En solidaridad con Héctor De Mauleón

Parece un hecho indubitable. Positivo. Irreversible. Esperanzador.

Andrés Manuel López Obrador se ha ido, o ha sido remitido… ¡a “L(l)a C(c)hingada”.

Literalmente. En dos vertientes:

La primera, implicaría que vive en su rancho, bautizado con ese nombre.

La segunda, más importante porque impacta a todo el país, es que su vesánica política de abrazos, no balazos, apunta inexorablemente al final.

Esta, por lo pronto, claramente ha empezado a ser revertida.

Ahora son balazos, cero abrazos a los criminales.

De que el Estado puede poner orden y someterlos, ¡claro que puede! Aunque fuere por presiones externas, ha comenzado a hacerlo.

Si AMLO realmente habita en La Chingada, es su decisión. Enteramente personal. Respetable. Incuestionable.

Sobre todo, si lo hace para estar lejos del poder. Ausentarse de toda actividad política. Respetar a su heredera. Dejarla SER. Que gobierne. Que tome sus propias decisiones. Sus riesgos.

Lo prometió. Pero ¿quién le daría crédito? Fue un mentiroso mañanero. Desvergonzado. Contumaz.

La forma como está ejerciendo el poder Claudia Sheinbaum es continuidad pura de aquel estilo. Copia de muchos rasgos y expresiones de su antecesor.

Que, si por ella fuera, no cambiaría en nada. Por lealtad. Convicción. “Ideología”. Compromiso.

Empero, la realidad los atrapó a él y ella. Los alcanzó Estados Unidos. Donald Trump. Todo el aparato de seguridad del gobierno norteamericano.

La información que este posee sobre los vínculos entre narcos y políticos, especialmente de Morena, se convertirá en sus cadenas. Su camisa de fuerza. Su yugo.

El embajador, Ronald Douglas Johnson, no viene a soslayar la política de “seguridad” impuesta por López Obrador, sobrellevada por Sheinbaum, como lo reflejan los números.

Por sus antecedentes, carácter y firmeza, no será otro Ken Salazar, que acudía a Palacio Nacional obsequioso y presuroso, cual zalamero sirviente de AMLO, cuantas veces lo llamaba.

Con el militar diplomático, que ha comenzado a trabajar de inmediato, eso se acabó. Él hará su tarea como sabe, quiere y ha sido instruido. Eso, aquí, se supo desde el momento en que fue designado.

Previsiblemente, no dará concesiones. No hará excepciones.

La línea esperable de su labor será eminentemente diplomática: protocolaria. Decente. Correcta. Suave. Amable. Reservada. Respetuosa. El pasado lunes así se vio al presentar sus cartas credenciales a Sheinbaum.

Para hacer que se crea su falso discurso, el gobierno se conformará con eso. Lo hará pasar, magnificado, por una relación de colaboración, no de subordinación.

“Somos un país soberano… a México se le respeta”, reza su desgastado. Infundado. Sobado estribillo.

A no dudarlo, del militar sólo cabe esperar un tratamiento crudamente político. Se circunscribirá a la conservación. Procuración. Incremento de todos los intereses de su país. Economía y seguridad coronan su larga lista.

Se ajustará a la línea establecida por Donald Trump. Con una sonrisa, hará lo que tenga que hacer. Pésele a quien le pese. Juntos, serán la fuente de pesadillas y sobresaltos para la presidenta Sheinbaum.

En este sentido, Andrés Manuel López Obrador será enviado realmente. Definitivamente, a la chingada, expresión típicamente mexicana cuando se desatiende. Desestima algo o a alguien. Se ignora. Se repudia. Se rechaza. Se desprecia. Se soslaya.

El ex presidente ya no podrá seguir influyendo para que los narcos y sus socios políticos se mantengan intocados. Impunes. Libres.

Chingar es un verbo utilizado en un sinnúmero de modalidades, momentos y circunstancias. En México e Hispanoamérica. Como voz y sus variadas acepciones. Y sus múltiples derivaciones, es parte esencial de la cultura nacional. Las utilizamos a diario. De una y mil formas.

En El Laberinto de la Soledad, ensayo cumbre del Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, publicado en 1950, la chingada es mujer. Madre. Conquista. Violencia. Violación. Recuerdo. Frustración. Dolor. Sociología. Historia.

Si chingar se contextualiza en la relación México-Estados Unidos, se puede decir que el gobierno de este país, y no el nuestro, terminará de mandar a la chingada a López Obrador, anulándolo de toda participación en la política de seguridad. Y con esta, en todas las demás esferas.

De él dependerá, en mucho, que hasta ahí lleguen las cosas.

Eso se ve ya en el ámbito de la (in)seguridad. Y eventualmente se confirmará con lo que se ve venir contra prominentes morenistas, relacionados con los grandes capos.

Aun si EU lo manda a La Chingadaen una especie de reclusión. Neutralizándolo. Controlándolo. Apartándolo del factor al que le dio un enorme poder y que magnánimamente le correspondió: el crimen organizado, el ex presidente saldría ganando.

Su sucesora también sería ganadora. El vecino le quitaría de encima la carga más pesada. El lastre. La rémora. La lacra más indeseable. Que no le permite SER ella.

En ese caso, no habría ningún reproche de nadie para la presidenta. Defender lo indefendible no es traición. Máxime si se trata de la patria.

Además, en la función pública. En el cumplimiento del deber con el país, la fidelidad con quien sea, debe pasar a un segundo plano.

Después de soñar con trascender a la Historia. Al lado de Hidalgo. Juárez. Morelos. Cárdenas, AMLO terminó por ser el peor entre los peores de cuantos han desgobernado la República.

Es su máxima impronta. Frente a eso no tiene defensa. Él. Todos lo saben.

Y Estados Unidos, tan sólo por el saldo que dejó con su permisividad con el crimen organizado, lo pondrá en el lugar que le corresponde. Que merece.

Las evidencias del abandono de la estrategia de abrazos, no balazos, están a la vista. Diariamente, los Medios dan cuenta de las acciones del gobierno para contener y someter a los cárteles.

El pasado fin de semana, seguramente por el arribo del representante diplomático norteamericano a México, asomó esa decisión.

En un despliegue de los cuerpos de seguridad realizado en Michoacán, doce integrantes del CJNG fueron abatidos; nueve fueron capturados.

Ese solo dato, demuestra palmariamente que no hay nada. Nadie que pueda compararse con la fuerza del Estado.

La apelación a esta se ha traducido ya en resultados tangibles. Innegables. Alentadores. Los agentes de Seguridad, Defensa y Marina, ya no están paralizados. Inconmovibles. Consintiendo a los delincuentes como durante los aciagos seis años pasados. Los están enfrentando.

El gobierno, ¡por fin!, se ha hecho presente. Para proteger a la sociedad. Para garantizarle su existencia y sus bienes, como debió. Debe ser siempre.

Esa, es una muestra palpable de que las consideraciones hacia la criminalidad empiezan a borrarse, si bien la presencia. Dimensión. Fuerza. Peligro que representa, aún son enormes y temibles.

Ese cáncer. Verdadero cuadro de horror, es justamente lo que podrá observar de cerca Ronald Johnson. Asesinatos. Secuestros. Extorsiones. Desapariciones, pasarán continuamente frente a sus ojos a través de la Prensa.

Como con el de ayer, ocurrido en pleno corazón político de México, constatará la realidad que, como misión especial, ha venido a cambiar.

Irá al nido. Raíz. Origen, del problema. A la cúspide. A los políticos asociados con los principales mafiosos. Estados Unidos hará ver su suerte a unos y a otros. Todo indica que no tendrán escapatoria.

Así, Andrés Manuel López Obrador puede, voluntariamente, seguir en, o irse, a La Chingada.

Pero de seguir obcecado en que siga haciendo su voluntad, podría enfrentar otras formas de que lo manden a la chingada…pero más lejos que la que está en Palenque.

Línea de Fuego

En su larga vida de libertad informativa, nadie ha podido amordazar a EL UNIVERSAL. Ni a sus periodistas. Nadie lo hará en esta funesta. Oscura. Fatídica hora. Mucho menos algunos personajes grises, de cuarta, como Tania Contreras, exconsejera jurídica del gobernador Américo Villarreal y candidata a magistrada del Supremo Tribunal Electoral deTamaulipas, quien “brilla”, junto con algunos parientes, por su cuestionada fama pública. Que sus amenazas contra El Gran Diario de Méxicoy el columnista Héctor De Mauleón por publicar lo que no le gusta, aunque sea cierto, sirva para concientizar a quienes podrían “votar” por ella. Con más poder, sería más de temer… La democracia mexicana se halla en sus últimos estertores por “El Gran Traidor” Miguel Ángel Yunes Márquez y los “traidorcitos” electorales. Ellos ayudaron a matarla. Las elecciones serán sus exequias. A ellos se los recordará como infames. Depravados. Miserables… La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, había mantenido un perfil discreto y mesurado en medio de un desempeño eficaz y eficiente; de trabajo y beneficios para los capitalinos. Pero ayer, su nombre saltó al escenario notoria y escandalosamente por el asesinato de su secretaria particular y un asesor. Es de desear que esos reprobables crímenes se aclaren pronto, se castigue a sus autores, no se repitan, y no que por estos, se vea sometida a una sobreexposición negativa… Marina del Pilar Ávila, gobernadora de BC, a quien Estados Unidos le retiró su visa, dice que no necesita ese documento para gobernar. En efecto. Ella requiere credibilidad, probidad, honestidad públicas y probadas. Que al parecer no acredita. Tampoco su marido, Carlos Torres. Creen que su caso está cerrado. Sólo es una tregua. La realidad ahí está. Y los perseguirá… Ridículo. Excesivo. Abusivo, que el Changoleón haya obligado a un ciudadano a disculparse con él. De rodillas, él y los de su partido, es como quieren a todos los mexicanos.

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