Guadalajara 18 de noviembre de 2025. Cuatro invitados estábamos en esta singular Feria donde hay libros de 20 hasta de 100 mil pesos. Joaquín Cossío, Benito Taibo. Carlos Sepúlveda y Élmer Mendoza. Oscurecía. Un pequeño fórum servía para todo. A un ciento de metros el edificio del Ayuntamiento iluminaba el mundo. Benito firmó algunos ejemplares lo mismo que Mendoza. Sus libros aún no llegan a la librerías de viejo. Joaquín siempre estuvo rodeado de sus fan. Firmó libros, playeras, pensamientos y aire que de inmediato aspiraban sus seguidores. Carlos, el bibliófilo, un hombre delgado y respetuoso, se mantuvo al margen con actitud solidaria. La plaza estaba llena de puestos de libros y la gente compraba. El palacio municipal se veía imponente, ¿Por qué estábamos allí? Meses atrás, Macario Zamora, librero que contribuye a que la Feria funcione mejor, nos había llamado. Nos invitó a asistir. Además, nos anunció que seríamos premiados con El Libro de plata. Ándese paseando.

Fue una ceremonia breve. Nos entregaron el libro de plata. Un objeto bello y pesado pero que nos produjo esa clase de orgullo que nace del placer y del eterno cuestionamiento, ¿qué hago aquí?, ¿realmente lo merezco? Por supuesto que cada uno dijimos algunas palabras. Agradecimos a esos hombres esforzados, empeñados en que el libro no muera. Son libros leídos, expresó Benito, libros que merecen otra oportunidad. Por supuesto que tuvimos cena; y es que si Jalisco no se raja es porque come muy bien y bebe mejor. En la cena firmamos algunos ejemplares; Joaquín además de firmar alrededor de 200 libros de poesía, firmó pedazos de carne y alientos nacarados que nacen de esa bebida maravillosa que Jalisco produce para el mundo. Como ustedes saben, Joaquín es poeta, y en sus ratos libros hace películas, series, comerciales y convive con sus amigos.

Benito y yo no nacimos para envidiar a nadie, y nos confiamos el gusto que nos daba que el público conociera la cara del poeta y que le pidieran firmas y fotos. Mientras tanto, las mesas eran el lugar de la alegría y viandas y bebidas hacían las delicias de los presentes. Algo para destacar es la capacidad de Macario como organizador y como anfitrión. Desde luego que nos retiramos a buena hora. Leonor se había lastimado un tobillo mientras bailaba “El son de la negra” y había que buscar un médico que la atendiera. No lo encontramos. Al parecer intentaban llegar a una fiesta de libreros. Contemplamos el Libro de plata con cierto asombro. Pensamos que son tan variadas e increíbles las maneras con que se distingue a los creadores. Pensé que era una rama de laurel, concluí que a Van Gogh le hubiera encantado, que hubiera sabido qué hacer con él.

Envío abrazos cariñosos a mis compañeras y compañeros de EL UNIVERSAL; además van mis mejores deseos para estas fiestas de colores. Que las sonrisas no sean muecas de penurias. Disfruten su pedazo de luna y no dejen entrar al viejo. Que se marche. A mis lectoras y lectores, gracias, qué bueno que vivimos juntos la gran aventura de leer, de compartir literatura hispanoamericana. Estos libros, novelas o cuentos, son padres de parte de nuestros sueños. Gracias también a mis amigas y amigos. Ánimo a los que tienen libros nuevos, Antes de leer sus novelas, voy a leer el Libro de plata. Hay un rumor, que en ese libro está una clave dejada por Jorge Luis Borges, una clave para encontrar el libro que no existe y eso, por supuesto que me interesa. ¡Salud!

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios