Entre las tensiones globales y las oportunidades locales; México enfrenta uno de los mayores retos de su historia reciente: convertirse en el gran ganador de la relocalización o perder su posición en el mercado más grande del mundo. La decisión está en nuestras manos.

Tuve el gusto de ser invitado por la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (Concamin) como ponente en el 2024 North American Manufacturing Conference en Canadá y posteriormente, a exponer mi punto de vista en el North American Forum, en un panel denominado North America and China - Aligning Approaches.

En los tres días de viaje que estuve en Canadá, pude ver con toda claridad que la mayor preocupación que hoy tienen tanto en Estados Unidos como en Canadá es el factor China.

La otra cosa que me di cuenta es que si nosotros queremos tener éxito en la relación con los Estados Unidos, y sobre todo si queremos también transitar favorablemente en la revisión, o renegociación del Tratado de Libre Comercio entre los 3 países de Norteamérica, TMEC, tenemos que tomar el tema con la misma seriedad. Lo que es importante para nuestros socios, debe ser importante para México.

Observé también con preocupación, cómo en Canadá se está hablando de que China está utilizando a México como un mecanismo para introducir sus exportaciones a Norteamérica evadiendo los aranceles que nuestros socios comerciales les han impuesto, pero se está utilizando esta retórica con fines electorales.

Me parece que la política, y sobre todo la política internacional, justifica ver el tema con mayor altura de miras.

Es un hecho que tendremos que, por cuestiones de seguridad económica, pero también por cuestiones de conveniencia, ir aprovechando este fenómeno de la relocalización de esas inversiones que estaban en China y poderlas traer hacia América del Norte, y en nuestro caso particularmente a México.

No obstante, debemos tener muy presente por qué se dio ese fenómeno de globalización y por qué ahora es que estamos hablando de un fenómeno de relocalización para poder aprovecharlo a nuestro favor.

Primero quiero remarcar que hacia los años 80 y 90, China tuvo una enorme transformación económica, una apertura económica muy importante, políticas de atracción de inversión extranjera, fortalecimiento de sus infraestructuras, y las empresas norteamericanas se fueron a China aprovechando esas grandes ventajas y también porque sus costos de producción iban a ser significantes más baratos.

Sí, había una mano de obra más barata en China, pero también había incentivos fiscales importantes.

Las empresas americanas se fueron a China porque así les convenía, pero también hubo beneficios muy concretos para los consumidores. Los beneficios fueron que los consumidores, los americanos principalmente, pudieron tener acceso a productos de calidad y a precios mucho más bajos. Eso no lo debemos de olvidar.

Sin embargo, eso fue antes, y ahora es ahora. Actualmente es importante que recordemos y analicemos que esto ha cambiado.

A partir de la pandemia, de los problemas del cambio climático, de la destrucción de las cadenas de valor, de cómo ahora se aprecia no solamente la eficiencia y el costo, sino también la confiabilidad de las cadenas de suministro y por problemas geopolíticos de una confrontación cada vez más evidente entre Estados Unidos y China, es que la situación tiene que cambiar, aunque no la debemos cambiar de la noche a la mañana porque hoy nuestras cadenas de suministro están totalmente integradas con las de China y un golpe abrupto de eliminar las importaciones chinas podría traer graves consecuencias.

Es similar a cuando a alguien que tiene una fuerte dependencia a algún medicamento o sustancia se la quitas, lo expones a entrar en un shock, los tratamientos para eliminar la dependencia a una sustancia son largos, progresivos, suceden poco a poco, no de la noche a la mañana para evitar efectos secundarios nocivos, hay que darle tiempo al cuerpo, o en nuestro caso a las empresas, para adaptarse a los cambios.

Hoy la mitad de los coches vendidos por Tesla son hechos en China. Hoy el 95% de los productos de Apple, como el iPhone, son hechos en China. Hacer una desvinculación no planeada y no pensada sobre esas cadenas de valor puede traer un impacto terrible para nuestras empresas y para los consumidores, generando un colapso económico, pero también un aumento importante en los precios.

Es por eso que tenemos que hacer una transición gradual, y esa transición puede ser muy benéfica para México.

Como he dicho antes, este es un fenómeno muy importante en donde el reto es que hagamos de este problema, una gran oportunidad; pero para aprovechar la relocalización de las fábricas de China a nuestra región, necesitamos alinear nuestras políticas con el resto de Norteamérica, en materia de energía, en materia de infraestructura, en materia de telecomunicaciones, en materia de aduanas.

México no puede quedarse afuera de un convenio comercial con los Estados Unidos.

La parte de México que ha crecido más, disminuido más la pobreza y ofrece los mejores salarios, es la que está vinculada al comercio exterior.

Nuestro reto es cómo vincular al resto de México con el gran mercado de consumo mundial y el norteamericano.

No podemos darnos el lujo de ignorar la susceptibilidad que tienen hoy nuestros socios comerciales con China, nuestros aliados que son quienes compran más del 80% de nuestras exportaciones. No podemos dejar de tomar las medidas necesarias.

México pudiera perder mucho en una renegociación del TMEC en la que estemos confrontados con nuestros socios, peor aún, se ha hablado de sacarnos del tratado. Es una posibilidad real y hay que tomarlo con seriedad, hay que hacer de este riesgo una gran oportunidad para mejorar.

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