Este mes recibió el Oscar a la mejor película extranjera el drama brasileño “Aún estoy aquí”, que retrata de manera cruda y magistral la desaparición del exdiputado Rubens Paiva, detenido y desaparecido en 1971 por la dictadura militar que había derrocado al presidente João Goulart en 1964. Brasil, al igual que Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia, sufrió un régimen dictatorial en la segunda mitad del siglo XX, durante el cual los gobiernos militares llevaron a cabo persecuciones, torturas, asesinatos y desapariciones de miles de personas. A través de la Operación Cóndor, las agencias de inteligencia de estos países, junto con la CIA, coordinaron la persecución, el secuestro y el traslado ilegal de personas incluso fuera de sus fronteras.

Semanas después, el hallazgo del Rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, nos vino a recordar que en México hay una crisis actual de desapariciones relacionadas con actividades criminales. Calificado como centro de reclutamiento por atraer a jóvenes con falsas promesas de trabajo para someterlos a pruebas y adiestrarlos, o campo de exterminio por la cantidad de objetos y restos óseos calcinados encontrados en el sitio, este descubrimiento ha evidenciado una situación generalizada y de dimensiones espeluznantes; el crimen organizado ha desarrollado un sistema de reclutamiento diversificado y brutal que incluye engaños, coacción y voluntad condicionada. Y quienes no sirven a sus propósitos son simplemente exterminados. Según la Comisión Nacional de Búsqueda, hasta el 20 de marzo de 2025 se cuentan 124,962 personas desaparecidas y no localizadas, de las cuales casi el 90% se han dado desde el 2006, cuando inició la guerra contra el narco. Encima, se estima que la cifra es mucho mayor, pues muchas familias no denuncian por desconfianza en las autoridades, miedo a represalias o falta de acceso a la justicia.

Cabe diferenciar entre las “desapariciones forzadas” de las dictaduras del Cono Sur, realizadas por agentes del Estado o bajo su aprobación o autorización y el caso de México, donde, si bien la participación del Estado ha sido comprobada en unos casos, en la mayoría de ellos no es así. La analogía no está en las causas sino en las consecuencias, en el dolor de las madres y abuelas que dedican hasta el último de sus días a buscar a sus hijos y nietos, y en las cicatrices que perduran por generaciones.

“Desaparecido” en México es un eufemismo. Muchas madres buscan un cuerpo, siquiera un objeto que les dé la certeza del fallecimiento de su hijo. Porque la desaparición es la más cruel de todas las manifestaciones de la violencia, es una muerte extendida que no da lugar al duelo, que condena a familiares y amigos, y deja un vacío en las comunidades. Quienes buscan a un familiar sufren la soledad de enfrentarse a una sociedad que ha decidido mirar hacia otro lado y a la falta de justicia por parte de autoridades: distintas fuentes apuntan a un porcentaje de impunidad de entre el 94% y el 99% de los casos.

La película brasileña retrata cómo 25 años después de la desaparición del exdiputado brasileño, ya en democracia, su esposa recibe un certificado de defunción que reconoce que fue asesinado en enero de 1971. El acto representa un proceso de cierre que otorga paz y descanso para Paiva y su familia. En México hay cientos de miles de heridas abiertas que merecen una certeza y un descanso.

Hoy los desaparecidos no son más que un par de tenis, un tatuaje, prótesis dentales, la ropa o la mochila que llevaban el último día que fueron vistos, son cualquier signo que los identifique ponga fin a su búsqueda. Es momento de restituirles la humanidad, darles un nombre, contar su historia, reconocerlos como sujetos de derecho y dar con su paradero.

La respuesta debe ser colectiva, como sociedad debemos exigir justicia y políticas eficaces, no politizar. Como lo dijo la presidenta Sheinbaum, el tema de las personas desaparecidas debe ser una prioridad nacional, hay que actuar con sensibilidad y empatía, del lado de las víctimas y de la justicia; luchar contra la impunidad, pero sobre todo, buscar, localizar e identificar a las personas desaparecidas.

@EuniceRendon

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