La podredumbre moral que representa. Es, Andrés Manuel López Obrador, ha encontrado su antítesis en la ética del ciudadano Óscar Javier Mendoza Altamirano.

Esos dos nombres, en este país de 130 millones de personas, simbolizan los extremos de la calidad de quienes lo habitan.

Por el cargo que ocupó, el expresidente simboliza. Encarna el mal. El enorme daño que le causó a México acredita esa premisa sobradamente.

No importa cuánto lo defiendan su heredera. Epígonos. Fanáticos. “Periodistas”. Beneficiarios.

Ellos, como su tapadera, podrán “exonerarlo”. “Encubrirlo” con sus acciones. Declaraciones. Encuestas.

Pero irremisiblemente, la Historia lo condenará.

Los datos de su desastrosa gestión han sido difundidos profusa y reiteradamente. No necesitan demostración. Recapitulación.

Su sexenio será considerado como el peor. Él, como deplorable.

Personalmente, quedará en los registros como el más destructor. Mentiroso. Traidor. Criminal.

Esta última impronta tiene su fundamento en los miles de personas que, por sus falacias. Desdén. Incompetencia, murieron durante la pandemia de COVID-19.

Deriva de su política de (in)seguridad, que por su anuencia. Tolerancia. Complicidad, ha causado miles de decesos. Récord de asesinatos. Secuestros. Desapariciones.

Un catálogo enorme de todo tipo de delitos dará cuenta de su fracaso. Inevitablemente los llevará a cuestas. Jamás se quitará las nefastas marcas de su desgobierno.

Que se siguen produciendo como continuación del segundo piso que afanosamente se da a la tarea de construir Claudia Sheinbaum.

No hay ninguna diferencia entre uno y otro sexenio. Por el contrario. Se acentúan sus prácticas más funestas. Se radicalizan. Se patentizan en todas sus formas. A cada momento.

Entre el ayer y el hoy, el ejercicio del poder presidencial no sólo es más de lo mismo.

Es lo mismo.

Peor aún, es el (él) mismo. Va en su séptimo año.

Sus innumerables locuras. Verdaderas perversidades documentadas ampliamente, serán coronadas con la reforma judicial que aprobó el Congreso gracias al voto de “El Gran Traidor”, Miguel Ángel Yunes Márquez.

Los más brillantes teóricos y estudiosos del Derecho han demostrado una y otra vez la absurdidad. Brutalidad. Estupidez de elegir impartidores de justicia. Sus opiniones han sido desestimadas.

Con argumentos sólidos, han advertido en todos los tonos los graves riesgos que conlleva la consumación de ese inevitable, inminente dislate.

Él y ella no tienen oídos para nadie que no esté en línea con sus excesos. Auténticos disparates.

El reputado jurista Javier Coello Trejo, conocido como El Fiscal de Hierro dado su impecable paso por el ámbito judicial, sintetiza en dos palabras todo lo pernicioso que ve venir con semejante aberración:

“México, dueles”.

Su certeza, expuesta en El Financiero el pasado lunes de que la boleta electoral “estará plagada de nombres que, lejos de inspirar confianza deberían provocar temor, indignación y vergüenza (…) porque se encuentran directamente relacionados con notorios personajes del narcotráfico…”, es incontestable. Es una percepción generalizada.

Con las advertencias de su exposición, la reforma para elegir jueces, magistrados y ministros, no sólo es un peligro.

El Poder Judicial se criminalizará.

O, dicho de otro modo, se institucionalizará la criminalidad.

La toga y el birrete, por la voluntad. Venalidad de un grupo, se mancharán continuamente de injusticias. Arbitrariedades. Corruptelas.

Mayor vergüenza. Oprobio. Deshonra para un político. Un partido, es imposible. Mas la resistencia del morenismo a eso, está probada. No le importa.

Con su desmesura, la justicia será dictada por juzgadores llevados al cargo por los cárteles. Debiéndose a estos, estarán a su servicio.

Sus sentencias, vinculadas indisolublemente también a la ideología del partido del poder, favorecerán únicamente a quienes militen en sus filas.

Quienes no apoyen y/o compartan los desvaríos de quienes dicen que gobiernan, recibirán sentencias descaradamente infundadas. Insostenibles legalmente. Descaradas.

La aplicación de la ley será injusta. Selectiva. Partidista. Ideológica. Arbitraria. Monetizada.

Con la reforma, los morenistas se apropiarán del Derecho. Expropiándolo.

Lo usarán únicamente en su beneficio. Para los demás, ese recurso, esa defensa, habrán terminado.

Ese es el sistema judicial y el personal que lo integrará, que será elegido dentro de dos meses. Será “histórico”, se ufanan. Y sí, porque desaparecer los cimientos del Estado sólo es concebible en mentes enfermas. Desquiciadas.

Esa monstruosidad, parida por López Obrador y secundada por Claudia Sheinbaum, conlleva un doble crimen:

El de desmontar la base del Estado, que es el Derecho, con lo cual acabarán la Igualdad. Libertad. Garantías Individuales. Seguridad, promesas fundacionales de la democracia. Inacabadas. Siempre en construcción.

Y el de imponer el fin de esta forma de gobierno con mentiras y migajas a un pueblo ausente. Ignorante. Hambriento. Harto de partidos y de políticos. A los que, resignado, les pasa por alto todas sus atrocidades y maldades.

La extrapolación inicial de este texto es puramente metodológica.

Entre toda la basura morenista, cuyo artífice y cabeza es AMLO, con absoluta seguridad hay millones de personas honorables. Sensatas. Prudentes.

Empero, no tienen margen. Voluntad para evitar las infamias de la élite. Bastantes, sufren la imperiosa necesidad de adaptarse para sobrevivir. Y por ambición, no pocas para seguir subiendo en la escalera del poder.

El contraste más marcado con el grupo de oportunistas. Cínicos. Trepadores, que han establecido y recrean la época oscura por la que atraviesa el país, sobresale la conducta del juez federal Óscar Javier Mendoza Altamirano.

Consciente de lo que será la elección, renunció a su puesto.

“Hace 23 años inicié como chofer de juez de distrito; hace 10 años, de manera honrosa y con total dignidad he ocupado el cargo. No obstante, por dignidad, hoy, frente a ustedes, depondré mi toga”, dijo la semana pasada en un hecho memorable al término de una audiencia. En Colima.

Esa rara integridad, que en México ha desaparecido por y con los morenistas, obedeció a lo que comentó sobre lo que en la reforma estos no han querido ver. O que, viéndolo, lo consienten: “un juez no tiene nada que ofrecer a los votantes”.

Nada, en una campaña. En la que los ciudadanos pueden conocer a los candidatos y escuchar sus ofrecimientos. Compromisos. Programas.

Nada para establecer un criterio de quién sería mejor. Se asume que todos, en la aplicación de la ley, deben serlo.

Nada, cuando todos están obligados a impartir justicia alejados de las pasiones. Intereses. Prejuicios. Componendas. Arreglos.

Jueces, magistrados y ministros, designados como hasta ahora en México y en el resto del mundo salvo en Bolivia– deben ir tocados con la honorabilidad. Ética. Principios. Formación. Experiencia. Imparcialidad. Objetividad.

Sólo con esas virtudes es posible una mejor justicia.

Ninguna de ellas se puede probar en una ridícula. Inmoral. Limitada. Amañada competencia en las urnas.

La mayoría de los candidatos a los delicados cargos que serán votados, carecen de esos valores. Les faltan estos. Les sobran los vicios.

Con argumentos e intereses criminales en juego y esgrimidos como prioridad, no puede haber justicia igualitaria. Es una vulgar mentira que esta se dará por magistrados electos.

La dignidad del juez Javier Mendoza Altamirano ante la sombría perspectiva, implica excelencia. Respetabilidad. Nobleza. Prudencia. Decencia. Independencia que, siendo votados, muy pocos podrán demostrar.

El respetable abogado aclaro que no lo conozco–, seguramente estará contento de haber mostrado esas cualidades suyas a un país al que un partido empuja. Orilla. Hace avanzar vertiginosamente, hacia la descomposición y la decadencia.

Él es un loable ejemplo. Como él, hay millones de mexicanos.

Son una esperanza de cambio para mejor. Cuando lo decidan, podrán frenar y revertir el desalentador. Corrosivo. Devastador proceso… de la involución.

Línea de Fuego

Impecable. Contundente. Oportuna y precisa, la respuesta de presidenta Claudia Sheinbaum ante la codicia de las televisoras de obtener rédito con la transmisión de spots denigrantes contra migrantes…La Iglesia Católica deberá tener a un liberal como sucesor del Papa Francisco si su poderosa jerarquía quiere mantenerla cerca de sus fieles… ¿Qué hará la presidenta si la urgida senadora Andrea Chávez, apoyada por su influyente padrino, Adán Augusto López, y con recursos ilimitados, no atiende su llamado de esperar los tiempos legales para buscar la candidatura al gobierno de Chihuahua?... Patricio Martínez García, ex gobernador de Chihuahua, ha dado una respuesta total a la exigencia de agua de Estados Unidos a nuestro país. “…México no debe agua, no paga agua, no roba agua. El Tratado reparte agua del Río. Si este no tiene agua porque no está lloviendo, no hay líquido a repartir del flujo común del Bravo y de ninguna manera supone reparto de caudales en las tierras altas de la cuenca. Esa es la razón de fondo para no abrir El Cuchillo, La Boquilla, ni presa alguna de los afluentes mexicanos”. Ninguno de los incompetentes funcionarios relacionados con el tema, fue capaz de quitarle esa pesadilla a su jefa.

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