No podía llamarse de otra manera. El título refleja con claridad el estilo de gobierno de Trump, marcado por la apelación emocional por encima del análisis técnico y la evidencia. Refuerza su estrategia comunicativa y sugiere, en pocas palabras, la culminación simbólica de una promesa sostenida desde su candidatura. Es “grande” porque concentra en un solo paquete legislativo reformas fiscales, desregulación energética, recortes a la salud pública y un endurecimiento de la política migratoria —sectores que, desde su perspectiva, han debilitado la competitividad del país y comprometido su soberanía—. Y es “hermosa” porque encarna fuerza, castiga a enemigos simbólicos y se presenta como una victoria personal ante su electorado.
Tras una semana de intensos debates en el Capitolio, el controvertido proyecto de gasto —cuestionado incluso dentro del Partido Republicano por sus recortes a programas sociales y su impacto sobre el déficit— fue finalmente aprobado ayer, luego de incorporar varias enmiendas en el Senado. Pese a la resistencia de la bancada demócrata y a complejas negociaciones con legisladores republicanos reticentes, la iniciativa que regresó a la Cámara de Representantes logró pasar con una ajustada votación de 218 a 214. Está previsto que Trump lo firme hoy en una ceremonia que coincidirá con el Día de la Independencia, una decisión deliberada con fuerte carga simbólica, orientada a reforzar su narrativa de soberanía y unidad nacional.
El paquete contempla 350 mil millones de dólares para la seguridad, que incluye recursos para el desarrollo del sistema de defensa conocido como la cúpula dorada, así como para intensificar la seguridad fronteriza, los controles migratorios y las deportaciones, mediante recortes significativos a programas de apoyo social como el Medicaid de salud y el de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP) que entrega cupones alimentarios a personas de bajos ingresos, entre otros.
Además, incluye nuevas deducciones fiscales para propinas y pago de horas extra, hace permanentes los recortes al impuesto sobre la renta aprobados en el primer mandato de Trump, y cuadruplica —por los próximos cinco años— el límite de deducción por impuestos estatales y locales (SALT). También impulsa la producción de combustibles fósiles al eliminar regulaciones ambientales.
En materia migratoria, el paquete aprobado contempla la imposición de un impuesto del 1% a las remesas, e incluye 45 mil millones de dólares para ampliar la capacidad de los centros de detención a 100 mil camas, 30 mil millones para contratar más personal en la Agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), 46.5 mil millones para la construcción del muro fronterizo, y una tarifa mínima de 100 dólares para solicitudes de asilo.
El paquete beneficiará a los sectores de mayores ingresos y perjudicará a los más precarios que dependen de las ayudas sociales, e incluso a los estratos medios que se benefician de los servicios en salud, y a la población en general y las generaciones futuras por el revés a las energías limpias. De acuerdo con la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), el proyecto añadirá 3.4 billones de dólares al déficit federal y dejará a 11.8 millones de estadounidenses sin cobertura de Medicaid en la próxima década.
En migración, la “Gran y Hermosa Ley” impulsa la política de persecución e impone nuevas barreras al refugio y al acceso a programas sociales básicos, institucionalizando una política de exclusión que precariza aún más la vida de millones de migrantes, incluidos quienes ya residen en EU. Asimismo, reafirma la estrategia de Trump de utilizar la migración como herramienta de movilización política. Más allá de la cuestionable efectividad concreta de la ley presupuestal, esta opera como un símbolo que conecta con la misma base que lo llevó al poder: un electorado que exige respuestas simples ante problemas complejos y que valora más la retórica de fuerza que los resultados tangibles.
@EuniceRendon