La información criminal es, hoy, una peligrosa y potente arma. Quien la tiene en sus manos, puede amenazar con ella. Para conseguir lo que quiere.
La información es materia de un valor único. Posee un altísimo valor de cambio. Su poder de negociación. Presión. Chantaje, es enorme.
Con ella, cual torpedo, un delincuente apunta al corazón del gobierno. De la presidenta. De toda su estructura partidista.
Información es el haber más preciado con el que Ismael Zambada García se propone obligar a la máxima autoridad del país a que lo extradite de la Unión Americana. A que lo salve de la muerte, que siente segura si no.
No es de dudar que utilice ese tesoro para tratar de ganar el que significa la existencia.
Esgrimiéndolo, sabe lo que dice. Tiene bien calculado el peso de sus palabras. Lo que representan sus amagos. Su potencial de destrucción no es para desestimarse.
El nivel de letalidad de la información sobre las complicidades que habría trabado con el poder político en su larga trayectoria delictiva podría llegar a ser, para Claudia Sheinbaum, casi una Razón de Estado.
En su concepción original, teóricamente, esta se entiende como la necesidad. Deber para todo gobernante, de hacer cualquier cosa para salvar a su reino.
Por razones ético-políticas de salvaguardar a sus gobernados, se obliga a poner en juego todo el instrumental legal y hasta ilegal para conseguir ese objetivo.
La sociedad es el todo. A ninguna parte. Por poderosa que sea. Por ningún motivo, le es dado afectarla en forma alguna.
Para protegerla, no hay ni debe haber ningún impedimento. Límite. Cualquier particular que la ataque. Amenace. La ponga en riesgo, debe ser destruido.
Es la esencia de la máxima más conocida de Nicolás Maquiavelo de que, “el fin (bien de la comunidad) justifica todos los medios (para defenderla)”.
El Príncipe verdadero ve a la mayoría como su única justificación de vida. Velar por su conservación. Su bienestar es lo que, esencialmente, justifica el ejercicio de su cargo.
Para cumplir su responsabilidad, no duda en apelar a la fuerza legítima de la violencia. Soslayar principios morales. Impedimentos. Escrúpulos.
¿Qué mejor moralidad que ver por los más, poniéndolos a salvo de los menos?
¿Qué moralidad más consistente que guardarlos de quienes tienen como única misión lastimarlos en todas las formas con base en la ilegalidad y la inmoralidad que caracteriza a los criminales?
La diferencia de la Razón de Estado histórica y la que ahora podría poner en práctica el gobierno, apuntaría a ser al revés.
De lo que ahora se trataría en la exigencia de Zambada, es que se emplee ese instrumento para salvarse él y a la minoría del número y la letra.
Él y la clase gobernante. Él y el gobierno de México, acusado por el de Estados Unidos de estar aliado con el crimen organizado.
La Historia volteada. El mundo de cabeza. La sociedad extraviada. El poder político amafiado. ¿Inalterable la ruta seguida?
Con lo mucho que sabe sobre los perversos vínculos narcos-políticos, Ismael Zambada lleva a la administración Sheinbaum en un callejón sin salida. La pone en jaque.
Para él, la premisa única es: “o me salvas a mí, o te hundes conmigo… con todo lo que representas”.
Su mensaje es muy claro: “esta exigencia no es opcional”.
La inmensa cantidad de datos que tiene el capo en su poder y que seguro no guarda sólo en su memoria, es una carga de dinamita que ha puesto en el centro del gobierno. Sus vasos comunicantes se extenderían por doquier.
Por su largo pasado delictivo, seguramente “El Mayo” cuenta con un pavoroso arsenal. Capaz de cambiar la situación. El destino. La posición de muchos actores políticos. Y hasta la relación entre Estados Unidos y México.
Inconfundiblemente, se advierte dispuesto a utilizarlo, so pena de lo que prevé, difundiéndolo, como un “colapso” en los frágiles y delicados vínculos de los dos países.
Por los años que lleva operando su negocio de muerte. Sangre. Dolor. Horror. Grotesca riqueza, con seguridad alcanzaría a funcionarios de otros tiempos. De varios sexenios.
La complicidad que ha habido entre la delincuencia y sus “padrinos” en los últimos gobiernos, son inocultables. Innegables.
Sin la anuencia de quienes han desempeñado los cargos públicos de mayor importancia en el país. Sin su consentimiento. Protección. Connivencia. Fusión, el crimen organizado no habría crecido en la proporción que ha alcanzado.
Por años, lo dejaron que se entronizara. Que se adueñara de una buena parte del territorio. Que impusiera sus reglas de alta rentabilidad con la violencia ejercida contra millones de ciudadanos.
Pero los que están ahora --y muchos son de aquellos--, irremediablemente son la cara del morenismo. Son los que más deben temer lo que “El Mayo” Zambada pueda decir sobre los nexos que han tenido.
Son el gobierno que de tiempo atrás distintas voces, en distintos tonos, han sido señalados como protectores de los criminales. Los han dejado dictar su voluntad con el lenguaje de sus armas en todo el país.
Durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ese crecimiento fue exponencial. Libertad total para los pocos: los malos. Sufrimiento indecible, servidumbre, lágrimas para los muchos.
En los últimos seis años, el monstruo de la criminalidad penetró todos los niveles de mando. Todas las esferas de la vida nacional.
Una lista de cómplices de capos-agentes del gobierno sería muy larga. Seguramente la encabezaría el mismísimo hombre que aspiraba a estar en la Historia. Ser un héroe nacional. Al lado de Hidalgo, Morelos, Juárez, Cárdenas.
La preocupación. Miedo. Terror por lo que sabe “El Mayo” y puede revelar, deben tener infartados a docenas, conscientes de que la protección y la impunidad podrían terminar.
Sus corruptelas. El reparto del botín, deben estar documentados. Lo que les sabe, puede utilizarlo como su tabla de salvación.
Como pocas veces, una sola persona tiene un medio para obligar al gobierno a que interceda en su favor. A que haga lo que le pide. Con el desnaturalizado valor de la información.
¿Tomará la presidenta esta opción?
Nada garantiza que pudiera conseguir lo que le reclama “El Mayo”.
Estados Unidos le daría portazo a cualquier petición que formulase en ese sentido.
El fiscal Alejandro Gertz Manero dijo ayer que no ha tenido respuesta a cuatro solicitudes presentadas. Biden las ignoró. Saben lo que haría Trump.
Este, además, le recriminaría que quiere salvar a un aliado. Se lo restregaría en la cara y fortalecería su estrategia. Su decisión de acabar con los narco-terroristas.
¿Es la salida dejar que Zambada sea condenado en Estados Unidos?
Destaparía la Caja de Pandora. Escaparían todos los males. Esa parte de la Mitología griega se convertiría en la Tragedia mexicana.
Todas las calamidades caerían sobre el gobierno. Pero los ciudadanos no escaparían a ellas.
Así, Claudia Sheinbaum no tiene para dónde hacerse. Menos, con señalamientos de aparente ecuanimidad. Sensatez. Prudencia. De “cabeza fría”.
La información, e incluso la desinformación en manos criminales, son una guadaña que pende sobre su cabeza.
Eso, quizás, la lleve al convencimiento de que, como jefa del Estado, tiene la obligación de ver por el todo, antes que el deber de cumplir con cualquier compromiso con una parte.
Línea de Fuego
“Constitucionalazos”. “Reformazos”. “Mañanazos”. Todo al vapor. Sin sentido. Sin necesidad. Sin fundamentos. Sin razón. Y “otros datos” dichos con algún matiz, pero casi con el mismo lenguaje y desparpajo de su antecesor, son la “defensa” de la cabeza del gobierno ante la situación que, con nuevos elementos, se agrava más cada día… Hoy, en que el morenismo necesita algo de credibilidad, se nutre del “prestigio” del Gran Traidor, Miguel Ángel Yunes Márquez. Como si no fuera suficiente el lastre de Cuauhtémoc Blanco. Rubén Rocha Moya y tantos otros… Américo Villarreal, gobernador de Tamaulipas, siente ya muy cerca el fuego en los aparejos. Él sabe por qué… ¿Cómo Alejandro Murat no podría decir que su nuevo partido lo trata muy bien, si lo blinda contra la impunidad pese a lo que hizo en el Infonavit y en Oaxaca, denunciado incluso por algunos correligionarios suyos?