En lo que parece una redefinición del quién manda aquí, la presidenta Claudia Sheinbaum ha dado su primera gran demostración de poder apelando a una auténtica Razón de Estado –aunque sólo sea el principio– para empezar a garantizar la vida y las propiedades de sus gobernados, base fundamental del Contrato Social que da a la autoridad el derecho de mandar e impone a la sociedad el deber de obedecer.
El significado amplio y profundo; real y alentador de la Operación Enjambre, llevada a cabo el fin de semana mediante el cual una docena de funcionarios de varios municipios del estado de México fueron detenidos por presuntos vínculos con el crimen organizado, es que el Poder sí puede contener al poder y que, cuando se lo usa para procurar el bien común, es incuestionable.
Entre el Poder del Estado y el poder del crimen organizado, no hay punto de comparación; este jamás podrá imponerse si aquel no lo permite. El Leviatán es incontenible, indestructible, imperecedero e inapelables sus acciones cuando favorecen a la sociedad.
Por eso, mediante un inteligente despliegue táctico, la Presidenta se propuso liberar a un grupo de la esclavitud que habían establecido sobre él los criminales, tanto comunes como oficiales, y sin ningún contratiempo lo hizo. Con ello, demostró que el propósito de cercenar esa relación perversa mediante el uso legítimo de la violencia, que caracteriza a todos los estados nacionales, es posible sin generar otros problemas, como la violación de derechos humanos.
Identificado el problema, recabada toda la información sobre las personas que fueron detenidas, coordinados debidamente todos los cuerpos de seguridad y desplegado el operativo con máxima discreción, oportunidad, precisión y con las órdenes de aprehensión en mano, no hubo margen de error.
Fue una operación limpia, quirúrgica, exitosa y productiva. Por la misma Razón de Estado, que entraña cumplir el primer deber de un jefe de Estado de proteger a toda la población, es imperativo que los capos relacionados con esa acción, también sean llevados ante la justicia.
Si la Presidenta ha exhibido ya el uso de esa herramienta, fundada teórica, legal, funcional, instrumental y hasta moralmente, está obligada a seguir esgrimiéndola para limpiar al país de las bandas delictivas que están por todo el territorio. Sus protectores, que todo mundo sabe quiénes son y dónde están, no pueden ni deben quedar impunes. La impunidad es una invitación a la reincidencia.
La crisis de inseguridad en todo el país, que entraña desasosiego, preocupación y temor generalizado, es un tema de urgente y obvia resolución; la doctora debió haberlo entendido, por lo cual dispuso que se empezara a emplear toda la fuerza del Estado para resolverla, así sea paulatinamente.
Con ello, dejó en claro que tiene la voluntad de iniciar un proceso de contención del problema que más agobia a los mexicanos. No puede parar en un solo hecho. Tiene el Poder y debe y puede ejercerlo permanentemente en todas sus expresiones y magnitudes para bien de la sociedad.
Contrario a lo que dijo en la Cumbre del G-20 la semana pasada sobre la extracción del Ismael “El Mayo” Zambada a Estados Unidos, de que “el fin No justifica los medios”, ella misma está demostrando que, como se dijo aquí, el fin Sí justifica los medios.
Todo depende de saber cuál es el fin y, en relación con la Operación Enjambre, está más que identificado; por eso, no reparó en utilizar todos los medios de la manera más apropiada para alcanzar el fin. Eso, no sólo no se le reprocha; se le reconoce y se le aplaude.
Empero, con ese ataque inicial a los criminales, entró en un camino de no retorno; su única opción es la conocida fuga hacia adelante. Tendrá la exigencia nacional e internacional permanente, que irá in crescendo, de que continúe, que suba la mira y el nivel de importancia de las aprehensiones; que caigan los encumbrados cómplices de la política que protegen a los cárteles.
¿Lo hará, contraviniendo la vesánica estrategia de abrazos no balazos? Para poder hacerlo, tendría que llevar al extremo la Razón de Estado.
Si la loable apelación a este recurso se queda en un solo caso, se le revertirá el apoyo y la simpatía que le ha generado el del sábado pasado. Se lo entenderá como el montaje de un espectáculo y se sabrá que, en realidad, las cosas seguirán en el mismo tono que las marcó su antecesor durante seis años.
Seguir con los operativos anticrimen, la obliga a aplicarse al máximo resolver a la brevedad, la trágica situación en que se hallan los ciudadanos de Sinaloa, Michoacán, Guerrero, Tabasco, Chiapas, todo el país. Para eso, cuenta la Razón de Estado, que no tiene ningún límite para ver por los gobernados.
La eventualidad de mantener esa línea, llevaría mucho tiempo, pero si la seguridad es un bien absolutamente prioritario que todos debemos y queremos tener, no importa cuánto lleve conseguirlo. De que se puede, ¡se puede!
El paso que Claudia Sheinbaum ha comenzado a escala municipal implica altísimos riesgos para ella, para su hombre de más confianza, Omar García Harfuch y para otros importantes colaboradores de su gobierno con responsabilidades en áreas la seguridad. Lo saben. Y para ellos no debe ser un dilema saber qué hacer.
Enfrentarse a criminales, aún con los medios de protección y de defensa oficiales, representa desafíos enormes. Los criminales, cuando de defender sus intereses se trata, no se detienen ante nada. Son capaces de deshacerse de quien sea que se interponga en su camino con la menor intención de obstaculizarlos.
Empero, política y moralmente, la presidenta está obligada en todo momento a tallar su propia estatua, a asumir las decisiones que le corresponden; a responder a los millones de ciudadanos que votaron por ella y a los de todo México, a escribir su propia historia.
Así, de seguir en la ruta que ha elegido con la Razón de Estado sobre la seguridad, debería replicarla para seguir actuando con independencia y libertad. Se quitaría la camisa de fuerza y los grilletes que le impiden moverse. La definiría y, en definitiva, se despejaría la duda sobre quién manda aquí.
De regresar a la ciudadanía la seguridad que perdió por la complicidad de algunos gobernantes con la delincuencia, quizás hasta las aberrantes decisiones de su antecesor que ha avalado, como la reforma judicial y la desaparición de organismo constitucionales autónomos, se le perdonarían; máxime si, dueña verdadera del Poder, indujera su reversión.
Línea de Fuego
Faltan poco menos de dos meses para que Donald Trump empiece formalmente a “ordenar” el mundo y ya anuncia la imposición de aranceles a México y Canadá. Pero aquí todavía se sueña en que la relación de Estados Unidos con nuestro país, se dará “entre iguales”. El juego del arancel por arancel no es alternativa. Ni mucho menos las bravatas de algunos especímenes de la selva. La buena fe, la bondad, la piedad y la amistad no están en las inclinaciones del poderoso abusivo y criminal hacia el débil… ¿Será cierto que la cantidad de aspirantes a impartidores de justicia con base en la reforma judicial se disparó en sólo unas horas porque hay “candidatos” que se enlistaron sin haber sido consultados siquiera? Como está haciendo las cosas Morena, no es de dudarse… El gran traidor, Miguel Yunes Márquez, ya recibió su pago por haber posibilitado que, con su voto, Morena tuviera mayoría en el Senado y se aprobara la reforma judicial. La cancelación de acciones penales en su contra, también benefician a su papá y a otros miembros de su familia. Pero nada de lo que reciban evitará su destino, que es el basurero de la Historia…El Frente Cívico Nacional, que a impulso de Guadalupe Acosta Naranjo buscará convertirse en partido político para “disputar el poder” a Morena, debe calcular bien sus ambiciones; no tendrá, nadie, esa posibilidad ni en 2027 ni en décadas. ¿No se dan cuenta de todos los amarres que ha hecho el grupo dominante? Con eso, no les dejará ni las migajas.