La realidad del boxeo es dura, directa y —muchas veces— cruel. Y como alguna vez dijo don José Sulaimán: “Si hubiera más empatía y no tuviéramos pobreza, el boxeo no existiría”.
Muchas peleadoras y peleadores, lo único que tienen para enfrentar la pobreza es el hambre y sus puños. Por eso, resulta imposible contar todas las historias de quienes vienen siguiendo un solo sueño: Una oportunidad. Esa que no sólo les cambiaría la vida a ellos, sino también a sus familias. La mayoría no tiene otro camino: Pelean o terminan perdiéndose. El boxeo, lo he dicho siempre, es un deporte que salva vidas.
Durante la convención del Consejo Mundial en Bangkok, Mauricio Sulaimán me dijo algo que me quedó grabado: “Me gustaría que el día tuviera 48 horas para atender a todos los que vienen”.
Esa frase me hizo pensar en lo esencial. A veces, entre prensa, promotores, managers y todo lo que rodea al boxeo, se nos olvida lo más importante: Las y los peleadores. Ellos son el boxeo.
Aquí, fui testigo de un fenómeno que te mueve por dentro: Boxeadores que viajaron miles de kilómetros, algunos hasta 36 horas, únicamente para solicitar subir un peldaño en la clasificación mundial. Para mucha gente, puede parecer un detalle menor o un acto de ego. No lo es. Cada escalón los acerca a la posibilidad de disputar un campeonato del mundo. Y pelear por un cinturón verde y oro no sólo representa gloria deportiva: Significa escapar de la miseria y entrar, por fin, a una vida digna.
En contraste, los campeones ya consagrados, como Katie Taylor y Oleksandr Usyk, también viajaron hasta Tailandia. Ellos vienen por lealtad y agradecimiento al organismo que los coronó.
Los inicios de cualquier peleador son los más duros. Si no boxean, no cobran. Muchas veces, ni para comer alcanza. No tienen vacaciones, no tienen seguro social y no hay días de enfermedad que se puedan reportar. Todo depende de ellos. Y cuando suena la campana, suben solos.
Desde el lado romántico, que siempre me gana, deseo que todos aquellos que decidieron ganarse la vida a golpes reciban la oportunidad que tanto esperan. Y deseo también que para quienes viajaron hasta Bangkok, esta experiencia sea la que les cambie la vida.
@ErnestoAmador






