China es admirada porque, en solo 30 años, logró sacar de la pobreza a 700 millones de personas. Y lo hizo con una fórmula tan simple como ambiciosa: IDAR o Introducir, Digerir, Absorber y Re-innovar, es uno de los pilares de su modelo de desarrollo.

En este artículo quiero detallar cómo podría México aplicar una fórmula similar, de acuerdo a lo que me contó recientemente Andrés Bedolla en el podcast En blanco y negro, que pueden ver en . Andrés no solo vivió una década en China, también ha estudiado su modelo a profundidad y hoy dirige una plataforma en México que conecta a fábricas nacionales con compradores globales, inspirada en lo aprendido allá.

Según Andrés, el modelo IDAR consistía en ofrecer enormes facilidades a empresas extranjeras para instalarse en China, pero con condiciones muy claras: contratar talento local, transferir tecnología a China, comprar insumos a proveedores chinos y entrenar a sus cuadros técnicos. Luego, el Estado chino apoyó el desarrollo de tecnología propia, invirtió en innovación y generó un entorno para que las empresas locales pudieran competir —y eventualmente sustituir— a sus proveedores extranjeros. ¿El resultado? Sueldos más altos, industrias más sofisticadas y un liderazgo mundial en sectores clave.

Algunos componentes de esta fórmula son propios de China, pero el fondo ha sido utilizado por muchos países antes —incluso con mejores resultados— por países como Irlanda, Singapur, Corea del Sur, Japón o Taiwán. Todos con una característica clave: no renunciaron a las libertades individuales para lograr prosperidad.

Y es que el modelo chino tiene una cara poco visible, pero muy real. Esta semana The Economist documentó cómo desde 2018, China opera un sistema llamado Liuzhi, que permite detenciones secretas eliminando el acceso a abogados y jueces para los detenidos; no tienen forma de defenderse.

Aunque originalmente dirigido a funcionarios corruptos, hoy alcanza también a científicos, empresarios y socios de empresas. Sólo en el primer semestre de 2025, China estaba camino a alcanzar un millón de casos abiertos bajo este esquema para este año. Gobiernos locales en crisis fiscal han comenzado a detener empresarios de otras provincias para confiscar sus bienes y mejorar sus finanzas. Qué miedo ser detenido sólo porque un gobierno quiere tus bienes y tiene total impunidad al hacerlo.

Todo esto ha desatado una ola de suicidios entre ejecutivos, y ha sembrado el miedo entre quienes, incluso siendo inocentes, prefieren no defender sus derechos por temor a represalias mayores si hay algún atropello por cualquier dependencia del gobierno en cualquier tema.

China creció y creó prosperidad, pero esta tabla deja claro que hay países que lo hicieron mucho mejor que China, utilizando la inversión extranjera para traer tecnología, capacitar a su gente y fortalecer a sus proveedores locales, y todo esto aumentando las libertades de los ciudadanos en vez de disminuirlas, estos son algunos ejemplos, hay muchos más:

La fórmula que convirtió a China en potencia “IDAR”, que México podría replicar
La fórmula que convirtió a China en potencia “IDAR”, que México podría replicar

Mientras tanto, en México, seguimos vendiendo nuestra principal ventaja como si estuviéramos en los años 90: “estamos cerquita de Estados Unidos”. Sí, lo estamos. Pero eso ya no alcanza. No basta con estar al lado; hay que estar a la altura. Y para eso necesitamos condiciones óptimas: certeza jurídica, carreteras seguras, energía limpia y barata, infraestructura logística de primer nivel. Hoy, no las tenemos. Y por eso no hemos aprovechado como deberíamos la oportunidad histórica del nearshoring.

Una parte de México sí tuvo éxito gracias al TLC y la apertura comercial. Pero no todo el país se integró al mundo. Apenas el 4% de nuestras exportaciones las hacen las PYMEs. Solo 500 empresas concentran más del 70% de nuestras ventas globales. Y siete estados generan el 70% de todas las exportaciones del país. No es que el resto de México no quiera jugar en la cancha global, es que no les dimos el balón, la cancha ni los uniformes.

Y el juego ya cambió. La reindustrialización de Estados Unidos no va a traer de regreso los millones de empleos perdidos. Las nuevas fábricas serán automatizadas, con robots, no con obreros. Pero eso no significa que México no tenga oportunidad. Al contrario: si entendemos dónde podemos competir —cercanía, flexibilidad, capacidad de adaptación—, podemos posicionarnos mejor que nunca.

Eso sí, se necesita estrategia. No basta con decir “inviertan aquí”. A los inversionistas hay que darles certeza. Como dijo Andrés: hoy nadie —ni chinos, ni gringos, ni mexicanos— sabe con claridad cuáles serán las reglas del juego mañana. Y sin reglas claras, no se invierte a largo plazo.

En México ha habido resistencia ideológica contra la inversión extranjera. Muchos prefieren hablar de empresas “nacionales”. Pero si algo enseñan China, Irlanda, Singapur, Polonia, Japón o Taiwán, es que la inversión extranjera puede ser una bendición, si se hace bien: exigiendo transferencia tecnológica, uso de proveedores locales, contratación de talento nacional y desarrollo de capacidades propias.

Hoy es un gran momento para apostarle al talento y a la tecnología en México. La inteligencia artificial está cambiando todas las industrias. Lo que hoy parece imposible, mañana será la nueva normalidad. Y si México se mueve con visión y rapidez, puede ser uno de los grandes ganadores del nuevo orden industrial.

Este es el momento para dejar de pensar en chiquito. Tenemos la ubicación, la juventud, el talento y, por primera vez en mucho tiempo, el momento. Lo que nos falta es el plan y el que no planea, realmente está planeando fracasar.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.