Veinticuatro años le llevó al Oviedo regresar a la Primera División en España, 24 largos años en los que el equipo compitió incluso en la Tercera División y estuvo mucho más cerca de desaparecer que de ascender... 24 años en los que llegó la inversión mexicana para rescatar a una institución histórica, que hoy festeja sin restricciones y a lo grande su retorno a una de las dos Ligas más importantes del mundo.
Cada año, en México, somos testigos a distancia de esos regresos o esas hazañas por todo el mundo y cada año sólo nos queda maldecir y levantar la voz para que, en nuestro país, regresen tanto el ascenso a la Primera División, como el descenso hacia la Segunda.
De la misma forma, cada año, desde 2020, nuestras protestas no tienen respuesta por dos razones principales: la Segunda División (o su equivalente) fue destrozada sistemáticamente durante décadas y los 14 dueños de los 18 equipos, que pertenecen a un negocio de particulares, no están dispuestos a arriesgar el valor de sus franquicias.
Arriesgar es parte del negocio y la pasión deportiva, pero también del crecimiento. Refugiarse en un pequeño nicho, donde los dueños se cubren unos a otros, sin aceptar nuevos socios y nuevas plazas, despedaza la estructura de nuestro futbol; desde la afición, que pierde interés, hasta los escenarios, donde las promesas de nuestro futbol mexicano maduran, se hacen fuertes y se preparan a través de luchar, jornada a jornada, por la salvación... O por el ascenso.
Este año, dentro de los múltiples ascensos en distintos países, coincidió con que Oviedo tiene inversión de un grupo mexicano y compitió contra Gijón, que pertenece a otro grupo mexicano. Independientemente de la postura de cada uno de esos consorcios para con el ascenso/descenso en México, es una absoluta contradicción e ignominia verlos perseguir, disputar y celebrar, como lo hace hoy Oviedo, una conquista que representa un enorme salto en su economía, afición y prestigio.
Escribo este texto porque, en este tema específico, puedo hablar desde la experiencia propia y la primera mano, que me permitieron vivir bastantes más experiencias desde la angustia de la tabla baja y el (absurdo) cociente, que desde la cercanía del título... Y porque fui parte de una generación que, a partir de un descenso y un ascenso, logró definirse y escribir páginas que algo aportaron al futbol mexicano.
Qué bien, Oviedo regresa a Primera División tras 24 años y las redes sociales nos regalan testimonios maravillosos de su gente, su recorrido y su conquista. Un año más de envidia, un año más que ratifica la triste realidad del futbol mexicano.
@felixatlante12 @felixunivision12