La palabra mata…antes de torturar de todas las formas posibles. Su poder es inconmensurable. Malicioso. Hiriente. Destructivo. La pesadilla más horrenda. El infierno mismo.

Y hoy, con toda su fuerza, la palabra apunta todos sus misiles. Desde todas las direcciones, al corazón político de México. A la élite gobernante. A Morena. A la presidenta de la República.

La palabra, vinculada a las declaraciones. Acciones. Decisiones de su antecesor, la llevaron al Zenit como la primera mujer Tlatoani en 700 años.

Apenas lleva diez meses en la primera magistratura y a sus pies, el verbo. Señalamiento. Acusación. Suspicacia, comienzan a cavar el hoyo más profundo. Negro. Frío. Desolador, por el que descenderá hacia su lugar en la Historia.

Un disparo devastador en su contra fue hecho por el abogado de Ovidio Guzmán, al afirmar que ella actúa como publirrelacionista, brazo del cártel de “El Mayo” Zambada.

Las afirmaciones de que en México hay un narcogobierno, formuladas desde distintas áreas de poder de Estados Unidos, estuvieron enfocadas antes hacia el gobierno, entidad subjetiva. Despersonalizada. Desindividualizada.

Hoy, la imputación es específica. Directa. Personal. Con nombre y apellido. El litigante no tuvo ninguna consideración. Medida. Abrió la boca sin contemplaciones. Derramó veneno.

Jeffrey Lichtman sabe lo que dice. Como defensor de narcotraficantes y ahora de Ovidio Guzmán, conoce la información que este debió haber comprometido para poder declararse culpable de los delitos de los que se le acusa.

Ante esa realidad, no tiene defensa. El daño está hecho.

La demanda por difamación con la que Sheinbaum responderá a Lichtman, de nada servirá. Máxime si es presentada en México, como lo anunció y se hizo.

En ese proceso, a la presidenta le podría ir peor, pues seguirán nuevos ataques verbales y no es improbable que se hable –¡se ha-ble!– de la posesión. Existencia de pruebas.

Con esa estrategia, su nombre. El del cargo que ocupa. El del país, seguirían ensuciándose.

En una segura sentencia a su favor, además, ¿qué castigo le podría aplicar aquí autoridad alguna a Lichtman? ¿Sería penado económicamente? ¿Se le dictaría cárcel? ¿Se le podría traer a México? ¿Sería obligado a disculparse?

En cualquier caso, nada de lo que se haga aquí o en Estados Unidos lavará la afrenta. Aunque a algunos de sus seguidores les parezca una infamia.

El nombre de la primera jefa de Estado en México en siete siglos, ha sido manchado. Indeleblemente. Con nada se quitará esa mácula. Así lo registrará la Historia.

Si es consciente de eso, percibirá. Dimensionará el deshonor. Ignominia. Vejación, que Andrés Manuel López Obrador le está causando. Él es el artífice único. Directo, del lodazal laberíntico en el que está metida.

El expresidente. Y nadie más que él, es el culpable de las tribulaciones. Desdichas. Angustias de su heredera. Y de las calamidades que aún esperan por ella.

Más de 130 millones de ciudadanos pagarán, además, los dislates. Aberraciones. Locuras de esa persona con lo que declare Ovidio Guzmán contra políticos del más alto nivel.

Y eventualmente, más hasta contra ella. De donde se sigue que deberá decidir si sigue protegiendo a su “maestro”. O toma distancia de él.

En medio de la tormenta, el fin de semana, dijo que nunca negociará nada contra el pueblo. Si esa es la respuesta que le está dando a Trump frente a lo que le haya pedido, su postura es clara. Habría decidido afrontar lo que venga.

Habrá consecuencias. No solamente pagará ella. El presidente Trump se lo cobrará a toda la Nación con sus decisiones arancelarias, que sigue anunciando.

De nada sirven los adjetivos como respuesta. Es irrelevante calificar como irresponsable o irrespetuosa la más grave. Delicada. Vergonzosa acusación que se haya enderezado contra quien ocupa la titularidad del Poder Ejecutivo de México.

La indignación por eso. Quejas. Lloriqueos. Lamentos, no desaparecerán la mancha. Es imborrable. Claudia Sheinbaum Pardo la llevará encima por siempre.

El fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, puede seguir en el ridículo exigiendo pruebas de todo lo que se haga o se diga en Estados Unidos contra nuestro país. Empero, conoce la cruda realidad:

“No nos hacían caso…”.

Así lo admitió al relatar que había varias órdenes de aprehensión contra Ovidio Guzmán y que no se habían ejecutado. Hasta que les convino a las autoridades norteamericanas.

No les harán caso.

Simple y sencillamente, porque Estados Unidos y México no son iguales.

Ha sido. Es muy doloroso. Es la relación del fuerte y el débil. Del amo y el esclavo. Del que manda y el que obedece. Infinitud temporal. Asimetría innegable. Que apunta a no cambiar jamás.

Ante esas abismales distancias, no vale esgrimir igualdad. Independencia. Soberanía. Tratados. Leyes. Son categorías huecas. Inconsistentes. Fuente de toda condena. Maltrato. Abuso. De ninguna esperanza.

Al fiscal de sus propias causas le bastaron sólo cuatro palabras. Apenas quince letras para recordarlo. Subrayarlo. Reafirmarlo.

Esa ha sido. Es. Será la realidad. El drama. El sino de todo un pueblo.

“No nos hacían caso”.

No les harán caso. Nunca. Lo saben.

El encuentro de la presidenta con Rubén Rocha Moya en Sinaloa mientras le caía encima el vendaval de Lichtman, reflejó en una foto la crítica situación en la que se hallan la mayoría de los más insignes tomboleros y acordeoneros.

Esa toma evidencia la derrota total. El colapso. Derrumbe. Pesar. Dolor. Que no arrepentimiento, de un gobernador que, como otros, avizoran para sí.

En la misma imagen, se aprecia un contraste positivo: una presidenta tranquila. Segura. Ecuánime. Controlada. Templada.

Los nervios de acero que se perciben en ella. La buena cara que presenta. Su sonrisa, son sorprendentes, considerando el enorme esfuerzo que conllevan las presiones de Estados Unidos. Los problemas nacionales. Pugnas. Traiciones de no pocos que deberían apoyarla.

Con todo y su templanza. Entereza. Fuerza, empero, Claudia Sheinbaum es un ser humano. Frágil. Vulnerable. Limitado como todos. No puede llevar tanto peso encima siempre.

Lo que siga haciendo para que los norteamericanos no toquen lo que a ella más le interesa proteger, aumentará esa carga. Y, aun así, no será suficiente. Ya se lo dijo Donald Trump.

Los indicadores sobran.

Estados Unidos desatendió los reclamos de información de López Obrador sobre la extracción de “El Mayo” Zambada.

Ignoró esa misma petición de Claudia Sheinbaum.

No la tomó en cuenta en el acuerdo al que llegó con Ovidio Guzmán para declararse culpable.

Su equipo diplomático es impotente. Incapaz de negociar algo. No existe. El embajador Esteban Moctezuma es un cero a la izquierda. Relevarlo no haría ninguna diferencia.

Para Donald Trump el Derecho. Diplomacia. Política. Educación. Ética, Moral, no tienen valor alguno. Seguirá haciendo su arbitrio. Lo que le venga en gana. Su poder se lo permite.

Burlará. Violará. Pisoteará cada día todos esos soportes de la Razón, esencia de los seres humanos. El hombre sin ley se convierte en la peor de las bestias.

Empero, el presidente Donald Trump es humano. Y como todos. En todos los casos. De algún modo. En algún momento. Pagará sus errores, sus extravíos… sus excesos.

Línea de Fuego

En la tempranísima batalla por la sucesión en el gobierno de Hidalgo, han comenzado los primeros ataques contra Julio Menchaca. Carolina Viggiano, eterna aspirante a ese cargo, le disparó los primeros obuses acusándolo de haber hundido al estado en la inseguridad y la pobreza. Estas, empero, son obras de gobiernos del PRI, al que ella pertenece. Por ambición, no va a parar. Tiene una considerable capacidad de fuego. Amplias relaciones. Apoyos. Recursos. Sin embargo, los enemigos más peligrosos del mandatario están dentro de “su equipo”. Le promueven “golpes” con base en insidias y vilezas. Aseguran que tienen información sensible sobre asuntos delicados que involucrarían a su familia y que la difundirán en su momento, cuando le cause tal daño, que le sea imposible meter las manos en la designación de su relevo. El de más cuidado sería un tal “Voladhez” –“Bola de hez”, lo llaman por altanero–, en quien habría confiado ciegamente para hacerle “relaciones públicas”, pero, resentido, camina a sus espaldas con el puñal en la mano… “Ya cállate, Ricardo… Ya gobierna Claudia”, propuso una persona en un encuentro ocasional como solución al pleito que le parece un power show… Raciel Trejo, mi compañero de posgrado y de cátedra. Mi amigo. Único biógrafo autorizado de Carlos Slim, de quien escribió una obra colosal y a quien ha propuesto varias veces como candidato a la Medalla Belisario Domínguez, sostiene, contra mi opinión, que con lo que ha hecho, el dueño de Telmex pasará a la Historia. La trascendencia le digo– se construye sólidamente. Para siempre, con el despliegue. La cristalización de las virtudes. ¿Cómo? –pregunta–. “Conoces el proyecto ´Mueve las Conciencias y Moverás el Mundo´. El ingeniero Slim es de los pocos que pueden realizarlo. Tendría un apoyo universal. Se consagraría como nadie”… Adán Augusto López no tiene de que preocuparse por los vínculos que tendría con su ex secretario de Seguridad, Hernán Bermúdez, perseguido como presunto líder criminal. El manto protector que cubre a ambos, es evidente. Abierto. Declarado. Así se combate la corrupción…

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