“Solicitamos trabajadores pero vinieron seres humanos” (Max Frisch, citado en Paul Krugman y Maurice Obstfeld, 1999, Economía internacional. Teoría y política, Mc Graw Hill, Barcelona, p. 134).

Jagdish Bhagwati nos recuerda que la traducción literal de Man rief Arbeitskräfte, und es kamen Menschen, es: “Importamos trabajadores, pero recibimos hombres, frase que, para ese autor “… captó con belleza el hecho de que la economía y la ética son tan inseparables que debemos considerar los flujos internacionales de personas y aspirar a idear políticas para gestionarlos” (2005, En defensa de la globalización. El rostro humano de un mundo global, Debate, Barcelona, p. 310). Cualquier estudiante de la economía convencional se preguntaría, y con razón, qué bebida consume el buen Jagdish para llegar a imaginar que la economía al uso y la ética son inseparables.

Estamos frente a una situación en la que no parece haberse incurrido en grandes esfuerzos de imaginación para “gestionar” a la inmigración en los Estados Unidos, aunque se hayan combinado los talentos de Trump y la calumniosa señora Noem para definir tal gestión.

En analogía con los aranceles, como balazo auto propinado en el pie, el mercado de trabajo que opera por debajo de los salarios mínimos legales, el espacio <<natural>> de las y los inmigrantes, es ignorado deliberadamente por el actual gobierno estadounidense y se toma solo una parte de la dialéctica de la migración indocumentada: La social, ignorando la económica. En la primera, la inmigración es indeseable; en la segunda, es indispensable.

En la más que sobre estimada obra de Samuel P. Huntington, super laureado por su Choque de civilizaciones, sobre el que John Gray (en Falso amanecer) destaca el pequeño detalle de una gran ignorancia de don Samuel sobre lo que es civilización, se cierra su ciclo <<intelectual>> con la elaboración póstuma de ¿Quiénes somos? Los desafíos de la identidad nacional estadounidense, 2004, Paidós, México; verdadero monumento al racismo, la xenofobia y la intolerancia.

En su calenturienta imaginación, el ido Huntington percibe en las dificultades de la integración de mexicanas y mexicanos al modo de vida estadounidense una amenaza a la identidad nacional de allá que, but of course, consiste en la decadente tradición WASP (blanco, anglo sajón y protestante). De pasadita, este autor destaca el temor con el que sus paisanos miran a los inmigrantes, por poner en riesgo sus empleos (una o un dependiente bilingüe desplaza a quien es monolingüe y cuesta menos) y califica de patriotas a los anacrónicos cazadores de inmigrantes autodenominados minute men que, igualito que Trump, confunden los tiempos de la revolución de independencia con los actuales.

Lo verdaderamente inquietante del asunto es que, lejos de ser un promotor de algo, Trump y fauna que le acompaña son un síntoma emblemático de una sociedad enferma. Enferma de ignorancia, de desesperación, de adicciones, de todo tipo de prejuicios y paranoica; en un cráneo con cerebro, tendrían cabida las reflexiones sobre lo dependiente que es aquella economía de la inmigración indocumentada: Los empleo peligrosos, los sucios, los de cultivo y cosecha, los de cuidados domésticos, los de todo tipo de servicios, los de recolecciones diversas conforman los espacios de demanda de trabajadores inmigrantes; es un empleo que, entre otras cosas, se ha convertido en la variable explicativa del empleo formal femenino, en una proporción mucho mayor que el invento de la lavadora, que evoca Ha-Joon Chang. Se podría convertir en viable el sistema de jubilación estadounidense que, por la precarización del trabajo, cada vez requiere más trabajadores en activo para financiar la jubilación de uno, mediante la regularización de los migrantes. Pero no abundan, por aquellos lares, los cráneos ocupados por cerebros activos.

¿Hasta cuándo seguiremos volteando hacia otro lado cuando el vecino nos define como enemigo extranjero? Va siendo hora de mirar a China con mayor empatía; contra esos orientales se inventó la política migratoria restrictiva estadounidense durante el siglo XIX. Ellos y nosotros hemos recibido el mismo trato de los gringos; nos entenderíamos, mandarín mediante, mucho mejor. Oj Alá.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS