razón, pero coincidentemente se trata de una pieza que evolucionó a través de los años y que nunca fue removida de sus conciertos. Diríamos que Princesa fue probablemente la primera, pero Joaquín se negó a que fuera la última... Porque supone, habrá una post última.
La voz de la primera gira dista mucho de ser la misma de la última, no se diga los movimientos, la duración de sus conciertos, sus insinuaciones seductoras. Pero su carisma, su lucidez, su presencia, su fascinante composición literaria, su extraordinaria habilidad para dibujar y su pasión por los toros y toreros, se mantienen intactos...