El Partido Socialista Catalán (PSC), con Salvador Illa como candidato, ha dado el batacazo en las elecciones de este domingo en Cataluña y ha roto la hegemonía de partidos independentistas con 28% de los votos; es decir, 42 escaños, nueve más que los alcanzados en 2021. Junts per Catalunya, formación independentista de Carles Puigdemont solo ha incrementado tres escaños; Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ha perdido 13, lo cual representa un duro golpe para el actual gobierno de Peré Aragonès, principal responsable de las elecciones ya que en marzo pasado disolvió el congreso de manera anticipada.
El Partido Popular en Cataluña también está fiesta: aumentó 15 escaños (11%) respecto a las elecciones pasadas, siendo el partido con más crecimiento en estos comicios. Su crecimiento puede atribuirse en buena medida al desplome político y electoral de Ciudadanos, partido político de centro que durante los 15 últimos años había constituido un frente al separatismo catalán pero que ahora ha sido prácticamente borrado del paisaje político tanto a nivel nacional como local. Así, el PP estaría absorbiendo a Ciudadanos, al mismo tiempo que la ultraderecha de Vox mantiene sus 11 asientos y la extrema derecha separatista Alianza Catalán irrumpe por primera vez en el parlamento, con 2 asientos.
Desde la transición democrática, Cataluña ha estado dominada por fuerzas políticas de corte independentista, salvo los dos gobiernos tripartitos encabezados por los socialistas Pasquall Maragall y José Montilla en 2003 y 2006, respectivamente. En ambos gobiernos el PSC gobernó bajo una amplia coalición que incluía a ERC y a la coalición de izquierda y ecologista Iniciativa per Catalunya Verds-Esquerra Unida i Alternativa.
En el pasado, Jordi Pujol con Convergencia gobernó Cataluña desde 1980 hasta la llegada del socialismo con Maragall en 2003. De aquel momento, vale la pena recuperar una lección. Previo al gobierno socialista tripartito, Maragall fue el candidato más votado en 1999, superando al hasta entonces imbatido Jordi Pujol obteniendo menos escaños que su adversario debido al reparto de estos por circunscripciones. Por esto, Pujol pudo ser reelegido presidente de la Generalidad de Cataluña con el apoyo del PP y la abstención de ERC. De ahí que la demanda de una reforma electoral que redistribuya de manera distinta las circunscripciones ha sido puesta en la mesa en más de una ocasión.
En 2017, hay otro caso donde más votación no se traduce en la llegada al gobierno. La joven Inés Arrimadas obtuvo el triunfo con 36 escaños con Ciudadanos, sin embargo, al no tener el respaldo de otras fuerzas políticas optó por no presentarse a la investidura. Quim Torra, líder ultra separatista quedó al frente del gobierno catalán. En tiempos recientes ese ha sido el episodio más cercano en el que la hegemonía separatista se ha visto amenazada.
Los resultados de estas elecciones son un revés para los partidos independentistas, pero habrá que esperar no solo si Salvador Illa logra formar gobierno en solitario o en coalición, sino también qué tipo de oposición tendría un gobierno socialista asediado por los intereses separatistas y una ultraderecha al alza. De momento, Carles Puigdemont ha anunciado que rechaza un gobierno tripartito, o bien, de coalición con los socialistas que incluya a Junts y ERC y, por el contrario, ha dicho que no descarta formar gobierno con otras fuerzas, aunque está lejos de que los números le favorezcan. Hoy, en buena medida la gobernabilidad y estabilidad del gobierno español de Pedro Sánchez descansa en lo que suceda en Cataluña y en su relación con partidos independentistas.
Periodista
mgm