El método de selección de los ministros que conforman al máximo órgano del poder judicial se encuentra en el ojo del huracán. El discurso de la 4T es que está entorpeciendo las actividades y propuesta del poder ejecutivo; dicho de otra manera, está asumiendo su papel como tercer poder, que sirve de contrapeso a los otros dos. Lo que es digno de aplauso es el hecho de que la suprema corte esté haciendo su trabajo y no se doblegue ante uno de los poderes como sí lo hicieron en su momento los ministros que presentaron su renuncia sin cuestionamiento alguno al entonces presidente Ernesto Zedillo. En estos términos, un logro de la llegada del actual Gobierno, y muy a su pesar, es que la división de poderes se empiece a convertir en una realidad.
Otro elemento que se ha utilizado desde el ejecutivo es el recorrer el velo sobre los ingresos y prestaciones que tienen los ministros. De auténtico escándalo. Las prestaciones de funcionarios de otras instancias como Banco de México, la Cofece o la misma presidencia de la República palidecen frente a los cuantiosos montos que percibe el poder judicial. Esto es una profunda ofensa para millones de mexicanos cuyo nivel de ingreso es apenas de sobrevivencia.
Lo peor es que no se percibe que el poder judicial tenga un desempeño acorde a sus prestaciones. La administración de justicia en este país es lamentable. Es pertinente que este poder se mire a sí mismo y conozca lo que opina la población sobre ellos. Ya lo dijo un ministro retirado: no mirarse a sí mismos con ojos críticos provocará que el cambió venga de fuera y no desde el propio poder judicial. Esto podría estar empezando ya.
La propuesta de someter a voto popular la selección de ministros para algunos es una mera ocurrencia o incluso mofa. Pero podría convertirse en una propuesta seria, que modifique los procedimientos actuales y permita que el cerrado círculo del poder judicial gradualmente se vaya abriendo. De crearse los procedimientos correctos, podría darse el caso de que cualquier persona con formación jurídica, adecuada y demostrable, pudiera llegar ser ministro de la suprema corte. Por supuesto que harían falta los contactos y enlaces políticos, pero se podría ampliar ese círculo que hoy es muy ceñido y selecto.
Lo mismo podría ocurrir con otras instancias, cuyo perfil en definitiva es muy técnico y requiere que los candidatos demuestren tener el perfil y la experiencia para llegar a dichos puestos. Tal es el caso de los altos funcionarios de Banco de México, de la Cofece u otras instancies semejantes. Si llegaran a ocupar esos puestos a través de votación popular, se tendrían que realizar equivalentes a campañas políticas y tejer redes de apoyo entre ciudadanos y partidos políticos. El procedimiento no estaría libre de contaminación política, pero ahora mismo tampoco lo está y, en todo caso, se tendría mayor competencia ampliando el círculo de candidatos y de posibilidades para otros frentes.
En el caso de los ministros de la Suprema Corte de Justicia y de Banco de México, un grupo de notables, pequeño en cantidad, toma decisiones que van a impactar o afectar a millones de ciudadanos. Un fallo o una sentencia pueden cambiar la vida de millones de habitantes, así como una decisión de política monetaria puede afectar el nivel de vida de gran parte de la población. Si las decisiones tomadas por este selecto grupo de notables se reflejan en el estilo o nivel de vida de millones de ciudadanos, ¿no deberían éstos tener derecho a elegir a quienes tomarán decisiones de alta envergadura por ellos?, una duda razonable.
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En los últimos días se ha convertido en tendencia la saturación del portal que vende boletos por los conciertos del cantante Luis Miguel. Al parecer la acción se tomó por una discrepancia con el que probablemente es el principal vendedor de boletos de espectáculos: ticketmaster, cuyas comisiones son de auténtico escándalo y donde, dicho sea de paso, la Cofece brilla por su ausencia. A su vez, la alta demanda he generado mercados negros en la compra-venta de estos boletos, lo único que esto muestra es que se tiene un área de oportunidad en la industria del espectáculo. Probablemente pronto este mercado sea más competido por la incursión de empresarios que aprovechen estas oportunidades.
Docente de la maestría en Economía, FES-Aragón-UNAM y UDLAP Jenkins Graduate School.