Las situaciones límites son las que ponen en evidencia amores y desamores en la vida cotidiana y en las situaciones de relevancia estructural. Allí es donde se evidencian lealtades y traiciones, muchas veces ocultas en catálogos de “buenas intenciones”. La prolongada hospitalización de Francisco, un papa del que todos hablan, para bien o para mal, pone de relieve los posicionamientos ideológicos más profundos.

Jorge Mario Bergoglio, un hombre de nuestro tiempo puso de relieve la importancia de la verdad por encima de las “estrategias de imagen” de sus antecesores. Antes no había término medio, el papa se “resfriaba” o se moría. Ahora Francisco ordenó que se publicara el parte médico reflejando exactamente su estado de salud. Por lo cual no hubo rumores ni trascendidos sobre la situación clínica del papa. Es más, Francisco ya organizó sus funerales, poniendo especial cuidado en la austeridad de los mismos, potenciando la participación de los fieles y dolientes.

El pontificado de Juan Pablo II expuso las posibilidades de un deterioro de la salud del pontífice, particularmente en sus capacidades cognitivas y mentales, por ello dejó firmada una renuncia, que sólo es aplicable si tiene un deterioro mental, que lo llevase a un modo de vida vegetativo. La prensa sensacionalista lanzo la información de que Bergoglio había firmado su renuncia, nada más equivocado. La firma de la renuncia, en determinadas condiciones de salud, no implicaba que ahora estuviera renunciando. Para lo único que sirvió fue la puesta de relieve de periodistas poco profesionales, dispuestos a sacrificar el prestigio informativo de su medio.

Las razones por la que Francisco había dejado escrita su renuncia derivan del carácter de la Iglesia Católica, en términos jurídicos es una monarquía absoluta de base teocrática, el pontífice tiene todos los poderes, por lo cuales nadie puede pedirle su renuncia ni aceptársela: Sólo Dios. Por ello tenía que dejársela a su secretario de Estado y sólo en ciertas condiciones.

Las razones de preparar la renuncia era para evitar la manipulación que sufrió Juan Pablo II, cuando profundamente deteriorado por el avance de la enfermedad de Parkinson, entre su secretario particular, el portavoz y el responsable del dicasterio para la Doctrina de la Fe, eran quienes emitían acuerdos, designaban obispos y manejaban la dinámica cotidiana del Vaticano, como fue descrito en un interesante libro A la sombra del Papa enfermo. Los escándalos en el pontificado de Juan Pablo II y la lucha por su sucesión, traducido y publicado en castellano por la prestigiada Ediciones B. El libro es firmado con un seudónimo Discípulos de la Verdad, que protegía a un grupo de clérigos muy críticos de la gestión vaticana de aquel entonces.

La situación de la salud del papa sirvió para fortalecerlo y aislar a los sectores conservadores de la Iglesia Católica, quiénes en el fondo de sus conciencias, desean que fallezca y sea sustituido por un conservador. En su momento Bergoglio los denunció “hay quienes rezan para que me muera”, dijo categórico. Ese realismo categórico, operó a la manera del “realismo mágico” de García Márquez, terminó convocando a quienes están muy satisfechos con su gestión y rechazan a quienes se oponen a la renovación de la Iglesia; cadenas de oración y el aislamiento de los “funerarios anticipados”, sólo sirvieron para fortalecer su proyecto de Iglesia y aislar a sus oponentes, ahora exhibidos en su mezquindad, sólo los “falsos profetas” desean la muerte de un semejante.

Es evidente que el Papa se está despidiendo de su feligresía, acaba de publicar varios libros que son largas entrevistas donde relata aspectos claves de su conversión personal, simultáneamente sigue avanzando en la transformación de las estructuras internas de la Iglesia Católica, demoliendo constantemente infinidad de muros de los poderes fácticos de la Institución burocrática mas antigua del Mundo. A diferencia de Lutero, quien debió salir de la Iglesia intentando transformarla, Bergoglio nunca pensó en abandonar la institución, con mucha paciencia y sabiduría pudo entender las misteriosas tramas de poder vaticano e inició lenta e inexorablemente la transformación “desde adentro”.

Apenas designado papa no abandonaría nunca su cuarto de la Residencia Santa Martha, temiendo ser asesinado, se servía la comida de las fuentes del comedor de la residencia. Poco a poco fue construyendo un entorno leal y seguro, evitando con discreción a la gente peligrosa y edificó un entorno de actores leales a su pontificado, sin embargo, cambiar las estructuras de poder eclesiástico es una tarea infinita, donde cada vez que logra demoler un muro burocrático, entiende que hay detrás otros obstáculos.

Francisco es consciente que no es tarea de un solo hombre y por ello apela constantemente a generar nuevas estructuras colegiadas que le permitan consolidar los cambios, como la construcción de un Colegio de Cardenales renovado que garantice la consolidación de su proyecto de Iglesia, quienes junto con los obispos, sacerdotes, religiosas y laicos perpetúen los cambios. Eso es lo que le dan ganas de vivir a Francisco, consolidar su proyecto institucional, de lograrlo superará los límites temporales.

Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH

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