Este lunes, en una llamada telefónica con Trump, la presidenta Sheinbaum logró frenar la aplicación de aranceles a las exportaciones a Estados Unidos. Sin embargo, la amenaza seguirá latente y podrá ser reutilizada por el presidente estadounidense. Los acuerdos alcanzados abrieron un canal de comunicación que podría establecer las bases para la relación bilateral en los próximos años, con el propósito de avanzar hacia la consecución de objetivos comunes: México desplegó 10 mil soldados en la frontera norte para evitar el tráfico de drogas (especialmente fentanilo) y la migración indocumentada hacia EU y, según el gobierno de México, Estados Unidos se comprometió a trabajar para evitar el tráfico de armas hacia México. Ambos gobiernos reafirmaron el compromiso de colaborar particularmente en temas de seguridad, migración y comercio. Sin embargo, el mismo día fue detectado un avión de inteligencia de la Fuerza Aérea de Estados Unidos sobrevolando el Golfo de California. Y días después, otras aeronaves y buques estadounidenses se han acercado a nuestras costas.
Aunque el debate se ha centrado en discutir si el vuelo fue legal o no, si cumplió con los protocolos, o si sobrevoló territorio mexicano o se mantuvo en el espacio aéreo internacional, lo cierto es que la presencia de estos aviones y barcos militares estadounidenses cerca del territorio mexicano, es decir, a una distancia desde la cual su tecnología les permite vigilar e intervenir, es en sí misma una intromisión y una amenaza para nuestra soberanía territorial. Lo que todavía es difícil asegurar, es si se trata de una muestra de fuerza más para inclinar la balanza hacia el lado estadounidense en las negociaciones con México, si busca comunicar a su audiencia que va en serio en la lucha contra el narcotráfico, si se trata únicamente de operaciones de inteligencia para obtener información, o si es el preámbulo del inicio de acciones militares en nuestro territorio. El problema aquí es que esta amenaza en contra de los delincuentes representa al mismo tiempo una amenaza directa para nuestra población.
Tanto el secretario de Estado, Marco Rubio, como el Secretario de Defensa, Pete Hegseth, han señalado no descartar la posibilidad de una intervención militar en México. En ese sentido, el nombramiento de los cárteles como terroristas sería una señal clara de esa posibilidad. Trump y su gobierno han acusado al gobierno mexicano de tener una “alianza intolerable” con los cárteles del narcotráfico ¿qué garantías hay de que la lucha contra los cárteles no pueda derivar en un ataque contra las fuerzas armadas y el gobierno mexicano?
Una intervención unilateral en territorio mexicano podría ser desastrosa para nuestro país. Esperemos que, al margen de las tensiones diplomáticas y amenazas, Estados Unidos y México logren enarbolar una estrategia conjunta que ataque los problemas de raíz, no una guerra contra el narcotráfico que ya demostró ser ineficaz en el pasado. Ni el allanamiento de cargamentos de fentanilo detendrá el problema del consumo, ni la destrucción de laboratorios y la captura o asesinato de traficantes acabará con las organizaciones criminales. El enfoque debe estar centrado en desmantelar el poder financiero de los cárteles, así como atender el problema de adicciones en Estados Unidos que ha matado a cientos de miles de personas y que tiene sus raíces en la crisis de opioides de la década de 1990, cuando farmacéuticas promovieron el uso de analgésicos como la oxicodona generando dependencia en la población. En 2015, la FDA restringió las recetas de opioides, pero no se implementaron políticas de prevención ni tratamiento para los adictos, lo que llevó a muchos a consumir primero heroína y luego fentanilo.
Los problemas compartidos entre México y Estados Unidos exigen estrategias conjuntas y coordinadas para su solución. Ambos países tienen fuertes incentivos para mantener una relación estable y colaborativa, especialmente en áreas críticas como la seguridad y el comercio. La clave estará en establecer grupos de trabajo binacionales que permitan una coordinación efectiva y sostenida, maximizando los esfuerzos y recursos disponibles.