Su fallo es inapelable. Todos juzgamos, no solo los jueces, aun cuando a ellos les esté específicamente señalada esa digna, encomiable y trascendente función.
Como resultado de lo que juzgamos, consecuencia de la valoración realizada, es que actuamos. Es así por eso que la historia califica al paso del tiempo el resultado de las acciones realizadas.
Tratándose de los particulares el resultado de sus conclusiones es importante desde escoger una carrera o elegir el platillo a comer; mucho más lo es tratándose de quienes gobiernan, ellos serán quienes escojan entre destruir para decir que transforman; permitir conductas ilícitas creyendo que así ayudan a preservar la paz. Todas sus decisiones en obras y leyes son resultado de sus juicios de valor,
He mencionado estas consideraciones motivado por las palabras de la digna, brillante y patriota doctora Norma Piña, Presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que con sabia objetividad expresó el pasado martes en la última sesión de la Corte.
Hablar de ella, la primera mujer en desempeñar esa honrosa función, me lleva a referir la presencia de otros distinguidos juristas que han servido desde esa responsabilidad a México y que son profesionistas de los que hemos de sentirnos muy orgullosos, que cumplieron con emoción el cargo que protestaron desempeñar con lealtad, cumplimiento la ley y con respeto a la Patria.
El primer Presidente que tuvo nuestra Suprema Corte en 1825, fue Miguel Domínguez, esposo de Doña Josefa Ortiz, precursora de nuestra independencia nacional. Coincidencia histórica: quien encabezó nuestro tribunal por vez primera estuvo consolidando jurídicamente principios nacionales a quien ahora concluye una etapa, y le corresponde entregar ese sitio a quien llega de modo diferente y con una visión distinta de la Justicia.
Fueron muchos los abogados mexicanos de méritos relevantes que han sido Presidentes de nuestra Suprema Corte de Justicia. Sobresale Benito Juárez por su proceder impoluto en defensa del país, como por la promulgación de ordenamientos legales que conforman nuestra identidad nacional.
Han desfilado también figuras inolvidables no solo para los conocedores del Derecho sino para la ciudadanía en general por sus aportaciones trascendentes. Verdaderos personajes de talla sobresaliente. Ignacio L. Vallarta, Ignacio Manuel Altamirano, Jesús González Ortega, Sebastián Lerdo de Tejada, José María Iglesias, Alfonso Guzmán Neyra, Agustín Téllez Cruces, Ulises Scmill Ordoñez. Es el espacio a quien responsabilizo de las omisiones en que incurrido.
Y en los tiempos recientes, con una Corte reformada por Ernesto Zedillo, en aras de darle mejor operatividad para servir mejor, pero sin alterar su esencia ni lastimar la división de poderes, y manteniendo la estructura constitucional resultado de muchos años de lucha, aparecen figuras señeras. Le toca a Vicente Aguinaco Alemán sentar las bases de esa nueva Suprema Corte, con una ejemplar tarea de honestidad, cumplimiento de la ley y sentido de responsabilidad. A quienes menciono, honraron con su conducta al Poder Judicial de la Federación; dueños de una larga carrera judicial, desde las más modestas responsabilidades en la administración judicial. Es así como desde aquí, rindo un homenaje a los ministros Mariano Azuela Güitrón, Guillermo Ortiz Mayagoitia, Juan Silva Meza, Luis María Aguilar y Norma Lucía Piña Hernández. Cimentaron una institución ejemplar para bien de la Patria. La historia los juzgará.
Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM