“… el marxismo fue y sigue siendo la bandera roja teórica, el estandarte en torno al cual se congregan todos aquellos que tienen el valor de enfrentar osadamente la tempestad que se avecina” (Nicolai Bujarin, 1914 [1974], La economía política del rentista (Crítica de la economía marginalista), Ediciones Pasado y Presente, Buenos Aires, p. 158).
Al lado de Yevgueni A. Preobrazhenski, Nicolai Bujarin es considerado el gran teórico bolchevique que percibió a su propio esfuerzo intelectual como arma de su actividad política (<<Sostengo que una persona pensante, culta, no puede estar fuera de la política>>). Crítico precoz de Lenin, primero, por la defensa leninista de un agente de la Ojrana, Román Malinovski que, también, se desempeñaba como bolchevique moscovita de elevada categoría; después, por la negativa de Lenin a dispensarle algún reconocimiento a los trabajos del filósofo y líder marxista Alexandr Bogdánov, reunidos en los tres volúmenes de su Empiriomonismo, elaborado y publicado entre 1904 y 1908 y al que Vladimir Ilich respondió, en 1909, con su Materialismo y empirocriticismo, ataque implacable a la <<filosofía reaccionaria>> de Bogdánov.
A pesar de las frecuentes controversias, explicables por la enemistad de Lenin con toda iniciativa independiente, ya fuera de tipo organizativo, teórico o político, por parte de los jóvenes bolcheviques, y especialmente de Bujarin, el líder máximo de la Revolución soviética sostuvo que Nicolai era <<el favorito de todo el partido>>.
El espíritu independiente de Bujarin, el uso que dio a su tiempo en el exilio, estudiando las teorías sociales contemporáneas, no marxistas, con particular atención a las escuelas austriaca y de Lausanne, fundadas por Karl Menger y León Walras respectivamente (más o menos dos tercios de los <<revolucionarios marginalistas>>), y a la obra de Max Weber a la que dispenso un respetuoso reconocimiento y el desparpajo con el que exhibió sus desacuerdos con Lenin y, para su desgraciado martirio y ejecución, con Iósif Stalin, lo convirtieron en el más versátil y cosmopolita de los grandes bolcheviques y, junto con Preobrazhenski, en los gigantes de la economía teórica.
El gran conflicto con Lenin, derivado de la altamente diferenciada percepción del qué hacer frente al estallido de la Gran Guerra, lo convirtió en un polémico estudioso del imperialismo y en un promotor -muy cercano a Rosa Luxemburgo en el tema- del internacionalismo proletario; así como en crítico acérrimo de la socialdemocracia alemana, por el apoyo brindado al Kaiser para el inicio de las hostilidades, mientras Lenin mostraba grandes simpatías por la autodeterminación nacional. Cabe recordar que es un gobierno de esa misma socialdemocracia el responsable del brutal asesinato de Rosa Luxemburgo, la misma a la que Lenin dedica su descalificador Izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo.
La evocación de Bujarin es un respetuoso homenaje al talento rebelde y una recuperación de un revolucionario vilipendiado, tratado como <<enemigo del pueblo>> por la burocracia stalinista, que lo amenazó con el ajusticiamiento de su esposa y su pequeño hijo, por lo que se declaró culpable y fue fusilado en 1938. Con él se apagó la única voz demandante de <<un socialismo con rostro humano>>.
Durante el gobierno de Nikita Jruschov fue parcial y débilmente reivindicado y su mujer e hijo retirados de los campos de trabajo a los que habían sido condenados. Es conveniente, con Roy A. Medvedev, recordar los pendientes del Stalinismo: “El proceso de purificar el movimiento comunista, de lavar todas las capas de inmundicias stalinistas, no ha terminado aún. Tiene que proseguir hasta el final” (citado en Stephen F. Cohen, 1976 [2017], Bujarin y la revolución bolchevique. Biografía política 1888-1938, Siglo XXI España, p. 552). Que así sea.

