Enhorabuena, que así sea. El pasado miércoles la Suprema Corte de Justicia revivió las Siete Leyes de Santa Anna. Es triste y preocupante, a la vez que confirma que algunos de los integrantes de nuestro actual Tribunal no son quienes más conocen Derecho, independientemente de que hayan resultado triunfadores gracias al acordeón.

Lo que ese día se discutió fue que la Corte tuviera facultades para modificar sentencias que fueran “cosa juzgada”, esto es, definitivas y en contra de las que no se pudiera interponer ningún recurso para cambiarlas.

Lograr, como lo afirmó el mismo Presidente de la Corte, que se pudieran modificar esas sentencias es una grave, absurda y torpe decisión. Es acabar con un principio que puede ser incluso superior a la justicia misma, y que es la seguridad jurídica.

De manera respetuosa, al Señor Ministro Presidente, al ministro Irving Espinoza Betanzo y a las ministras Lenia Batres, Sara Irene Herrerías y Loretta Ortiz les pido recuerden las cátedras que recibieron en su formación como profesionistas del Derecho y cómo en ellas les refirieron que nuestra disciplina busca garantizar la equidad y la tranquilidad de los justiciables en los conflictos legales con la comparecencia ante los tribunales y el reconocimiento de la autoridad de sus decisiones que, como “cosa juzgada”, no puede ser alterada.

Entiendo que, sin formalmente proponérselo, materialmente le hicieron un reconocimiento a Antonio López de Santa Anna, que en sus leyes constitucionales, identificadas como las Siete Leyes, en su Quinta Ley, que se llama “Del Poder Judicial de la República Mexicana”, en su artículo 12, que se refiere a las “Atribuciones de la Corte Suprema de Justicia”, textualmente señala en su inciso XI.- “Conocer de los recursos de nulidad que se interpongan contra las sentencias dadas en última instancia, por los tribunales superiores de tercera de los Departamentos”.

Con esa atribución se les concedían facultades para revisar y, en su caso, nulificar las resoluciones de “cosa juzgada” emitidas, en última instancia, en la República dividida entonces en Departamentos por ser un régimen centralista”.

Es muy importante que los ministros tomen conciencia de que, en el mundo global en el que vivimos, en donde la inversión extranjera tiene un papel relevante para nuestro desarrollo, como que la reforma judicial que les dio origen no despertó confianza, con decisiones así de pretender modificar sentencias pronunciadas en el pasado, se incrementa ese ánimo de incertidumbre que ahuyenta capitales.

Fue apegada a Derecho y atinada la intervención de la ministra Yasmín Esquivel, quien, con una trayectoria judicial reconocida, se expresó en contra de esa aberrante idea de que la Corte pudiera modificar sentencias definitivas del pasado.

Ante ese escenario de aprobarse, se tendría un caos legal en el que se atentaría contra el Estado de Derecho, clasificación en donde nuestro país no tiene un lugar relevante por las muchas reformas que se han realizado desde el gobierno federal.

La doctora Claudia Sheinbaum, doctora en Física, Presidenta de nuestro gran país, en su conferencia acostumbrada de ayer, con un conocimiento del Derecho, como intitulé esta colaboración, superior a quienes hicieron esa propuesta, expresando su respeto y reconociendo la autonomía de ese Poder, afirmó que es preferente que resuelvan los temas pendientes.

Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM

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