La Ciudad de México exige a cada gobernante enfrentar capítulos que no estaban en la planeación. Clara Brugada los ha vivido demasiado pronto. Apenas al inicio de su gobierno, los asesinatos de dos de sus asesores más cercanos pusieron en duda la estabilidad de su proyecto, sembraron la narrativa del miedo y ofrecieron la tentación fácil de la parálisis. Pero lo que se perfilaba como el inicio de una crisis empieza hoy a dibujarse como la prueba de fuego que consolida su liderazgo. Clara Brugada ha enfrentado la tragedia con una demostración de carácter político, resiliencia y fortaleza.

Hace unos días, la Secretaría de Seguridad Ciudadana encabezada por Pablo Vázquez y la Jefatura de Gobierno dieron a conocer los resultados de la investigación sobre los hechos ocurridos el 20 de mayo. Hay 13 detenidos y una línea de investigación que sigue abierta. Durante muchas semanas, el gobierno de la Ciudad de México guardó silencio, generando especulación sobre impunidad o desconcierto, pero este nuevo anuncio muestra más bien seriedad y cautela. Durante años, los gobiernos mexicanos buscaron responder de forma sensacionalista a este tipo de sucesos: se buscaban chivos expiatorios que calmaran el ánimo social, golpes mediáticos sin sustancia. Si la tardanza en comunicar es el resultado de querer hacer las cosas bien y hacer una investigación profesional, entonces es bienvenida.

Es interesante que Brugada no respondió a la tragedia con estridencia excesiva. Su estilo es otro: el de la dirigente de barrio que aprendió a escuchar el murmullo de la calle y a organizar desde lo común. En las últimas semanas ha habido un giro en torno a su mandato, la narrativa pasó de ser impuesta por el exterior (violencia, marchas, xenofobia) a una que ella decide y que tiene que ver con su propia visión de ciudad. En las últimas semanas, la Jefa de Gobierno ha anunciado una serie de políticas que retoman el rumbo de la Ciudad que proyectó en su campaña. El fortalecimiento de la alerta de género, el lanzamiento del nuevo apoyo a personas de más de 30 años en los Territorios de Paz, la digitalización del Registro Civil, el anuncio de un programa para combatir la pobreza extrema y el rescate de la zona lacustre, entre muchos otros.

Clara es una luchadora social y ha dejado claro que su visión es la de una ciudad más equitativa, donde los márgenes sean escuchados y los olvidados vuelvan a contar. Además de una ciudad más creativa, innovadora y verde. Su gran reto es conciliar su idea de llevar la prosperidad a todas las zonas de la ciudad, con no perder ese ímpetu cosmopolita y cultural que ha vuelto a la CDMX una de las más vibrantes del mundo. Su otro reto es poder comunicar a las comunidades intelectuales, artísticas y empresariales ese carisma con el que ha conquistado las calles.

El proyecto de Clara de acercar el gobierno a la ciudadanía a través de programas innovadores como el “Zócalo Ciudadano”, en el que los capitalinos pueden hablar directamente con los secretarios de cada dependencia sobre sus necesidades y problemáticas, es una propuesta interesante e innovadora. Será importante que de la misma forma que ha acercado el gobierno a la calle, acerque su visión también a las clases medias, a los líderes de opinión y a los empresarios; la voz creativa e innovadora de la Jefa de Gobierno aporta mucho más que la de la parafernalia de políticos impresentables que hoy llenan los titulares y las columnas de opinión.

Hace unos días, la ganadora del Óscar, Jessica Chastain declaró que le parecía que “la Ciudad de México es la ciudad más emocionante del mundo en este momento”. Este sentimiento es común e impera entre las clases creativas del mundo occidental; es un sentimiento positivo para la CDMX y una oportunidad para atraer talento e inversión a una ciudad que -para ser más equitativa- necesita revitalizar su economía y convertirse en un hub tecnológico mundial. La Ciudad requiere reconstruir su motor de crecimiento, para seguir proyectándose como un centro neurálgico del mundo, generar empleos de calidad y mejorar la calidad de vida de todos sus habitantes.

Las ciudades en el mundo que lo han logrado comparten muchas de las cosas que vuelven a la CDMX una potencia global, pero con dos más añadidas: el desarrollo tecnológico y el rescate de sus espacios verdes y sus ríos, lagos o mares. Es decir, generar calidad de vida y plausibilidad económica.

La jefa de Gobierno lo sabe, tiene el reto de generar igualdad y de llevar esa prosperidad que hoy gozan zonas de la Ciudad, a todas las alcaldías. Pero aquí el orden de los factores sí es importante: el objetivo es que la prosperidad se traduzca en un beneficio social para toda la ciudad. Se trata de generar igualdad elevando a todos, no rebajando a lo que ha tenido éxito. A un año del mundial, la Ciudad tiene que proyectarse hacia arriba, no sumirse en un parroquialismo que la aísle y que acabe por espantar a quienes hoy más la pueden ayudar.

Por eso es buena noticia ver que el programa de la Jefa de Gobierno comienza a afianzarse. La Ciudad de México sigue siendo un territorio de desafíos gigantes, pero Clara Brugada ya superó su primera gran prueba.

Analista

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