Lo hemos dicho desde el 2019: no se debió cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto en Texcoco. Ahora, esta mala decisión que costó más de 300 mil millones de pesos tiene un impacto comercial muy importante ante el anuncio del gobierno estadounidense de que se impondrán diversas sanciones a las aerolíneas mexicanas en respuesta a la reducción de operaciones en el Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (AICM), que fueron impuestas por el gobierno mexicano desde 2022 para aumentar las operaciones del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).

El tiempo siempre termina ubicando las cosas en su verdadera dimensión. El proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM) en Texcoco era una obra que solucionaba el problema de saturación que desde hace años tiene el aeropuerto Benito Juárez, pero sobre todo contemplaba etapas para ir atendiendo las demandas de tráfico aéreo con una proyección al año 2065.

Nunca el gobierno tuvo un argumento técnico para justificar su decisión. Señaló que había corrupción y a más de seis años de haberse cancelado, no existe ninguna carpeta de investigación por malos manejos. Todo quedó en declaraciones para justificar una mala decisión: construir un aeropuerto en una zona que no cuenta con la infraestructura necesaria de acceso y de salida de las mercancías que ahí llegan.

Es un enorme elefante que ahora es señalado desde los Estados Unidos como lo que es, un aeropuerto que no funciona y por el que para aumentar de manera artificial su actividad, el gobierno de México obligó a los transportistas de carga a reubicar sus operaciones a pesar de que se encuentra a más de 48 kilómetros de distancia. Y por si eso no fuera suficiente, se tuvo la irresponsabilidad de violar un acuerdo comercial entre ambos países.

Todo, solo para tratar de justificar la cancelación de un proyecto que sí tenía un sustento técnico y una proyección seria. Seguir ahora intentando mantener la narrativa de que había corrupción o de que no era viable su construcción es absurdo. La realidad es que comercialmente se debe corregir el error de querer trasladar la carga al AIFA y pensar en una verdadera solución, porque el tiempo corre y el Departamento de Transporte de Estados Unidos ya puso el tema en la agenda bilateral.

Tomemos en cuenta que México es el principal destino extranjero de los estadounidenses. Son más de 40 millones los pasajeros que volaron a nuestro país el año pasado.

No perdamos más tiempo. La realidad nos alcanzó y las limitaciones del sistema aeroportuario del Valle de México ya ocasionaron un nuevo frente en la relación comercial con nuestro principal socio. Debemos buscar una solución real y con altura de miras, que le brinde proyección internacional a nuestro país.

Por eso desde el Senado de la República propondré realizar foros especializados para definir una nueva ruta en materia de infraestructura aérea y la posible creación de un nuevo aeropuerto, con especialistas en aeronáutica y los sectores involucrados, para definir qué hacer, en dónde hacerlo y cómo hacerlo. Busquemos soluciones conjuntas, no sigamos enredados en narrativas que solo intentan ocultar la realidad.

Senador de la República y Vicecoordinador del Grupo Parlamentario del PAN

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