Nadie lo ve. No hace ruido. No aparece por ningún lado. No se exhibe. No habla. Es ilocalizable. Sigiloso. Vive en la oscuridad. En el anonimato.

Pero se hace sentir. Es the true power in the shadow (el verdadero poder en la sombra). Sobran las evidencias. También las negaciones.

Sabe todo cuanto necesita para mantener su predomino. Lo escucha todo. Lo mira todo. Asume decisiones. Tiene seguros a los ejecutantes de su arbitrio.

Es el Panóptico moderno –modelo de prisión pública– de Jeremy Bentham. De Michel Foucault.

Es el Argos Panoptes de la mitología griega. El monstruo de los mil ojos.

Por eso sigue gobernando.

Hacerlo desde la posición en que todos se perciben observados. Vigilados todos sus movimientos. Previstas todas sus intenciones por alguien que puede imponer castigos, le permite mantener el control.

Es el que a todos ve y nadie puede verlo.

Todos lo perciben. Lo sienten. Lo obedecen. Nadie se expone a una expresión suya de iracundia, ejecutable por la mano más poderosa que lo representa y lo encarna.

Hace su labor de custodia a través de un ojo multidimensional, que él inventó e instaló para su uso exclusivo. Para su personalísimo beneficio.

Lo hace desde la infalible estructura de poder que él construyó, a la manera del sistema penitenciario de Bentham y Foucault, que impone límites a la conducta. Nadie escapa a las consecuencias de una falta.

Micrófonos, cámaras, reflectores, medios, Redes Sociales, los sistemas de espionaje oficiales, son ahora los instrumentos de esa práctica que, probada su eficacia, no apunta a cambiar. La mañanera es insustituible.

La información que debe tener de todos y cada uno de los actores políticos que colocó en donde sólo tienen como deber hacer su voluntad, más allá de las lealtades, es la temible guadaña que todos quieren evitar.

Máxime, porque quien actúa en su nombre se halla en sintonía con sus intenciones. Con sus deseos. Con su táctica de división social. Con las agresiones contra quienes no piensan como ellos. Con la destrucción institucional del país.

Sólo sus defensores, que suman hordas, “creen” que dejó el poder. Que es un demócrata. Que se retiró a filosofar y que está escribiendo.

La designación de su sucesora, para él, fue sabia. Perfecta. Nombró a una extensión él.

Él es ella. Ella es él. Son una conjunción única de tú y yo. Crearon y son la séptima persona gramatical: tuyo.

Están completamente unidos. Son indisociables. No hay ninguna diferencia entre ellos. Es el uno en la otra. Son lo mismo en su “proyecto”. Su lenguaje. Su estrategia. Su manera de actuar.

Por eso, no hay ni va a haber ningún cambio. La destrucción de la democracia sigue. El golpe final será la elección de “jueces del pueblo”.

El estilo personal de gobernar es uno. Inconfundible. Es el de él.

Sin que a ella le importe poner su propia impronta a su gobierno. A su tiempo. A su oportunidad. A su Historia.

Que sea la de él. Porque él es su padre político. Su ídolo. Su artífice. El que la hizo. El que puede deshacerla.

No importan las críticas. Las opiniones. Las sugerencias de que se atreva a ser ella. De que tome distancia y gobierne como ella lo conciba. Que asuma el poder y ponga sello propio a sus decisiones.

Lamentable. Triste. Desesperanzador. Exceso de poder sin propósito propio. Intrascendencia como destino.

Falta de carácter. De ética. De voluntad. De determinación. De compromiso. De dignidad. De responsabilidad. De aspiración personal mínima.

Lo que fue durante seis años, es lo mismo que está en curso. Se reeditará en el próximo sexenio –si queda únicamente en el deseo de tuyo– cuyos primero 100 días se acaban de cumplir.

Ha pesado tanto en la vida de lo que fue la República Mexicana hasta hace poco, que ante la desaparición del escenario nacional del que la arruinó, es válido aventurar hipótesis.

Estas, con frecuencia acercan a la verdad. Son el paso inicial, el punto de partida para arribar a ella.

Difícilmente en este caso se llegue a ese punto, pero hay percepciones que pueden ayudar a que muchos, al menos, a que no cierren más los ojos.

La estrategia de presencia-ocultamiento, fue diseñada por una mente brillante, como es sin duda la del más interesado en mantenerla. Él la está realizando metódicamente día tras día.

La negación de que sigue mandando por falta de “evidencias” es de incondicionales con la pretensión de que todos acepten esa idea, como si fuesen descerebrados.

Ella misma discursea en ese sentido.

Con indudable acierto, él lo preparó todo antes de irse. Advirtió su “desaparición”, que hasta ahora mantiene.

No es el poder tras el trono, a la manera de Plutarco Elías Calles.

Es el poder invisible, sensible y atendible que recién “se fue”. Que cada día se reafirma.

Los defensores de tuyo pueden rechazar esa idea como sea. Y en efecto, nadie podrá comprobar lo contrario. Por el momento.

Los estrategas no son tontos. Tampoco lo es la sociedad. Saben que millones de mexicanos a los que desprecian porque piensan y difieren, están convencidos de que el poder político hoy no es indiviso.

Es único. Pero no lo encabeza la primera mujer elegida para ejercerlo.

Quien la dejó encargada de lo que considera su propiedad, es el verdadero, indiscutible poder. Se siente dueño de él. A perpetuidad.

Una voz que se ha dejado escuchar al respecto y que sólo ha merecido desdén y repudio, lo acaba de decir así:

“No necesitamos un país que sea una autocracia del partido hegemónico, en donde el poder real e inmenso lo ejerce un caudillo oculto en las oficinas anexas a la Presidencia de la República… queremos una presidenta de verdad”.

¿Buscaba el expresidente Ernesto Zedillo, con ese señalamiento, algo que no fuese advertir los riesgos que conlleva lo que está pasando?

¿Cabe duda de que, el caudillo anexo que él “ve” en la Presidencia, es AMLO?

Les cala esa afirmación, compartida por millones de ciudadanos.

Por eso, buscaron acabar al presidente de la alternancia por todos los medios. Le llovieron ofensas y descalificaciones. Se minimizaron sus palabras. Aun así, no pasaron desapercibidas.

Lo concluyente del fenómeno es que, por el rumbo que lleva el incipiente gobierno, no habrá variaciones para mejor.

El número y la letra seguirán en el segundo piso.

Si este va a ser lo que fue el primero, vendrán más mentiras. Más traiciones. Más robos, que fueron promesas incumplidas. Y así seguirán.

Él nunca las evitó. Permitió que se multiplicaran y magnificaran. Las encubrió impúdicamente con el enorme poder de manipulación de la palabra y las dádivas. La pauta no promete ser diferente.

Empero, así como en México hay un monstruo omnisciente de mil ojos trabajando sólo para él, hay otro Panóptico que lo mira muy de cerca con atención. Lo vigila. Calcula. Analiza. Sabe. ¡Y puede!

A pocas horas de detentar el máximo poder, que apunta a utilizar con fines universalistas. Expansionistas. Militaristas. Intervencionistas, puede actuar para ser único y llevar a su némesis a quien cree que, desde la sombra… puede engañar a todos.

Línea de Fuego

¿Irregularidades de Cuauhtémoc Blanco por 40 millones de pesos? Parecen una bicoca con todo lo que pudo hacer en el contexto de la impunidad con la que desgobernó Morelos protegido –como tanto se ha publicitado–, por poderes más grandes que el que ejerció…Bien por el desarme que alienta la presidenta. Pero las armas que se están entregando no son las que se utilizan en las masacres cotidianas. Quienes se dedican a esa actividad no las depondrán a ningún precio… “Generadores de violencia”, eufemismo “genial”, temor de llamar a los criminales como lo que son y propósitos de ocultar el fenómeno de la inseguridad que sigue ensangrentando a todo el país…Bien por el “Plan México” de la presidenta Sheinbaum. Mejor si se alcanzan sus objetivos… ¿Cuántos de los miles de asistentes al Zócalo el domingo pasado que no estuvieron en lugares preferentes, habrían estado ahí si no hubiese sido por la vieja práctica priísta del acarreo pagado, torta y Frutsi, recargada y ampliada por el número y la letra?

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